Secciones
Servicios
Destacamos
Para descubrir la historia del Valencia resulta fundamental, ya sea física o mentalmente, viajar hasta la avenida Suecia, contemplar de arriba abajo la antigua tribuna que resiste en el corazón de la ciudad y rascar en las paredes de un Mestalla cargado de solera. Entonces aflorarán infinidad de imágenes y sentimientos. La piel se erizará. Un estadio lleno de recuerdos, de gloria, de magia, de amor, de sinsabores, de crisis, de ilusión, de reinvención, de vínculos sociales... Mucho, muchísimo más que un espacio donde se juega al fútbol. Es un recinto que tiene alma. Tan arcaico como romántico. Una combinación que despierta un sentimiento de absoluta contrariedad en numerosos aficionados cuando, paseando por Cortes Valencianas, observan el paralizado esqueleto del que, supuestamente, será el futuro campo del equipo. Mientras, la pelota sigue rodando en un escenario que el próximo 20 de mayo cumplirá cien años y que une a todas las generaciones de seguidores que ha tenido el club. El nexo del valencianismo.
Como el fútbol, Mestalla ha ido evolucionando a lo largo de los años. Actualmente, desde la demolición de San Mamés en 2013, se alza como el estadio más antiguo de la Primera División española. El Valencia, fundado en 1919, comenzó jugando en Algirós, que pronto se quedó pequeño. Así, los dirigentes pusieron en marcha la búsqueda de un solar donde construir un campo de mayor capacidad. Un proceso que les condujo a unos terrenos junto a la acequia de Mestalla. En medio de los huertos. El proyecto fue redactado por el arquitecto Francisco Almenar Quinzá. Con un aforo para 17.000 espectadores, se llevó a cabo su inauguración el 20 de mayo de 1923 con un partido amistoso contra el Levante FC.
Noticia Relacionada
El Valencia, que ya brillaba en los campeonatos regionales, iba creciendo. Una circunstancia que invitó a los gestores a impulsar la primera reforma de Mestalla en 1927, aumentando su capacidad hasta las 25.000 personas merced a la construcción de la tribuna cubierta. Además, se plantó césped en el terreno de juego, abandonando la tierra. Se convirtió en un estadio de referencia a nivel nacional y, justo antes de que estallara la guerra civil, albergó por tercera vez la final de Copa. Tras las celebradas en 1926 y 1929, el 21 de junio de 1936 el Madrid FC se impuso al FC Barcelona por 2-1. Apenas unos días después, se produjo el golpe de Estado contra el Gobierno de la Segunda República.
El conflicto bélico pasó factura. También al fútbol. Y Mestalla se convirtió en uno de los estadios más afectados del país, ya que fue utilizado tanto de campo de concentración como de depósito de chatarra durante la guerra civil. Los daños sufridos resultaron evidentes. Sólo se conservó la estructura de la tribuna. Las gradas fueron destrozadas. Con la colaboración de la Federación Española, el Valencia afrontó la reconstrucción de las instalaciones.
La remodelación dio paso a la primera etapa dorada del Valencia, que en 1941 estrenó su palmarés al ganar al Español en la final de la Copa del Generalísimo. Mientras Mestalla recuperaba el lustre, la afición vivió una década prodigiosa gracias a las genialidades de la 'delantera eléctrica'. Así se bautizó al ataque formado por Epi, Amadeo, Mundo, Asensi y Gorostiza. Aquel equipo de leyenda alumbró las vitrinas del estadio conquistando tres Ligas y dos Copas.
Noticia Relacionada
La década de los 50, sin embargo, no iba a resultar sencilla para el Valencia. El club pasó de la ambición a la desolación. Con Luis Casanova asentado en la presidencia, la entidad decidió en 1950 ejecutar la mayor ampliación de Mestalla para dotarlo de una capacidad de 45.500 espectadores. Con tal de financiar las obras, al margen de la obtención de créditos bancarios, los dirigentes optaron por la venta de abonos para 15 temporadas. Casi nada. Y es que la inversión en el campo fue de unos 47 millones de pesetas, ya que hubo que comprar parcelas adyacentes para construir nuevas gradas y accesos. También se reformó la tribuna cubierta.
