El jurado declara culpable a la mujer que mató de 50 martillazos a un amigo en Bétera
Álbum. El 'Hincha Sam' posa en la actualidad junto algunas instantáneas que guarda con cariño y que forman parte de la historia viva de la centenaria historia del club. F. Z.

Medio siglo de la máxima explosión de sentimiento

Pasión. La Liga del 71 huele a pólvora, como las tracas del 'Hincha Sam' que encendía al inicio de los partidos

Lourdes Martí

Valencia

Lunes, 22 de febrero 2021, 01:27

Francisco Zamorano pasó de ser un aficionado anónimo del Valencia al conocido 'Hincha Sam' casi por casualidad. Como ocurren las mejores cosas. Fue un par de semanas después de que este seguidor nacido en Godella (aunque ha vivido toda su vida en Burjassot) y el resto de aficionados enloqueciesen con el gol más celebrado de la historia blanquinegra. El Valencia acariciaba el título de Liga de la temporada 1970-1971. En las tertulias del momento, el gol de Forment ante el Celta en el minuto 92 de partido todavía resonaban. Ese tanto acabó siendo decisivo para que el Valencia se proclamase campeón semanas después en el campo de Sarrià. Impulsado por esa ilusión desbordante de saberse casi campeón, Francisco Zamorano, un joven que empezó ir al fútbol con su padre, hizo lo propio con sus hijos. Para el último partido antes del desembarco en Sarriá, aprovechando que se dedicaba a pintar abanicos, decidió ilustrar una sábana blanca con un mensaje de apoyo. «Tenía el pase en la cuarta fila detrás de la portería donde habitualmente calentaba el Valencia, así que pensé en bajar y hacerme una foto con los jugadores, la bandera y mis hijos». Vaya sorpresa se llevó cuando vio que los de Di Stéfano se dirigieron al extremo opuesto del estadio. Pero él no estaba dispuesto a cesar su cometido.

Publicidad

«Cogí la bandera y me crucé todo el campo, me puse entre ellos, el público empezó a celebrar mi presencia, me aplaudía, a otros no les hacía tanta gracia», recuerda Francisco. Su hijo mayor, Paco, tenía unos 9 años y el segundo, José, 6.

1. Familia. Abelardo, Valdez, el 'Hincha Sam', Kempes, Barrachina y el también desaparecido Juan Cruz Sol, en otro de los simpáticos recuerdos que guarda el aficionado en su museo valencianista particular. 2. Cariño. Sol sostiene a la pequeña Celia bajo la mirada de Claramunt y la madre de la criatura cuando fue a presentarla en el Parador de El Saler. 3. Leyendas. Mario Alberto Kempes y Arias, actual embajador del Valencia, charlan en un acto celebrado por el club de Mestalla, comparten charla con Francisco Zamorano. f.Z.

Una semana más tarde, con la misma bandera como único equipaje, se marchó a Sarriá. Allá donde el Valencia logró su cuarta Liga. 24 años después, un Domingo de Pascua, 18 de abril de 1971, el club de Mestalla se proclamaba campeón.«A raíz de ahí me entró una fiebre, un entusiasmo, todavía más, valencianista. Y tenía ganas de hacer muchas cosas», rememora casi con la misma ilusión de hace 50 años. «Cada domingo salía sobre el césped de Mestalla, tiraba una traca y enviaba mensajes a través de mis banderas. Decían que si estaba pagado por el club, ¡Pero qué va!», insiste. Junto a él sus dos orgullosos hijos. Ese intenso contacto con la plantilla fue creciendo: «Antes era todo muy diferente, éramos una familia». Tan cercanos se sentían que Francisco, por cierto el apodo le viene de 'Samorano' pronunciado en valenciano y de ahí, 'Sam', que cuando su esposa se quedó embarazada no tuvo ninguna duda de a quién pedir que fuese su padrino: «Fui al parador de El Saler y pedí que fuese algún futbolista. Todos quisieron, pero Claramunt dijo que él era el más indicado porque además era valenciano». Y nació Celia. Y el de Puçol cumplió su palabra. Pero la pequeña era un poquito de todos. Ese mismo año, por cierto, nació Reyes, hija de Claramunt. «Manteníamos una relación muy bonita. Aprovechando que llevé a la niña para que la conociesen todos, pinté en un abanico una fotografía de Di Stéfano y por detrás, l' Albufera. Además le regalé una caja que cuando se abría sonaba el himno del Valencia». Nunca olvidará Sam la reacción del siempre correcto desaparecido entrenador del Valencia: «Los ojos se le llenaron de lágrimas y me dijo: 'la única persona que me ha hecho llorar de emoción aquí fuiste vos'».

Villa. El aficionado personalizó abanicos para diferentes jugadores, como el caso del ariete, quien tiene pendiente un homenaje. f. z

Zamorano mira con nostalgia una época en la que todo se vivía «diferente». Ahora sufre desde la distancia, en casa, «como todos» a su Valencia. «Hay veces que te enfadas tanto que dices, 'ya no voy a verlo más', pero a los dos o tres días estás deseando que vuelva a jugar. Es un sentimiento inexplicable que nada tiene que ver con máximos accionistas. Es algo demasiado grande como para poder expresarlo con palabras».

Los fotógrafos más conocidos de la época le regalaban sus retratos y fue protagonista de muchos reportajes en publicaciones de la época. No pasaba desapercibido. Su sentimiento está en buenas manos sus hijos, sobre todo José, presume de padre. Y de sentimiento sobre todo «en los malos momentos».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€

Publicidad