El 10 de septiembre de 1970, Merchina Peris marcó un gol en Mestalla. El primero que una mujer, bueno, una niña (sólo tenía 10 años), anotaba en el estadio que este año ha cumplido su 97 aniversario. Casi medio siglo después, la hija del eterno dirigente del Valencia, Vicente Peris, recuerda «como si fuese ayer», aquella tarde en la que cerca de 60.000 aficionados celebraron su gol mientras su padre sentía la felicidad inmensa desde la banda: «Fui suplente y en el descanso íbamos 0-0, me llamaron y me dijeron que tenía que salir y marcar. Me empezaron a temblar las piernas. En una jugada, una compañera me dio el pase de la muerte y yo chuté con la izquierda, la mala, el balón fue raso justo al borde del poste... y entró».
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A una Merchina casi «paralizada» por el estallido de Mestalla, le devolvieron a la realidad los abrazos de sus compañeras. «Me giré hacia el banquillo y vi a mi padre saltando como un loco en la banda y a los jugadores celebrándolo también con una alegría inmensa».
El tanto de Merchina en Mestalla es fruto del trabajo de aquella niña. Pero también es resultado de la insistencia de una amante del fútbol que no entendía por qué el Valencia no tenía equipo femenino: «Cada vez que iba a Mestalla, era habitual que hijos de dirigentes y jugadores estuviésemos allí, decía que por qué no había una sección del Valencia, como había de otros deportes, en el que hubiese mujeres». Al final, les «permitieron» cumplir un sueño.
El club organizó un partido femenino en los prolegómenos del Trofeo Naranja entre los de Mestalla y el Partizán de Belgrado. «Jugamos el Racing Valencia contra el Sporting Levante, no podíamos usar los nombres de los equipos pero sí los escudos. Las equipaciones eran réplicas de las que vestían los profesionales», explica. En aquellos años 70 no había ni siquiera «categorías inferiores», los equipos femeninos los formaban niñas de unos «diez años» hasta mujeres de unos 20. Merchina era la más pequeña pero era una goleadora nata: «Tenía mucho acierto de cara a portería», añade, tenía maestros envidiables.
«Di Stéfano me enseñaba a lanzar penaltis. Ponía vasitos de plástico pegaditos al poste de la portería de la izquierda mirando desde tribuna y así me enseñó a marcar penaltis. En aquel partido en Mestalla justo marqué ahí pero no fui consciente de ello. Fue mágico». En los 80, empezó a jugar a fútbol-sala: «Me incorporé una temporada al equipo Distrito-10 donde coincidí con la hija de Manolo Mestre, Amparo. Es un fútbol diferente, más técnico, allí jugaba como pivote y tenía como referente a Solsona por cómo controlaba el balón».
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Merchina considera un «hito» la firma del convenio colectivo de este año y cree que es cuestión de tiempo que finalmente el CSD reconozca a la Liga Femenina como «profesional». En un lugar privilegiado de casa, guarda la exfutbolista el busto con el que el Valencia y el Levante le reconocieron su papel. A ella y al resto de pioneras del fútbol español.
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