Lim lleva al Valencia a la ruina

Los números no mienten, y las cuentas de los últimos ejercicios muestran un estado económico más que preocupante para una entidad, que si nadie lo remedia, va camino de un futuro incierto que incluso podría pasar por la refundación. El Girondis de Burdeos, creado en 1881 y uno de los clásicos en la Ligue One, es el último ejemplo de la caída provocada por la mala gestión de un inversor. Un detalle titula la imagen real del club: el Valencia no ha podido contar en su plantilla con Bryan Zaragoza porque no ha pagado los 250.000 euros que sí que ha puesto Osasuna.

El Valencia de Lim experimentó un cambio de ciclo a partir de la temporada 2019-20. Hasta ese momento, la compra de jugadores estaba por encima de las ventas –502 millones frente a 360–. A partir de ese momento, la desinversión deportiva es un hecho, con una diferencia a favor de las ventas de 140 millones de euros. Además, si se traspasa a Javi Guerra por 25 millones, la etapa Lim se cifrará en una desinversión neta de 22 millones. El máximo accionista ha vendido a sus estrellas y a la cantera. Los economistas Juanma y Gaspar Romero, dos personas muy vinculadas al Valencia sentimentalmente y que analizan al detalle las cuentas de Lim, han realizado un diagnóstico que sitúa al club en cuidados intensivos. Las cuentas al cierre de cada temporada no mienten, y la situación es muy preocupante. Tras exprimir al primer equipo, ha llegado la hora de dilapidar la cantera, y cada jugador que sale de Paterna no está predestinado a tener una carrera larga en el Valencia, sino a ser una venta con el fin de cuadrar las cuentas. Lim hace tiempo que decidió no realizar ninguna aportación económica más al equipo, que se tiene que conformar con sobrevivir con lo que tiene.

Durante el periodo Meriton, hasta la temporada 22/23, el Valencia ha perdido 187 millones de euros con un fondo de maniobra negativo de casi 90 millones de euros. Este dato demuestra que el estado de salud del Valencia es muy preocupante porque ni tiene dinero para hacer frente a los pagos a corto plazo ni capacidad para invertir para mejorar su rendimiento.

La deuda del club ha permanecido casi inalterable en estos años de la era Meriton –se ha reducido sólo en 25 millones de euros y está por encima de los 329 millones–. Y los derechos de televisión, una de las grandes fuentes de ingreso de los equipos de fútbol, han menguado hasta percibir cantidades ajustadas a equipo de media tabla. De los 83 millones de la 20/21 a los 59 millones del último presupuesto.

La desinversión de Lim se hace patente también en la caída del sueldo de la plantilla del primer equipo, que ahora es poco más de 60 millones cuando hace tres temporadas superaba los 83 millones, un indicativo de que la calidad de los jugadores es menor que antes. El Valencia de Lim ha optado por un plan de refuerzos 'low cost', como los 150.000 euros por la cesión de Dani Gómez, un futbolista que no era titular indiscutible en Segunda División.

En la temporada 2014/15, cuando Lim se hizo cargo del club de Mestalla, el valor de adquisición de la plantilla era de más de 143 millones de euros con un valor neto de 94,4 millones. Una década después, la adquisición ha caído a 83 millones y un neto de poco más de 32 millones.

El club se encuentra en una deriva económica muy delicada, con serios problemas para afrontar un día a día en el que el máximo accionista ha dejado de invertir dinero y cuyo único objetivo es cuadrar las cuentas a base de venta de jugadores.

«Lim no quiere que el Valencia le cueste dinero. Lo compró a un coste muy bajo y en un principio lo usó para la compra y venta de jugadores de un determinado entorno –la cartera de Jorge Mendes–. Ahora no quiere invertir, tiene una empresa deficitaria y juega a empatar la cuenta de resultados con la venta de jugadores. Pierde en su gestión 30 o 40 millones por año e intentar equilibrar esos números rojos con la venta de futbolistas. Por eso este año están en el mercado futbolistas como Javi Guerra, Mamardashvili e incluso Mosquera. Lim nunca ha hecho una inversión real. En un principio mercadeó con jugadores para obtener un retorno y ahora, como no es capaz de ser un empresario de verdad que genere ingresos y cree valor recurre a la venta de jugadores, que harían crecer al equipo, con el fin de que no le cueste dinero su gestión. «Administra miseria y no podrá impedir que le cueste dinero», señala el economista Gaspar Romero.

El Valencia, enfrascado ahora en el objetivo de terminar un estadio a bajo coste respecto al proyecto original, no tiene capacidad para hacer frente a la finalización del nuevo Mestalla. El proyecto de Meriton ha pasado de ser deportivo a urbanístico. El club afronta una de sus temporadas más inciertas, con un equipo totalmente desmantelado con el fantasma del descenso al acecho.