'Arrancada de cavall, parada de burro'. No hay nada mejor que echar mano del refranero para ilustrar al detalle una situación que se repite. ... Más aún si el recurso verbal viene del valenciano –el idioma– y permite definir lo que protagonizó hace justo un año el hijo de Peter Lim, el treinteañero Kiat. En diciembre de 2022, en apenas 48 horas, Kiat tuvo tiempo para: sentarse por primera vez en la mesa presidencial ante los pocos accionistas del Valencia (once) que consiguieron superar los exquisitos requisitos puestos por su padre; irse por la noche a cenar con Gattuso en compañía de Layhoon, Corona y el resto de singapurenses a Casa Navarro, un prestigioso restaurante de la playa, al que le tenía especial predilección Anil Murthy para alargar sus sobremesas; visitar al día siguiente con reportaje fotográfico incluido el mamotreto del nuevo Mestalla, como si en sus pensamientos estuviera la solución definitiva al problema; presentarse después en el Ayuntamiento junto a la presidenta para embaucar una vez más a Joan Ribó, y utilizar de nuevo los medios oficiales del club para hablar públicamente de unas promesas que doce meses después ha sido incapaz de cumplir y por las que deberá dar la cara ahora Layhoon.
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Este jueves (10 horas), Kiat vivirá su tercera cita con los accionistas (2014 y 2022) pero en un contexto bien diferente. Para empezar, el Valencia se resiste incluso a admitir si tanto el hijo del máximo accionista como el resto de consejeros estarán presentes. De cualquier forma, si hubiera que escoger un titular para darle sentido a la asamblea que se celebrará en el palco vip de Mestalla, este bien podría ser el de la 'junta de las falsas promesas de Lim', incluyendo el apellido tanto a Peter como a Kiat. El primero porque indudablemente no se hace nada aquí sin su permiso, el segundo porque el tiempo ha descubierto que sus palabras estaban tan vacías como actualmente lo está la caja fuerte del club. «Con respeto a la historia y tradiciones, hemos decidido revertir al formato original para acceder a la junta. Esperamos que esto nos permita conectar con todos los accionistas, además de demostrar que sí que somos serios en cuanto al cambio y que queremos conectar de nuevo con los accionistas, con la afición y con los medios de comunicación».
6.828 Requisito
acciones son las necesarias para asistir este jueves a la asamblea. Al margen de las cuestiones económicas y el cambio de estatutos se aprobarán la reducción del número de consejeros (de ocho a siete), su reelección y también de la auditora (Ernst&Young).
O si se prefiere otra reflexión: «No quiero usar las diferencias culturales como excusa, aunque es un hecho que existe. Espero estar en contacto cuando esté aquí con los grupos de aficionados que hay en torno al club para poder ampliar mi perspectiva y aprender escuchando a las peñas. Vamos a arreglar esta situación».
Palabra de Kiat, el mismo que en 2014 tuvo que ponerse en pie para recibir una sonora ovación de los accionistas del Valencia, en aquella asamblea tutelada por Amadeo Salvo en el Palacio de Congresos que servía de consagración a Meriton. Por entonces, aún se podía acceder a la cita con nueve títulos, aunque las restricciones a los medios de comunicación ya habían empezado a ponerse en marcha si bien de manera tímida.
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Cuando Murthy se cansó de las críticas pulsó el botón rojo y Germán Cabrera aplicó sus conocimientos para acallar las protestas. Primero con la limitación de las intervenciones y luego con el requisito para poder acceder a las juntas. No podían ser interminables se dijo. En 2020 fue telemática y fue la última del acceso del pueblo. A la de 2022 sólo asistieron dos accionistas representando a Meriton y nueve más: seis de Libertad VCF (José Pérez, Dionisio Canales, Carlos Pavía, Javier Martinez, Álvaro Sendra, Paco Polit); Vicente Vallés (Pequeño Accionista); las peñas con Fede Sagreras y Héctor Gómez (con los títulos de Antonio Sesé). Cuando en 2024 se pueda ir con una solo, podrán hacerlo más de 15.500 accionistas.
Ni reuniones ni Mestalla
Ni Kiat se ha reunido con peñistas (y eso que decía que representar al club le hacía ser «muy feliz»), ni ha venido a Valencia desde entonces, ni se ha cambiado el color de las cuentas (siguen en rojo), ni se ha hecho nada en el estadio más allá del postureo y el intercambio de papeles («seguimos muy comprometidos con el proyecto»), ni se ha reforzado el proyecto deportivo («somos un gran club y queremos jugar en Europa de manera constante»), ni tampoco se han cambiado los estatutos para evitar ese vergonzoso uno por mil de acciones (se ha aplazado para 2024). La junta del jueves vuelve a ser 'clandestina'. La diferencia con respecto a la de 2022 es que esta vez se la perderá Chang See Hiang, que deja ser consejero... un drama para el valencianismo.
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