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El mundo es hoy un poquito peor que ayer. Y anteayer peor que el domingo. Lo que debió ser un espectáculo futbolístico de primer nivel ... se ha convertido es espectáculo circense de pésimo calado. Hubo un Valencia-Real Madrid que llenó Mestalla de emoción, tensión y fútbol de altura y lo ganó en Valencia. Lo ganó Mestalla. Otra vez Mestalla que, como he dicho tantas veces, gana partidos y esta temporada evitará un descenso muy real. Pero, de todo esto, nadie ha hablado esta semana.
El soberbio partido de fútbol del Valencia, el grandioso gol del niño que faltaba del trío infernal, el gigante Mamardashvili y los 40 puntos sumados en la tabla han pasado por delante de nosotros como si no hubieran ocurrido. Como si el partido no se hubiera jugado. Y, por supuesto, sin que el Madrid hubiera perdido. Pero sí pasó. El Valencia ganó sobre el césped al todopoderoso Real Madrid. Que no les borren la memoria deportiva desde la capital de España.
Y luego está lo de Vinicius. Por un lado la persona y por la otra el jugador de fútbol. Miren, si Vini y el Madrid se hubieran marchado del campo tras el insulto racista yo me habría marchado con ellos. Como nos fuimos con Diakhaby tras lo ocurrido con Cala en Cádiz. No hay dobleces con el racismo. Hay pocas cosas más sucias hoy en nuestras sociedad que el racismo o la homofobia contra otro ser humano. Y, por desgracia, el fútbol es coto privado del insulto general y el cavernícola con entrada. Es imposible camuflarse mejor que en el fútbol. Y, como el cáncer, se esconde tras órganos sanos hasta que muestra su cara. Hay que acabar con el cáncer. Todos los sabemos. Pero el cáncer no es contagioso. Mestalla no es racista aunque en Mestalla haya racistas. Como los hay en el Bernabéu, en el Camp Nou y en Sevilla. En San Mamés y Mendizorroza. Pero tener racistas a tu alrededor no te convierte en racista. Todos lo sabemos. También en Madrid aunque no lo parezca. Y por eso es tan grave lo que hizo Ancelotti acusando a todo un estadio y lo que ha hecho Vinícius en sus redes sociales. Convertir un estadio, una ciudad, un club y hasta un país en racista. El daño hecho por estos dos sujetos es irreparable viendo la globalización provocada por una falsedad. De una gran mentira Y no pedirán perdón. Miserable.
Y tras hablar del Vinícius persona al que yo apoyo totalmente en su denuncia y actitud contra el racismo hay que hablar, de forma totalmente independiente, del Vinicius profesional del fútbol. Nuestra sociedad tiene muchos problemas. Tiene cánceres que extirpar. Uno de ellos los racistas. Pero no el racismo. También los homófobos. Pero no la homofobia. Y así estaría hasta mañana. Pero también tiene otros problemas que se tapan. Vinícius es un provocador pero le tapan porque juega en el Madrid. Vinícius se burla de jugadores y aficionados le insulten o no: es su forma de proceder. El domingo se pasó el partido provocando con muy mala baba hasta que se marchó del campo con la traca final.
Por cierto, una clara incitación a la violencia tipificada en el código disciplinario. Es un impresentable, un mal deportista y, por sus actos, no demuestra ser buena persona. Pero juega en el Real Madrid. Y todo lo que hace se justifica, se minimiza o se ignora. Se tapan unas cosas blancas y se maximizan otras del resto del mundo. Miren el cierre parcial de Mestalla. Todo a conveniencia del poderoso. Lo hemos visto un millón de veces y lo seguiremos viendo. Y eso, en España, también es un cáncer. La diferencia es que este nadie tiene intención de extirparlo.
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