PACO LLORET
Sábado, 4 de diciembre 2021, 01:26
En la primavera de 1994, acabada la Liga con el famoso penalti de Riazor, el Valencia, presidido por el incontenible Paco Roig, organizó a bombo y platillo un amistoso con el Celta en Mestalla para presentar a Otero y Engonga, sus primeros refuerzos de cara ... a la siguiente campaña, la de 'Per un València campió'. El encuentro se jugó tres días después de la célebre intervención de González al lanzamiento de Djukic que valió la pérdida de la Liga para los coruñeses. Los célticos aún lo celebran.
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El amistoso se lo llevaron los gallegos 0-3. Otero y Engonga fueron sustituidos entre aplausos. El portero del club celeste fue Santi Cañizares, también reemplazado en el descanso. Aquel fue el tercer enfrentamiento de ambos equipos a lo largo del ejercicio. Los dos correspondientes a la Liga se los llevó el Valencia. En Mestalla por 3-0, triunfo que aupaba a los hombres de Hiddink al liderato después de una excelente exhibición de juego. Los goles llevaron la firma de Fernando por partida doble y Mijatovic. En Balaídos, en la segunda vuelta, el equipo dirigido por José Manuel Rielo, que debutaba en el banquillo, se impuso por 1-2, con tantos de Quique y Arroyo, que dieron la vuelta al gol de Otero.
En aquella campaña repleta de vaivenes, el Valencia sólo fue capaz de vencer en ambos campos a dos rivales: Racing y Celta. Los célticos, por su parte, alcanzaron la final de la Copa del Rey, resuelta a favor del Zaragoza en los penaltis. En aquel plantel despuntaba Jorge Otero, un defensa de la tierra que fue convocado por Javier Clemente para acudir al Mundial de los Estados Unidos. Entre sus virtudes destacaban la rapidez en los cortes y su fiabilidad en los marcajes. Con 18 años había debutado en Primera y su primera aparición oficial en Balaídos fue ante el Valencia en la segunda jornada de la campaña 87-88 en un vibrante duelo que concluyó 3-3. El último gol de aquella tarde pródiga en alternativas lo firmó Fernando con la ejecución de un penalti en el último minuto cuando los valencianistas actuaban con un hombre menos por la expulsión del debutante Torres.
La trayectoria de Vicente Engonga con el Celta se limitaba a un par de temporadas. Después de estrenarse en Primera con el Valladolid de los colombianos Maturana, Higuita, Álvarez y Valderrama, dio el salto al club de las Rias Baixas.
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Además de un físico poderoso y una llamativa melena –muchos lo confundían con los colombianos del conjunto de Zorrilla– le distinguía su estilo reposado y su visión de juego privilegiada. Por añadidura, ofrecía un rendimiento muy regular cómo lo demuestra que fue el jugador que más minutos disputó en la Liga con el Celta antes de dar el salto al Valencia.
Las expectativas se dispararon en Mestalla. Zubizarreta en la portería y Salenko, el 'pichichi' del Mundial, en la delantera junto a Mijatovic y Penev. Además, la vieja guardia: Fernando, Arroyo, Robert en la medular, o Giner y Camarasa en la defensa, junto a otros fichajes para completar un plantel de postín bajo la dirección de Carlos Alberto Parreira, flamante campeón del Mundo con Brasil. En ese contexto triunfalista, el rendimiento de Otero quedó eclipsado por la exigencia y por una demarcación en la que no encajaba. El gallego actuaba como un lateral de largo recorrido que subía la banda con más voluntad que acierto. Engonga tampoco lo tuvo fácil en su primera temporada como valencianista. Jugó poco y la falta de oportunidades evitó que adquiriera la regularidad necesaria.
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Ambos salieron reforzados con la contratación de Luis Aragonés en el verano del 95. Su resurrección fue pareja a la de un equipo que alcanzó las semifinales de Copa y llegó a la última jornada liguera con opciones de proclamarse campeón. Ese último partido se disputó en Balaídos y, finalmente, salió cruz. Poco después, Otero acudió a la Eurocopa de Inglaterra 96 como reconocimiento a su excelente rendimiento gracias a que el entrenador madrileño optó por alinearlo en el centro de una zaga de tres, mientras que la demarcación de lateral diestro fue para Mendieta y Eskurza. Por su parte, Engonga rotó entre la defensa y la medular como pivote. Se le vio con mayor desenvoltura y ganó en confianza.
La tormentosa relación de Paco Roig con Luis Aragonés no afectó el rendimiento de ambos en la campaña 96-97. Engonga se erigió en un pilar fundamental del equipo con 35 titularidades en 38 jornadas. Su notable aportación también se hizo evidente en la Copa de la UEFA, sobre todo en la primera ronda, cuando el Valencia eliminó al Bayern de Munich, vigente campeón del torneo, y el hispano-guineano marcó de penalti ante Oliver Kahn por dos veces al tener que repetirse el lanzamiento. Otero y Engonga recalaron en Mestalla a la par y también salieron al mismo tiempo. Después de cinco años juntos, sus caminos se separaron, el defensa gallego se fue al Betis y Engonga fichó por el Mallorca en el verano del 1997.
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