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EDITORIAL

Más transparencia

La negociación de la venta del Valencia exige menos enredos y desinformación

LAS PROVINCIAS

Viernes, 4 de julio 2014, 08:05

El proceso de venta del Valencia exige más luz y taquígrafos. El ademán de Peter Lim de abandonar la negociación y el viaje relámpago de Amadeo Salvo a Singapur para convencerle de que no se fuera volvieron a sumergir en las tinieblas una negociación que ya nació con un exceso de melanina. Se pretendiera o no, tanto secretismo, vaivén y enredo han logrado anestesiar a una masa social cada vez más confundida, pese a la sugestión con la que ha recibido el proyecto de Lim, hasta el punto de aceptar decisiones tan incomprensibles como la destitución de Pizzi sin que el millonario asiático haya comprado todavía el club. Pero la afición empieza a revolverse inquieta.

El proceso, envuelto en una falsa y discutible confidencialidad, creó una fallida comisión gestora en el que todas las partes, en un intento de que sus aspiraciones se vieran cumplidas por encima de todas las cosas, cambió las normas a su antojo hasta que la negociación reventó en una operación diseñada para ello.

Los patronos de la Fundación, el 17 de mayo, consensuaron una unanimidad de puro alivio y consintieron, incluso los tres que ayer dimitieron, apoyar a ciegas la propuesta de Peter Lim porque ni siquiera se les informó de la existencia de dos cartas, una de Bankia y otra de PwC, para que se abortara la votación o no se utilizara el informe de la consultora para aprobar la venta. Desde entonces, cada día que pasa se funde un plomo en una negociación de tintes caóticos con altas dosis de desinformación.

El presidente del Valencia, Amadeo Salvo, debe entender que es el máximo responsable por delegación de una institución que tiene una masa social de más de 35.000 personas, y Aurelio Martínez, como garante de la Fundación, debe de asumir que en esta operación también hay dinero público de por medio. La Generalitat pretende quedarse fuera del juego para no entrar a solucionar un asunto que se va de las manos, mientras que Bankia no tiene prisas por acelerar el proceso que degrada de forma alarmante la salud del club, a la puerta de la pretemporada.

El valencianismo exige respuestas y sobre todo transparencia. De lo contrario, se da lugar a especulaciones sobre intereses particulares de cada una de las partes. Cabe exigir tras más de seis meses de negociaciones y tiras y aflojas una explicación detallada y minuciosa, sobre todo después de haber convocado dos asambleas populares en Mestalla para hacerles partícipes y protagonistas del destino del Valencia.

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