El nuevo Mestalla cumple 16 años pendiente de reiniciar las conversaciones para acabarlo

Hace este martes 16 años, el Valencia empezaba a construir en Cortes Valencianas el que se vendía como uno de los mejores estadios del mundo. Un coliseo que iba a traer a la ciudad la final de la Champions, un Mundial de atletismo o cualquier gran evento que se pasara por delante. La realidad es que a día de hoy lo único que han desfilado por la instalación son técnicos para comprobar que la estructura está en orden, alguna que otra presentación de cómo va a ser finalmente el campo de fútbol (que ha ido evolucionando con el tiempo y según la economía del club) y, claro está, sin techo que buscan cobijo, así como gatos y roedores. Porque desde que la crisis del ladrillo obligó a paralizar el proyecto y acabó llevándose por delante la gestión tradicional del club han pasado ya más de 13 años.

Y ahora, con la posibilidad de traer a Valencia un Mundial de fútbol empieza a urgir un acierdo entre Meriton y las instituciones para desbloquear por fin el estadio. Peter Lim tiene el dinero de CVC pero no quiere poner más de su bolsillo. En principio, del fondo de inversión merced al acuerdo global con la Liga, el club blanquiengro destinaría 85 millones y las últimas estimaciones es que serían necesarios 110 para acabar el coliseo.

Con esa diferencia de dinero, el Valencia intentó acabar un estadio de mínimos, llegando a presentar en la pasada legislatura un proyecto con 40.000 asientos, menos aforo incluso que el actual Mestalla. El anterior Ayuntamiento, y en especial la parte del PSPV con Sandra Gómez como cara visible, adoptó una línea dura, enrocándose en los 70.000 espectadores de aforo que se habían acordado en la ATE, la figura urbanística que había permitido impulsar el proyecto en una parcela que inicialmente era dotacional.

El Valencia también se plantó en 66.000 y con estos 4.000 espectadores de diferencia se acabó la legislatura en medio de reuniones en las que no se llegaba a ningún acuerdo y alguna que otra declaración que adoptaba forma de dardo en cuanto salía de la boca de quien la pronunciaba. Y en medio está la posibilidad de que la ciudad organice una de las semifinales del Mundial de 2030. Pero para ello, la candidatura ibérica debe tener garantizado, como mucho para abril de 2024, que el coliseo de Cortes Valencianas estará acabado para dentro ya menos de siete años.

Las instituciones -con el cambio drástico de color político- y el Valencia están, por lo tanto, condenados a entenderse. Con el Ayuntamiento de la ciudad constituido, se está a la espera de que se configure la Conselleria de Cultura y Deporte, cuyo titular es Vicente Barrera (Vox). A día de hoy no hay director general de Deportes y una de las condiciones que se ha impuesto la alcaldesa María José Catalá (PP) es ir de la mano a la hora de sentarse con Meriton.

Así, el Ayuntamiento no atenderá a Layhoon Chan ni al resto de su equipo para hablar del nuevo estadio hasta que en la mesa estén también los representantes de la Generalitat. Es más, Catalá tiene previsto hacer una ronda de contactos con el resto de grupos políticos del Ayuntamiento para intentar que haya una postura unánime a la hora de negociar con Meriton. Cualquier maniobra se realizará ya en septiembre. Los técnicos municipales y los del club se han visto recientemente, pero ha sido para tratar el asunto de las licencias de actividad que deben tener vigentes todos los equipos profesionales al inicio de la Liga. Nada que ver con el Nuevo Mestalla. El margen hasta abril, la fecha clave pensando en el Mundial de 2030, no está tan lejos, pero aún queda margen.

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