La trayectoria de Vicent Iborra constituye un caso singular. Nacido en Xàtiva, se curtió en el Mestalla en Segunda División antes de dar el salto al primer equipo. En el Valencia no terminó de cuajar pese a ser el máximo goleador del equipo en la ... temporada 56-57. Después de una breve etapa en Gijón, donde no se aclimató, dio el salto al Elche, club que por entonces se asentaba en Primera División. En la ciudad de las palmeras encontró el lugar perfecto para triunfar. Iborra permaneció allí 11 temporadas seguidas, abandonó la vanguardia y se transformó en un sólido defensa central, fue capitán y colgó las botas con 39 años, una edad excepcional para la época, aunque siguió en activo un par de ejercicios más en el Olímpic de su población natal.
En su debut como valencianista logró nueve goles en los 14 partidos en los que fue titular. Su estreno realizador tuvo lugar ante el Celta en Mestalla con triunfo local por 3-1. En esa campaña protagonizó alguna actuación destacada, la más importante fue cuando evitó la derrota ante la UD Las Palmas en casa con un par de goles en los compases finales que neutralizaba la ventaja visitante. Los canarios se habían adelantado en el marcador con sendos tantos en los primeros diez minutos. Una de las curiosidades es que Vicent Iborra fue el autor de los dos goles que el Valencia logró ante el Condal –filial del Barcelona al que se permitió subir después de una maniobra en los despachos– en su única campaña en la máxima categoría. Iborra perforó la meta del Condal tanto en Mestalla –triunfo por la mínima– como en Les Corts, en un duelo que concluyó con empate.
Pese a sus innegables cualidades, Iborra no tenía sitio en un equipo que empezó a incorporar delanteros sudamericanos: Machado, Joel, Walter y Aveiro entre otros. El Valencia de Pasieguito y Puchades iniciaba su decadencia, Wilkes ya era un mito en el recuerdo. En ese contexto se imponía un cambio de ciclo. Iborra se fue traspasado al Sporting de Gijón por medio millón de pesetas, una cantidad respetable en aquellos tiempos, pero no pudo evitar el descenso de los asturianos en su primera campaña, la 58-59. Cuando compareció en Mestalla como sportinguista asistió al triunfo local por 2-0, con goles de Ricardo Alós, delantero de Moncada, Pichichi en el ejercicio anterior y que se había erigido en un obstáculo insalvable para Iborra en las alineaciones.
Después de una campaña en Segunda en la que fue el máximo goleador del conjunto del Molinón al anotar 12 tantos, aceptó la oferta del Elche donde hizo historia hasta convertirse en uno de sus grandes símbolos. Junto al mallorquín Llompart, su inseparable compañero y amigo, es el tercer futbolista con más partidos disputados en toda la historia del conjunto blanquiverde. Iborra se erigió en uno de los principales referentes de un club que vivió su época dorada en los sesenta y que acumuló 12 campañas consecutivas en la máxima categoría.
El momento de gloria llegó con la final de Copa en 1969 ante el Athletic, en la que ejerció como capitán. Antes de esa memorable cita, resuelta por la mínima a favor de los vascos, el Elche eliminó en cuartos al Valencia y se sacó la espina de la semifinal de dos años antes, en la que los de Mestalla se llevaron la clasificación antes de conquistar el trofeo. Aquella fue una época de duelos vibrantes entre ambos equipos. A día de hoy, el partido de Primera División más veces disputado entre conjuntos valencianos lo protagonizan el Valencia y el Elche con un total de 46 precedentes.
Como jugador ilicitano, Iborra le marcó un gol al Valencia en su primer enfrentamiento en Altabix, sucedió en la temporada 60-61 y el encuentro concluyó con un apabullante marcador de 4-1 para los locales. Un año después se produjo un hecho determinante para entender la longevidad de su carrera. La lesión del defensa central Ansola –no confundir con el delantero valencianista Fernando Ansola– motivó que el entrenador del Elche, el legendario Juan Ramón que capitaneó al Valencia en los años cuarenta, le propusiera actuar en el eje de la zaga. Iborra estaba encantado con esa posibilidad. A su edad, cerca de los 30 años, y con la competencia de delanteros de gran nivel como Vavá –pichichi en 1966– o el paraguayo Cayetano Re, estaba condenado a la suplencia. Su prodigiosa adaptación como zaguero le permitió convertirse en titular indiscutible. Junto a su paisano Ballester y a Canós, natural de Burriana, formó una defensa inolvidable.
Toda la experiencia acumulada como delantero se tradujo en una amplia gama de recursos en las tareas de marcaje a los rivales o en la anticipación de las jugadas. Mestalla siempre lo acogió con cariño y respeto. El destino quiso que después de los años gloriosos se escenificara en el feudo valencianista el descenso del Elche en la penúltima jornada de la Liga 70-71, una semana antes de que el Valencia cantara el alirón en Sarrià.