Golpe de autoridad de Racic

Uros Racic no levanta el pie del acelerador. Ha ido subiendo las revoluciones partido tras partido en las cinco titularidades que ha enlazado desde que volviera de su lesión hasta alcanzar la velocidad de crucero en el Wanda Metropolitano hace un par de días. Un zurdazo inapelable para Jan Oblak y un abrazo con su técnico, Javi Gracia, muestran su plenitud física y su estado de felicidad. El preparador navarro ha premiado el crecimiento del mediocampista asentándolo en la sala de máquinas blanquinegra junto a Carlos Soler. El resultado ha sido un bagaje de tres victorias seguidas y de cuatro encuentros invictos hasta que llegó hace dos días el Atlético de Madrid. «Cada vez se atreve a hacer más cosas, va a más y puede crecer todavía», afirmaba a este periódico Fernando Gómez Colomer, evidenciando cómo se ha disparado la confianza del futbolista serbio en las últimas semanas.

Es justo reconocer que la competencia en la demarcación que ocupa el serbio no ha sido feroz. La desbandada veraniega en el centro del campo valencianista –Parejo, Coquelin y Kondogbia– ha propiciado que solo Wass junto a Esquerdo y Koba Koindredi puedan amenazar la cifra de minutos sobre el verde del serbio. La más que probable llegada de un mediocentro antes del cierre del mercado invernal sí que podría comprometer su papel en los planes de Gracia.

El Valencia cree que Racic es un valioso activo de presente y futuro. Por esto, su cláusula de rescisión es, tras su renovación el pasado mes de septiembre, la segunda más alta de toda la plantilla –iguala en 150 millones de euros la de Soler– solo por detrás de la de Gonzalo Guedes. Pablo Longoria aprovechó una jugosa oportunidad de mercado cuando se hizo con los servicios de un joven pivote de 19 años que militaba en el Estrella Roja de Belgrado por una cifra regalada. Dos millones de euros desembolsó el club de Mestalla para que las cesiones al Tenerife y al Famaliçao hicieran madurar a Racic y lo convirtieran en el gigante que es hoy.