¿Qué tiene Lim con los entrenadores?

Sacando siempre a Voro de la escena, Nuno, Neville, Ayestarán y Celades, por ejemplo, forman parte del grupo de trabajadores que si lo sufrieron, lo hicieron en silencio. Les superan a estos en número y en tensión individual –por el tema de los fichajes o la ausencia de estos–, los Prandelli, Marcelino, Javi Gracia, Bordalás, Gattuso y un Baraja que ha sido, con diferencia, uno de los grandes protagonistas de esta última semana del mercado de fichajes. Lo de Paulista, Rafa Mir y el lío que montaron entre Orta y Corona con eso de los cambios de contrato y la hora que cada uno tenía para dar por cerradas las negociaciones puso a Baraja de nuevo en la primera línea de fuego. De nada le ha servido al vallisoletano ser el tercer mejor entrenador que ha tenido Lim en lo que a la media de puntos se refiere (Nuno y Marcelino son primero y segundo respectivamente) porque de premio sólo le han traído a un chavalín del filial del Madrid sin experiencia en Primera.

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Baraja contra Lim

Juan Carlos Valldecabres

Así, Baraja ya puede presumir de haber vivido en sus propias carnes la particular manera que tiene el Valencia de afrontar un tema tan sensible como el de los fichajes. Ha quedado claro este año que cuando Lim se acuesta y Layhoon apaga su móvil, el Valencia entra en modo avión. No de forma tan descarada pero algo así le pasó a Cesare Prandelli, el primero que vivió la desesperación que supone tener un dueño a once mil kilómetros, que no tiene la misma visión deportiva que los que entienden de verdad y que, encima, no delega con absoluta rotundidad (ya lo adivirtió sutilmente García Pitarch). El italiano ha sido con diferencia el entrenador más veterano y con más experiencia de todos los que han pasado por aquí en la era Meriton. Prandelli llegó a ser seleccionador de Italia pero su curriculum no le dio la suficiente energía como para aguantar. Diez partidos duró. 91 días en el cargo. Pasó del «fuori» hacia los jugadores, a quejarse del proceder meritoniano en lo que a los refuerzos de enero se refiere. «Si antes estaba claro que había con seguridad cuatro futbolistas y ahora era uno y ni siquiera estaba todavía cerrado, algo no cuadraba. Por eso decidí no seguir flotando y he renunciado. Me voy con la cabeza alta y el sentido de haber intentado todo lo posible». No aguantó las extrañas estrategias que le trasladaba por entonces Murthy (García Pitarch era el director deportivo).

Después vendría Marcelino García Toral. Con él se vio con absoluta claridad que el procedimiento de delegar funcionó a la perfección pero entre que Marcelino fue estirando el chicle y a Lim le fue calentando la cabeza Anil Murthy, al final el idilio se rompió después de 110 partidos, un título de Copa y 802 días de disfrute futbolístico. Marcelino copió a su antecesor y un día después de su adiós convocó a los medios en un hotel de Valencia para dar su versión de los hechos. «No hemos recibido felicitación de Peter Lim por ganar la Copa. Es más, cuando el 19 de julio fui a Singapur me felicitó por la Champions y no por la Copa. Puedes comprender mi sorpresa. No soy quién para echar un pulso a nadie. No voy a discutir la autoridad y no lo he hecho. El detonante de mi despido fue la Copa; para Peter Lim era una competición menor». A partir de ahí se iniciaría el declive del Valencia. Celades no dijo mucho sustancialmente hablando ni antes, ni después ni durante. La última reflexión suya sobre el Valencia (Marca, 25-2-2023) fue un poco inocente: «Mientras siga el clima tan enrarecido que se vive por la mala relación entre la propiedad y la afición no será fácil conseguir un alto rendimiento».

Con Javi Gracia (280 días) se alcanzaron también niveles altos, con amagos de dimisión incluidos. La sorpresa le llegó en enero, cuando sí movió el mercado. Pero a su manera claro. Se recuperó a Piccini y se firmó a tres futbolistas que no ayudaron en nada: Ferro, Oliva y Cutrone. Gracia llegó a ir decimoséptimo clasificado y fue destituido en el puesto catorce. Su despedida por carta llegó con mensaje: «No puedo ocultar que las circunstancias que han rodeado al equipo nunca han sido las más adecuadas».

A Bordalás (337 días) le vino bien llegar con la lección aprendida pero aún así se vivieron momentos de tensión. «Si queremos ser un club grande, tenemos que fichar. No lo digo yo, es una obviedad. Milagros en fútbol se dan muy poquitos». Tiempo después llegaría a reconocer «Tenían miedo a que Lim me conociese. Me hubiera gustado conocerle, posiblemente habría cambiado algo». Gattuso (235 días) se bajó del barco a mitad de travesía. No le trajeron a nadie. Ha sido el entrenador más joven de los que ha fichado Lim y ni su colegueo con el dueño le sirvió.