Un estadio de altura. Sin embargo, otro revés iba a poner a prueba la fortaleza de Mestalla. En esta ocasión fue la gran riada que inundó Valencia en octubre de 1957. El desbordamiento del Turia destrozó las sillas de tribuna, las instalaciones de agua y luz, las oficinas, los vestuarios... Pero el estadio se repuso e incluso dio un salto de calidad. Durante las Fallas de 1959, estrenó la luz artificial en el campo con un amistoso ante el Stade de Reims francés. De esta forma, llegó el fútbol nocturno.
Más información
Con luz eléctrica para el césped, el Valencia organizó atractivos amistosos ante rivales extranjeros como el Inter de Milán, el Corinthians o el Nottingham Forest. Y a finales de junio de 1959, se celebró la primera edición del trofeo Naranja con la presencia del Santos brasileño. Un equipo en el que deslumbraba Pelé, quien con sólo 19 años ya se había proclamado campeón del mundo. El astro enamoró a Mestalla, lleno hasta la bandera.
Mestalla se abrió al mundo. Y fue el 15 septiembre de 1961 cuando albergó el primer partido oficial de talla europea. El rival fue el Nottingham Forest. El Valencia entró con fuerza en Europa y conquistó dos ediciones consecutivas de la Copa de Ferias, en 1962 y 1963. Y a finales de aquella década, bajo la presidencia de Julio de Miguel, los socios acordaron cambiar el nombre oficial del estadio como homenaje a Luis Casanova, quien había marcado una época. El 23 de agosto de 1969 se aprobó la modificación.
Mantuvo la denominación de Estadio Luis Casanova hasta el 6 de noviembre de 1994. Y es que el que fuera presidente del Valencia durante dos décadas envió una carta a Paco Roig, máximo mandatario de la época, para expresar su agradecimiento y pedir que el recinto recuperara el nombre original de Mestalla.
El campo fue ganando en comodidad durante los años 70, con las sillas gol, por ejemplo. Y se puso sobre la mesa un asunto trascendental, ya que la directiva estudió la posibilidad de trasladar Mestalla a unos terrenos situados a las afueras de la ciudad, pero finalmente se descartó el proyecto. El estadio no se movía. Y por delante, una cita que iba a suponer una nueva revolución.
El Valencia de Mario Alberto Kempes coleccionaba títulos, entre ellos la Supercopa de Europa de 1980, que continúa siendo la última final continental acogida por Mestalla. El estadio había sido remodelado en 1978 acondicionándose para el Mundial de 1982, que se celebró en España. Todo un acontecimiento.
El entonces Estadio Luis Casanova fue el escenario de los tres encuentros de la primera fase del Mundial disputados por la selección española. Y justo una década después, Mestalla volvió a cobrar protagonismo en el panorama internacional al convertirse en una de las cuatro sedes de los partidos de fútbol de los Juegos Olímpicos de Barcelona. España se colgó la medalla de oro por primera vez en su historia.
Todavía iba a dar un último estirón Mestalla. Y entre 1998 y 2001, Paco Roig promovió una ampliación que implicó la construcción de tres nuevas gradas. Un controvertido proyecto que permitió que el aforo del campo superase los 50.000 espectadores. Ese anillo terminó en los juzgados y fue declarado ilegal por el Tribunal Supremo en 2006. Pese a la sentencia, continúa esquivando la demolición.
Más sobre 'Tendemos puentes'
Laura Garcés
Isabel Domingo
Ya durante la última década, Mestalla se ha acicalado con una imagen más moderna, tanto interior como exterior. El color naranja ha ido ganando protagonismo y las lonas de numerosas leyendas del Valencia ocupan la fachada de la tribuna.
Mestalla es un templo. Un icono. Sobre su césped han brillado mitos como Kempes, Maradona, Pelé, Di Stéfano… Hasta diez finales de Copa se han disputado en la catedral del valencianismo. Sin olvidar las mágicas noches europeas del equipo.
No estaba en los planes del Valencia que Mestalla llegara a los cien años de vida. Según aquel rutilante proyecto que presentó a bombo y platillo el entonces presidente Juan Soler, el nuevo estadio debería haberse inaugurado en 2010. Y el enclave del antiguo ya estaría ocupado por imponentes torres. Fueron castillos en el aire, ya que una despiadada crisis económica aguardaba a la vuelta de la esquina. En cualquier caso, a la espera de que las obras se reanuden en Cortes Valencianas, el fútbol sigue latiendo con fuerza en la avenida Suecia. Como sucede desde 1923. Sentarse en esas gradas es respirar la historia del club.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.