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La Copa le ha sentado como un tiro al Valencia y la única duda que queda es saber qué resaca puede dejar en los imberbes chavales que maneja Baraja. Semicrecidos en la Liga y ficticiamente casi plantados en los cuartos por la fuerza que ... siempre emana Mestalla, noches así son siempre complicadas de digerir. Más aún cuando quien te viene el domingo es el tercero en la disputa liguera y que tiene un zorro viejo y sabio en el banquillo como Ernesto Valverde.
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Hay suficientes días por delante para amortiguar un varapalo de esta índole pero este grupo de adolescentes del fútbol no está acostumbrado a manejar situaciones tan extrañas como la que se vivió este miércoles, más copero que bronco. Cuando nada más pasar el cuarto de hora ya te han amargado la existencia, la euforia desaparece casi de un plumazo. Nadie esperaba que el desenlace fuera tan amargo que hasta para un tío como Jaume Doménech le tiene que haber dejado tocado. A sus 33 años, experimentó en sus propias carnes, y con su parte correspondiente de protagonismo, la debacle defensiva de su equipo. Qué curioso pero cuando más fe tiene la afición en tomarse un copazo sin que le quiten puntos por un control policial, más tortazo se lleva. Falló Jaume sobre todo en el primer gol y fallaron sus compañeros en la falta de rigidez y contundencia.
Dolió. Ningún equipo, por ejemplo, se había atrevido esta temporada a marcarle tres al Valencia en Mestalla. Eso era hasta anoche poco menos que un insulto. Por aquí, tan sólo Osasuna tuvo la osadía de hacer dos (1-2) y los únicos que pudieron marcar fueron Real Sociedad, Barcelona y Villarreal. Es de hecho el Valencia el tercer equipo de Primera que menos goles ha encajado como local (5), sólo superado por Real Madrid y Betis (ambos con 4). Pues bien, tuvo que venir Rafa Benítez y su temeroso Celta para pulverizar los registros y poner en evidencia a una defensa casi intachable hasta ahora y a un portero que está más escalones por debajo de Mamardashvili de lo que se podía uno imaginar.
No hay ningún pero esta vez al que entregarse para justificar las heridas propias. El VAR sí ayudó al corregir la mala percepción de De Burgos Bengoechea en la acción del penalti en el área viguesa. El despeje con el brazo fue tan claro que el árbitro se tuvo que tragar viendo el monitor su anterior convicción. Con Pepelu cumpliendo a rajatabla su rol desde los once metros (suma ya cinco esta temporada), Mestalla creyó inocente en la remontada.
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