Cayetano Ros
Lunes, 9 de septiembre 2024, 00:35
El capitán Gayà lesionado hasta no se sabe cuándo; el equipo hundido en la cola de la clasificación; el máximo accionista, Peter Lim, asfixiando a la plantilla con una inversión ridícula en fichajes (tarde y mal)...; y la gran apuesta del entrenador, el delantero bendecido ... para resolver el problema del gol, Rafa Mir, acusado de agresión sexual por dos chicas tras una juerga de madrugada. ¿Qué podía salir mal?
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El daño de Mir al Valencia CF es incalculable. ¿Cómo vas a dejar jugar en tu equipo a un presunto agresor sexual? ¿Qué piensan los patrocinadores? ¿Qué ocurre si lo despides y después resultara absuelto? No habrá previsiblemente sentencia judicial durante el año de su cesión en Mestalla. El club de procedencia, el Sevilla, se ha lavado las manos. La respuesta inicial del VCF ha sido prudente. Sus servicios jurídicos trabajan a destajo sobre una posible sanción al jugador, pero no le queda otra que ser firme en el rechazo de cualquier indicio de violencia contra las mujeres. Aunque sea en su peor momento. O quizá por eso. Las bases morales deben sentarse por el entrenador, Rubén Baraja, para un posterior renacimiento.
Hubo una época en la que los secretarios técnicos, además del talento deportivo de los futbolistas, rastreaban en sus valores personales. Es muy importante disponer de buena gente en el vestuario y, a ser posible, de gente inteligente. Requisitos alejados de Mir en sus chuscos mensajes en las redes sociales y en su comportamiento con las dos chicas valencianas en la noche después del empate ante el Villarreal, del 31 de agosto. No es casualidad que haya tantos precedentes: Robinho, Santi Mina y Dani Alves, entre otros, han sido condenados por agresión sexual. También, por otro lado, hay casos contrarios: William Carvalho (mediocampista del Betis) y Álvaro Ratón (exportero del Zaragoza) resultaron absueltos. Pero el futbolista de élite vive en una burbuja de impunidad rodeado de pelotas y de caraduras atentos a cumplir todos sus deseos alejándolos de la realidad. Y juegan con fuego.
Cheptegei. La violencia contra las mujeres adquirió un episodio mucho más trágico cuando la maratoniana olímpica ugandesa Rebecca Cheptegei, de 33 años, fue asesinada esta semana por su pareja, Dickson Ndiema, tras rociarla con gasolina. Rebecca acababa de regresar de la iglesia con sus dos hijas adolescentes. El 41% de las mujeres en Kenia, lugar donde residía Cheptegei, sufre algún tipo de violencia machista. Es una lacra universal y cualquier esfuerzo por detenerla es poco.
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Vinicius. La lucha contra el racismo en el deporte es una cosa demasiado seria como para dejarla en poder de Vinicius. Alentado por el Real Madrid y por la selección brasileña, el delantero ha convertido la causa en una campaña de autopromoción que se le ha ido de las manos: «España, si no evoluciona en este asunto, debería quedarse sin el Mundial 2030», declaró. Muchos de quienes le jalearon ya le han dado la espalda. El monstruo se vuelve contra sus creadores. Y al chico, antideportivo e irrespetuoso con los adversarios y los árbitros, solo le queda taparse un poquito.
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