Kempes triunfa en el primer Mundial en color

«Argentina, aquí el Mundial». Así arrancaba la sintonía de las transmisiones televisivas del Mundial de Argentina 78, el primero que fue seguido en color en muchos hogares de aquella España que, a finales de año, acudió a las urnas para refrendar la actual constitución. El triunfo de los anfitriones en la prórroga, los goles de un Kempes desatado, la segunda final consecutiva perdida por los holandeses, el fracaso de la selección española y la sombra represora del régimen de Videla componen el recuerdo del último torneo en el que participaron 16 equipos, la mitad de los que están tomando parte en el que se disputa ahora en Qatar.

Ningún jugador del Valencia fue incluido en la convocatoria de Ladislao Kubala, el seleccionador español, para la fase final del torneo. El combinado hispano no superó la primera ronda, un grupo compartido con Brasil, Suecia y Austria. Un empate, una derrota y un triunfo fue el balance antes de volver a casa. El Valencia había completado un buen ejercicio, concluyó cuarto y se clasificó para Europa, pero la decisión del seleccionador no sorprendió ni generó polémica porque en la fase de clasificación tampoco hubo presencia de futbolistas del club de Mestalla. Algunos de los más prometedores como Botubot, Manzanedo, Arias o Saura tuvieron su oportunidad de debutar como internacionales después de aquella edición mundialista, aunque el único que se convirtió en asiduo fue Enrique Saura, presente en la Eurocopa de Italia 80 y en el Mundial de España 82. A su lado, Miguel Tendillo, que irrumpió de forma imparable en el Valencia y protagonizó una ascensión meteórica hacia la titularidad en su equipo y en la selección.

Argentina 78 fue, por encima de todo, el Mundial de Kempes. Su imagen icónica, con los brazos abiertos y la melena al viento en la celebración de cada uno de los seis goles anotados, está unida el momento culminante de su carrera. El valencianista se erigió como la gran figura del equipo campeón, el máximo goleador y el mejor futbolista de un torneo en el que participaron estrellas de la talla de Zico, Paolo Rossi o Rummenigge. En Buenos Aires y en su querida Rosario dio el salto para consagrarse. A falta de otros referentes, el valencianismo sintió como propio el triunfo argentino. Televisión Española sólo ofreció dos partidos en directo del combinado albiceleste antes de la final: la derrota ante Italia en el Monumental de River y el empate a cero con Brasil en el estadio Arroyito. Sus decisivos dobletes frente a Polonia y Perú no se incluyeron por criterios de programación, un hecho impensable hoy en día, aunque comprensible en aquella época con una sola televisión y dos canales. Hubo que conformarse con la radio.

Cuatro años antes, con motivo del Mundial organizado por Alemania Occidental, aparecieron los primeros televisores en color, anunciados a bombo y platillo como reclamo irresistible y expuestos en los escaparates de las principales tiendas de electrodomésticos de la ciudad ante los que se agolpaban infinidad de curiosos que seguían las evoluciones de los contados partidos que se transmitían. En algunos establecimientos ubicados en la avenida del Oeste de Valencia, una de las principales vías comerciales, se congregaban numerosos aficionados deseosos de ver con sus propios ojos aquella novedad.

Antes de que empezara a rodar el balón en Argentina 78, las principales marcas de televisores lanzaban con insistencia sus campañas publicitarias para aumentar las ventas. El torneo ejercía de gancho. En cierto modo, la implantación de la televisión en España estuvo muy relacionada con la celebración de los Mundiales de fútbol. El de Inglaterra en 1966 fue el primero que se pudo seguir en directo, en blanco y negro, por supuesto. El celebrado en México 70 fue pionero para que los satélites hicieran posible que la señal llegara de forma simultánea a todos los continentes. El celebrado en España en 1982 coincidió con la aparición de un nuevo artilugio: el vídeo, que permitía la grabación y la posterior reproducción de programas. Una revolución tecnológica que asombraba a los consumidores.

A falta de futbolistas del Valencia con la selección española, los aficionados pudieron ver en acción en tierras argentinas a dos ex; el austríaco Kurt Jara, que acompañaba a Walter Schachner y Krankl en la magnífica delantera del equipo centroeuropeo, y el neerlandés Johnny Rep, que fue uno de los más destacados del combinado naranja. En la final Kempes y Rep que habían sido compañeros durante el ejercicio 76-77 se reencontraron. Rep compartía delantera con el legendario Resenbrink y Willy Van der Kerkhof. Jara, tres años después de haber abandonado Mestalla, ostentaba galones en el once austríaco. De hecho, en el siguiente Mundial, celebrado en España en 1982, volvió a ser convocado y compartió campeonato junto a otro Kurt, el valencianista Welzl después de su primera campaña. Precisamente, otro austríaco, Krankl fue el elegido por Pasieguito para reforzar al Valencia de cara a la campaña 78-79. La operación se rompió por la intromisión del Barça y el recambio elegido fue el alemán Rainer Bonhof.

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