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Merecido adiós a la Champions
Fútbol | valencia cf

Merecido adiós a la Champions

El Valencia jugará la Europa League tras caer en Mestalla ante el Olympique de Lyon y enlazar tres derrotas

toni calero

Miércoles, 9 de diciembre 2015, 17:30

Se va el Valencia de la Champions League de la forma más dolorosa posible. Dentro de un grupo sin ningún grande de Europa en el que ha ido dando tumbos: primero perdió, luego acarició la clasificación y finalmente bordeó el ridículo encadenando tres derrotas. El Gante, un conjunto de escasa enjundia sin apenas bagaje dentro del viejo continente, ocupa el lugar que la competición había reservado al Valencia en los octavos de final. Con Nuno y los futbolistas como protagonistas de este triste regreso a la Champions, la puntilla al capítulo más triste de la era Lim llegó con Gary Neville en el banquillo. Nada se le puede achacar al británico. Ayer sólo dio continuidad a lo que percibió el sábado en el empate contra el Barcelona.

La eliminación es una puñalada al vestuario, sí, pero también al proyecto. El Valencia se esculpió a base de millones con la mirada puesta en las eliminatorias de la Liga de Campeones, donde los 16 mejores luchan por el título más codiciado del mundo. Al pellizco económico que vuela se une la sensación de no haber hecho lo suficiente para ganar el prestigio que no hace tanto elevó al Valencia hasta los cielos del fútbol. Si los blanquinegros dejan de jugar en la hora mágica de las 20:45 es por sus propios errores. Los mismos que le impidieron ayer superar al Olympique de Lyon. Es cierto, el Valencia jugaba dos encuentros a la vez. Y no pudo ser. Ni en Mestalla ni tampoco a miles de kilómetros de distancia, donde el empuje de los novatos sí sirvió para estar en octavos.

«Siento como si fuera un partido típico de última jornada de Liga, con los descensos en juego», explicó Parejo en la previa. Y sí. La radio, los videomarcadores, las redes sociales... El Gante-Zenit se disputaba al tiempo del Valencia-Lyon. En el minuto 18, cayó el gol de los belgas y todo cuanto había en Mestalla se congeló. Jugadores, técnicos y afición. Era un riesgo presumible, pero el once blanquinegro lo encajó de la peor forma posible: se le fue la cabeza a Gante y dejó de bramar sobre el césped, permitiendo la resurrección del Olympique, mero invitado de piedra en su última función de la presente Champions League. Sólo por la ambición, el equipo del impasible -en el área técnica- Gary Neville estaba más cerca del gol. El arranque fue prometedor. Parejo funcionaba de 5, bien cerca de los centrales, De Paul seguía con su particular reconciliación con el fútbol y Mustafi... Mustafi le ponía corazón, cabeza y algo más para convencer a los suyos de que la clasificación era posible.

Suyo fue el primer remate al larguero, el tanto invalidado incomprensiblemente por el árbitro. Mestalla se enganchó al espíritu del alemán. Y con la grada el resto de jugadores. Cancelo desbordaba una y otra vez. Parecía cuestión de minutos, quizás segundos, que el Valencia se adelantara y de paso trasladara sus nervios a Bélgica. Todo ello se difuminó con el tanto de Depoitre y la sensación de que el Zenit estaba de vacaciones.

El mazazo estuvo acompañado por la lesión (otra más) de Enzo Pérez. Arriesgó el argentino para estar en la Champions y lo pagó. El músculo le dijo basta y Neville dio entrada a Javi Fuego. Los buenos minutos en Enzo dieron paso a una versión plana del Valencia. Los ánimos fueron perdiendo grados. Para entonces, Jaume había salvado a su equipo. No aparecía demasiado el Lyon por el área rival, pero cuando lo hacía era punzante. Veloz. Con el Valencia mentalizado únicamente en abrir hueco en el marcador, Cornet se inventó una maravilla para complicar aún más el pase a los octavos. Neville y los futbolistas eran carne de Europa League. Tocaba remontada. Épica con un estadio que no pasó de las 35.000 localidades. Estático en ciertas fases del encuentro. Y el vigor perdido del Valencia tras la belleza de Cornet fue también la desesperación de la grada de Mestalla.

Las opciones escaseaban. No había apenas margen de maniobra. Tocaba arriesgar. Y por ello Neville dio entrada a Álvaro Negredo (once partidos después jugó el vallecano) para reforzar el ataque. Juntos se alinearon Alcácer y el 7, cuya entrada y presencia en el césped sólo sirvió para comprobar que la guerra con Nuno se la apuntó él. El Valencia se encomendaba a las arrancadas de un cada vez más fundido De Paul y el acierto de sus dos delanteros. Eso y el Zenit. Los rusos, cuando menos se esperaba, pusieon las tablas en el marcador. El 0-1 seguía en Mestalla y el Valencia revivió.

El Lyon, desahuciado y cuarto de grupo pasara lo que pasara, aprovechó el arrebato blanquinegro para castigar a Abdennour y Mustafi. Sufrió el tunecino en varias carreras con Lacazette y Cornet. El Valencia mantenía la respiración por las rápidas respuestas de Jaume y el amor propio de los futbolistas. Los argumentos futbolísticos dejaron de importar en los últimos minutos.

A falta de quince para el final, Lacazette sí aprovechó uno de los contragolpes para poner la puntilla al Valencia. El 0-2 mutilaba cualquier esperanza de seguir en la Champions. Por si acaso, el Gante también consiguió marcar al Zenit. Mestalla empezó a vaciarse con el segundo del Olympique. Los intentos finales eran inútiles. El Valencia era equipo de Europa League, como el Sevilla o el Manchester United, dos de los principales huesos de la competición que a partir de ahora pelearán Neville y sus hombres. Se preguntaba la afición si era mejor seguir escuchando la celestial música de la Champions o descender un peldaño para albergar opciones reales de llevarse un título a final de temporada. Los debates no sirven. El futuro inmediato del Valencia es intentar conquistar la Europa League. Un premio que ayer y hoy no consuela ni lo más mínimo.

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