De un Mestalla de cinco estrellas a todo lujo, con una espectacular fachada homenajeando a los barrios de Valencia y al río Turia, con ... un parking para 3.500 vehículos y con 75.100 aficionados en las gradas empujando al Valencia a la victoria... a un estadio listo para el Mundial de 2030, sin fachada para que circule el aire y con 60.000 asientos 'netos', es decir con una capacidad total que bien podría ser de 66.700 aproximadamente y con un aparcamiento casi ridículo. Y como sintonía de fondo, los 70.000 que tienen en pie de guerra a Joan Ribó y a Sandra Gómez.
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No se puede decir que de la noche a la mañana se haya transformado el proyecto de un estadio que tenía que ser emblemático para la ciudad y para la Comunitat. Los cambios han sido constantes y hasta los discursos de los protagonistas en ocasiones no coinciden tampoco con lo que luego se refleja en los papeles. Entre la primera iniciativa y la última que se conocía este lunes han pasado tan 'solo' quince años, varios presidentes (tanto de la Generalitat como del club) y dos alcaldes. Sigue, eso sí, el mismo arquitecto: Mark Fenwick, el hombre que cíclicamente es capaz de moldear y defender un discurso diferente según las consignas que le digan desde el club. El que paga manda.
Y el Valencia, como es quien tiene que pagar, rebaja o hincha la envergadura del estadio según sus posibilidades y deseos. A Juan Soler, los 75.000 quizás le sabrían a poco aunque las cifras que primero se manejaron en el Ayuntamiento lo dejaban en algo más de 72.000.
Años después, 2013 por ejemplo, Amadeo Salvo –en presencia del propio arquitecto– desvela que van a ser 61.500 espectadores porque se ha decidido ampliar la distancia entre las localidades para ganar en comodidad y se carga de paso el parking de 3.500 plazas porque sería poco más que una ratonera.
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Como la valla no se abre para que vuelvan a entrar los obreros y el papel lo aguanta todo, pasa el tiempo y viendo que la situación empieza a torcerse, Meriton tiene la ocurrencia de dejarlo en 42.000 espectadores (cuando el Mestalla viejo tiene oficialmente 49.430), después lo sube a 45.753 ante el escándalo que se produce y más tarde se planta en 49.058 para decir que está dispuesto a ampliarlo en función de las necesidades, sin especificar cuándo ni cuáles. Eso sí, admite (julio de este mismo año) que el coste de subirlo a los 70.000 supondría tan sólo entre 6 y 8 millones de euros. «Hay una ligera reducción de los 74.000 iniciales. No hay peor imagen que la de un estadio vacío. Si el primer día hay demanda, pues se incrementará. Y del parking, meter ahí debajo 3.500 coches sería un colapso», decía Fenwick en ese acto montado por el club en el interior del campo y liderado por Sean Bai.
Esa puesta en escena con ese objetivo inicial de los 49.000 no dio resultados. Pasan las semanas y como la cosa no se sale adelante, le toca venir a Layhoon a Valencia y después de tantear a Ximo Puig, entra en el despacho de Ribó –ignorando a Sandra Gómez– y todo resuelto. En una hora se borra la cifra de 49.000 y se pone una nueva: 66.000. El alcalde anuncia el acuerdo. Pero no. Otra vez desde Urbanismo ponen la voz de alarma. Si quiere las misma rentabilidad urbanística, tiene que ser de 70.000.
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El último capítulo verbal sobre el dichoso aforo se produjo ayer mismo. Joan Ribó, en función del día, es capaz de ofrecer una versión con diferentes matices. Su predisposición a echar un cable a Meriton y resolver el entuerto queda desde luego fuera de toda duda. Otra cosa es lo que opine de ello Sandra Gómez, mucho más contundente y firme desde el primer momento.
Ayer, en su línea, Ribó efectuaba una pirueta dialéctica en la que volvía a dejar en entredicho las tesis que defiende la vicealcaldesa: «Lo que hemos planteado es que el estadio debe tener el aforo que se le había marcado, lo que no quiere decir que sea para todos los partidos. Debe tener una capacidad de que en caso de que sea necesario esté. El aforo en principio está planteado para 70.000 personas, es lo que tiene que haber cuando haga falta. Estamos hablando con el Valencia y eso debe estar de cara a un evento como el Mundial. Esto no quiere decir que esos asientos estén ahí para cualquier partido, sin cubrir».
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Apenas unos minutos después, se pronunciaba Sandra Gómez. «Valencia va a pagar parte del estadio y tiene que ser a cambio de unas características, por ejemplo presentarnos a una semifinal del Mundial. Si lo vamos a pagar tiene que ser un estadio importante, a lo que se comprometió. El Valencia está en su derecho de hacer lo que quiera. El convenio que aprobemos tiene que ser con las condiciones que se pactaron».
Por si acaso, hasta Miguel Zorío, portavoz de Marea Valencianista, insiste en su advertencia: «No permitiré atajos políticos con Peter Lim. O cumple la ley o al juzgado por prevaricación».
A la espera del nuevo convenio que ya veremos en qué condiciones ve la luz porque todos dicen que hay buen rollo pero no es así del todo, se podría llamar al mamotreto de Cortes el 'Estadio más manoseado de la historia'. Sobre el papel ha sufrido a lo largo de los años numerosas mutaciones tanto de diseño como de capacidad y costes (en 2004 se firmó el primer protocolo) pero también el 'Gran Bazar', por el regateo constante que se ha vivido a la hora de determinar con cuántos asientos –y plazas de parking– se construye. El último descuento: 60.000 'netos'.
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Algo como un nuevo estadio de fútbol se ha convertido desde que en 2007 empezó a construirse en una disputa constante, con momentos de gran tensión entre las autoridades locales y autonómicas –también entre los propios socios de Gobierno– y los dirigentes. La última apuesta que ha hecho que todas las partes implicadas salgan aparentemente con el mismo convencimiento, ha sido motivada por la aspiración de Valencia de acoger una semifinal del Mundial.
Por primera vez se ha escuchado el concepto de 'neto'. Es decir, para señalar únicamente los asientos que ocupará el público, porque al margen hay que contar con varios miles que se reserva la organización para sus compromisos, seguridad y medios de comunicación, entre otros.
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El Valencia espera que el Ayuntamiento le presente un nuevo convenio. Un requisito más porque la ATE ya está enterrada. No hay que perder ni mucho menos de vista cuestiones de calado como el del aparcamiento. Se empezó con 3.296, el convenio reflejaba 3.450; después se pasó a 205 para uso privado del Valencia y 581 públicos; se modificó hace tres años dejando los de servicio público en 578 ampliables a 1.850; y sin embargo en el Ayuntamiento han manejado últimanente diferentes propuestas: 129 de uso privado y 577 públicos... ¿Y la pista de atletismo? Eso también dará que hablar.
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