«A estas alturas creo rotundamente que no se nos escapa ningún objetivo». Palabra de Marcelino. El Valencia tiene la Champions -no hay que olvidar que es el verdadero y único objetivo- a nueve puntos y el descenso a sólo dos. A pesar de eso, ¿en qué se fundamenta el técnico para mantener viva su promesa? Para este proyecto, todo lo que no sea quedar cuarto será un fracaso. Mientras, la estadística ahora produce cierto escalofrío. Con once puntos en once jornadas, la proyección de cara al final del campeonato invita a pensar que el equipo se escaparía por los pelos del descenso. Catorce equipos en la misma situación, en los últimos veintidós años, acabaron bajando. Nadie en el Valencia piensa lógicamente en ese escenario, cuestión que sería verdaderamente terrorífica para Marcelino, que por primera vez desde que está aquí ha sentido el aliento en el cogote del enojado público de Mestalla.
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La confianza que quiere transmitir una y otra vez Marcelino -y Mateo Alemany también- choca con la realidad. Él dice que es posible pero desde que la Liga de tres puntos la forman 20 clubes, cuando un equipo en la undécima jornada tiene los 11 puntos que luce actualmente el Valencia, es sinónimo de que o baja o acaba en la zona mediocre. En ese repaso a la clasificación en la jornada 11 desde 1997 hasta la 2018-19, un buen puñado de equipos acabaron estrellándose. Ninguno entró en Europa.
Pero, ojo, sólo se encuentra un caso que sí fue capaz de lograr la gesta de la remontada, y ahí es donde puede aferrarse Marcelino. Fue precisamente el Valencia en la campaña 1999-2000 con Héctor Cúper al frente. Mejor ejemplo para el asturiano imposible. Con el argentino, los blanquinegros tenían después de la undécima jornada -como ahora- 11 puntos en su cuenta. El equipo era decimoctavo -puesto de descenso- pero a partir de ese día, todo el panorama cambió por completo.
Poco a poco, el Valencia fue remontando hasta acabar en la jornada 38 como tercer clasificado. Sumó en total 64 puntos y quedó por detrás de Barça y el campeón Deportivo. Ese fue el Valencia que llegó a la final de Champions de París y que en Liga cogió tal velocidad y confianza que le hizo plantarse como favorito en esa final continental que acabaría perdiendo con el Real Madrid 3-0. Es el único ejemplo válido que le sirve a Marcelino para salir de la crisis, palabra que el asturiano se resiste a encajar en su vocabulario.
Para él, es cuestión de acierto y no le falta en parte razón. El Valencia presenta unos números casi de risa, más bajos que los que sumaban la formación de Cúper a estas mismas alturas de temporada. En aquellos momentos, el Valencia había ganado tres partidos (ahora uno solo) y llevaba 13 goles a favor (ahora 7) y otros 13 en contra (por 9 en la actualidad). Todo empezó a cambiar precisamente después de esa jornada 11. Si el sábado que viene el conjunto blanquinegro se las verá con el Getafe en campo madrileño, para emular la reacción de aquel Valencia de Cúper tendrá que ganar. Porque en la 1999-2000, en la duodécima jornada se superó al Barça 3-1, se empató en Oviedo (0-0), se ganó consecutivamente a Sevilla (2-0), Atlético de Madrid (1-2) y Rayo (3-1) y se empató 0-0 contra la Real Sociedad y 1-1 frente al Celta. Cuatro triunfos y tres empates en siete jornadas inyectaron un renovado ánimo a los valencianistas, que perdieron en la jornada 19 en La Romareda 4-2. La afición de Mestalla sabe premiar la entrega de sus futbolistas pero el sábado empezó a cansarse de tanta frustración ofensiva.
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