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La figura de bronce de Vicente Navarro, en medio de la grada vacía EFE
VALENCIA CF

Mestalla, un duro silencio de Champions

El Valencia, sin el apoyo de su gente, echa el telón a su periplo europeo este curso| El club intenta poner algo de ambiente desde la megafonía dentro del campo y fuera, 3.000 personas transmiten su entusiasmo al equipo

t. calero/l. martí

Miércoles, 11 de marzo 2020, 00:01

Sonaba el 'You'll never walk alone' en Mestalla casi cuatro horas antes del encuentro. El templo valencianista trataba de ambientarse a sí mismo dadas las circunstancias y teniendo en cuenta que era un imposible. El estadio le marcó los suyos al Basilea, a la Lazio y el Barça o al Getafe y esta vez no podía ayudar. La megafonía (atronadora durante el partido) se empeñaba en que Celades y los futbolistas no caminaran solos en la travesía por el avance del coronavirus que nadie a ciencia cierta sabe cuánto durará. El Valencia-Atalanta fue el primer partido de la presente edición de la Champions cerrado por el riesgo de contagio y no será el último. Por los encuentros sin público pagan todos los actores del fútbol, pero especialmente la gente. «Jugamos para los aficionados. ¿Tiene sentido jugar sin ellos?», reflexionaba Denis Suárez, sólo uno de los muchos jugadores protestantes.

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«No nos vamos a quedar de brazos cruzados mientras otros pisotean el escudo». Fue la frase final del texto de Dani Parejo lamentando la decisión de cerrar Mestalla. El capitán hecho portavoz de un club que apostó por el crudo silencio desde el principio de la controversia. Parejo cargaba con dureza por el estadio vacío y de paso, enganchaba aún más a la afición, día a día más proclive a creer en la remontada. Así que el boca a boca funcionó hasta ver cómo 3.000 valencianistas se agolpaban en la Avenida de Suecia viendo llegar a los futbolistas... para luego marcharse a su casa. Insólito. Qué sensación tan extraña la de dejarse la garganta en la calle y desfilar hacia el sofá sin cumplir con la liturgia de entrar en Mestalla para seguir junto al equipo.

En el recibimiento, de varias horas de guardia por parte de los más jóvenes, se vitoreó a Parejo, llovieron los cánticos contra Anil Murthy y unas cuantas bengalas quebraron una paz absoluta. De hecho y coincidiendo con el avance del autobús valencianista, efectivos de la policía se fueron rápidamente a por los responsables para identificarlos. De los seguidores del Atalanta que en los días previos se paseaban tranquilamente con la camiseta de la DEA por la ciudad, ni rastro. Hora y media antes del choque, los protagonistas se metieron en el campo y a jugar.

Las pocas cámaras de televisión en Mestalla grababan los gestos de rareza que salían de los futbolistas mirando las gradas, el himno de la Champions sonó igual de fuerte que siempre pero no lució ni la quinta parte. Por la megafonía, sonido ambiente con algunos de los cánticos más recurrentes de la parroquia blanquinegra y, frente a la grada de Tribuna, la lona escogida por la entidad para motivar a la tropa: «El nostres cors i ànimes sempre estan en Mestalla».

Se escuchaba absolutamente todo, incluido el mensaje de suerte que el árbitro lanzó a Jasper Cillessen justo antes de que Ilicic pusiera más imposible aún la eliminatoria. En ese momento, por cierto, la gran mayoría de los aficionados que se habían quedado a ver el fútbol en los bares cercanos al estadio, se marcharon a casa. Dos errores clamorosos de Diakhaby y adiós. El doble duelo ante el Atalanta se torció desde el primer minuto del encuentro de San Siro y todo lo que sucedió después convertirá el cruce en inolvidable. Aunque no precisamente de buen recuerdo.

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