![Clerc y Florenzi disputan un balón durante el partido. irene marsilla](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202006/13/media/cortadas/150882065--1968x1606.jpg)
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JUAN CARLOS VILLENA
Sábado, 13 de junio 2020, 00:31
Mestalla tiene alma. Vaya si la tiene. Con 97 años recién cumplidos, sus paredes conservan sonidos míticos. De victorias, de goles. Como el de Rodrigo, cantado a pleno pulmón por sus compañeros. El de ayer contra el Levante fue el primero de los cinco partidos a puerta cerrada sobre su césped hasta final de temporada. Como si fuera una condena. No es la primera vez que le ocurre, tampoco lo fue la noche del Atalanta, porque en enero de 2006 tras un monedazo al árbitro asistente Vicente Egido en un partido de Copa frente al Dépor se cerraron sus gradas para acabar días después aquel partido. Hasta en silencio, se pueden escuchar los sonidos.
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Anoche Mestalla tenía decenas de miles de asientos vacíos. Vamos, todos menos la pequeña resta de los no convocados de cada equipos y miembros de los clubes en la zona de tribuna y los ocupados en el palco. El pesar es que cuando regrese la afición a poblar los colores de cada silla muchas de ellas seguirán vacías. El coronavirus no distingue de camisetas y lamentablemente la pandemia ha apagado la vida de muchos valencianistas. El Valencia quiere tenerles para siempre en el recuerdo y va a realizar un mural en recuerdo de todos esos valencianos y valencianistas que han fallecido víctimas del maldito Covid-19. Los familiares de los fallecidos que lo deseen deberán rellenar un formulario y aportar una foto de la persona que vaya a aparecer en el mural que presidirá Mestalla.
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Sin aficionados en las gradas, el fútbol moderno ha rescatado sonidos vetados. Como si un audífono gigante se hubiera instalado sobre el césped subiendo decibelios como si no hubiera mañana. Desde los gritos de los rondos de los jugadores calentando a los preparadores físicos jaleando como si se tratara de una clase de spinning. El reclamo de Mestalla vacío llama al selfie, aunque sea con traje, corbata y mascarilla de directivo en el césped.
El protocolo de seguridad también ha aprovechado la ausencia de público. En este caso para la vertiente sonora de insultos. Cuando se decidió que los dos equipos saltaran al campo al unísono se quería evitar esos recibimientos del fútbol añejo a los visitantes menos queridos donde estallaban los tímpanos de la furia. Sin ese peligro, se puede volver al pasado. Anoche primero saltó el Valencia bajo los acordes del pasodoble Valencia de Padilla. Unos segundos después, el Levante. ¿Escuchan? Fue el silencio como respuesta. Los cánticos enlatados no ahogaron los gritos de compañeros avisándose de coberturas, reclamando balones (a Clerc aún le chillan los oídos con Morales), para escuchar nítido el silbato del colegiado o los gritos reclamando un penalti y celebrando el gol golpeando una chapa. Como en el fútbol de empresas. Algo raruno.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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