CAYETANO ROS
Jueves, 14 de mayo 2020
- Su padre combatió como republicano en la Guerra Civil.
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- Sí, él viene de Ujo, una pedanía asturiana de Pola de Lena, en la cuenca minera. Todos eran mineros en su familia. Fue teniente republicano, lo capturaron en la guerra, lo hicieron prisionero y apareció en Betxí, quizá lo habían detenido en Teruel.
- ¿Estuvo retenido?
- Sí, en el retén de Betxí los dejaban salir de vez en cuando y conoció a mi madre, que venía de Macastre, al lado de Buñol, porque allí se morían de hambre. En la guerra cada uno hace lo que sea para sobrevivir. A él no le gustaba hablar mucho, pero al 'faltar' descubrimos algo: pedimos a través del ayuntamiento de Betxí una pensión de viudedad para mi madre y, en la partida de nacimiento de Ujo, no existía nadie como José Fernández Díaz. Se había cambiado el segundo apellido. Se llamaba José Fernández Martínez. Él nació en 1915 y mi madre en 1922.
- ¿De qué vivían en casa?
- A mi padre le fastidió la guerra: él había querido ser ciclista profesional. Y mató el gusanillo montando un taller de bicis y motos con mi madre: arriba teníamos la vivienda y abajo el corral, el garaje y el taller. Fue una infancia muy feliz en un pueblo pequeño y tranquilo, con mis hermanos, que me llevaban 20 y 18 años. Para ellos, yo era su juguete, todo el día en la calle jugando, no había horas: a los toros, a las balsas, al campo, al fútbol.
- ¿Fue un buen estudiante?
- No, hasta los 12 no era malo, pero cuando apareció el balón, se acabó. Fue una obsesión. Y también la de mi hermano Pedro, que con 16 años había estado en la primera plantilla del Valencia, con Claramunt y Paquito, de lateral zurdo, pero tuvo que retirarse porque, con la selección juvenil española, le detectaron un soplo en el corazón. Había fallecido un jugador del Sevilla, Berruezo, y mis padres no quisieron asumir esa responsabilidad. Mi padre quería que yo fuera ciclista, pero mi hermano fue contundente: sufrirás mucho y no ganarás dinero. Y me puso en la sangre lo de ser futbolista.
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- ¿Disfrutó él de su carrera?
- Mucho. A los 12 años yo ya vivía como un profesional. Me llevó al Villarreal, con Seguer de entrenador, de los 12 a los 16. Debuté en Segunda con 17 en el Castellón y subimos a Primera con Benito Joanet de entrenador y de presidente Antonio Sales Safont, que nos quería con locura a Ribes y a mí. Los dos fichamos por el Valencia, con Ramos Costa de presidente, por 25 millones de pesetas en 1981.
- ¿Cómo era Pasieguito de entrenador?
- Muy seco y distante, excelente cuando lo conocías. Tuve una relación muy buena con él y ahora con su hija (Cristina), que me envió el otro día un informe de un ayudante de su padre cuando yo estaba en el Castellón para ficharme por el Valencia.
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- ¿Le hubiese gustado haber estudiado?
- No, no cambio nada de mi carrera salvo haber jugado en Inglaterra o EE UU y haber aprendido inglés. Rechacé una oferta para ir jugar en San Francisco y la rechacé por haber subido con el Villarreal a Primera. De eso sí me arrepiento. Pero nada más: a los 17 años ya estaba en la élite del fútbol y había sido máximo goleador de mi equipo.
- Sí ha querido que sus hijas estudiaran.
- Sí, claro, porque la vida ha cambiado mucho, hay una gran competencia y no todos pueden trabajar en lo que quieren. Yo venía de una familia muy humilde que me educó en el respeto y la verdad. Mi mujer y yo teníamos claro que nuestras hijas tenían que estar preparadas: Andrea trabaja de ingeniera de diseño industrial y Elena en Turismo.
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- ¿De verdad se retira del fútbol profesional?
- Claro, no creo que salga nada que me apasione. Solo el Valencia CF me podría apasionar, pero no creo que se dé.
- ¿Le llamó el Valencia cuando despidió a Mateu Alemany?
- Solo hubo un poco de flirteo, nada concreto, es muy difícil que se dé. Hay que ser honesto: viene gente joven más preparada y formada.
- Si fuera el Valencia CF, ¿qué haría con Ferran Torres?
- Sería valiente y le ofrecería el mejor contrato o el segundo mejor, por detrás de Parejo. Y si no la acepta, que presente una oferta de otro club. Yo creo que va a renovar, pero pactará la salida con una cláusula de 60 o 70 millones para dentro de unos años. Es un problema de tiempos. Se debería haber cerrado hace año y medio. El representante ya tendrá las condiciones de los cuatro o cinco clubes más grandes del mundo. Ferran se merece uno de los mejores contratos porque es muy bueno, muy joven y se puede amortizar.
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- ¿Y cómo es que un chaval de Betxí llegó a ser director deportivo del Barça?
- Primero porque pasé cuatro años muy buenos como jugador barcelonista, dejé un gran recuerdo, tenía mucha relación con jugadores, mantenía un estatus, y, después, por mi forma de ser. Venía de haber trabajado en el Valencia y en el scouting del Atlético de Madrid. Y también en el mundo de la representación. Yo no busqué al Barça. Bartomeu vino a hablar conmigo. Le dije que no era el momento y estuvimos cinco meses hablando después de que cesaran a Andoni Zubizarreta. 'Barto' ganó las elecciones y vino lo demás. Es algo muy grande sí, un gran club que conozco muy bien, el mismo club de siempre, con los mejores jugadores del mundo y una enorme repercusión.
- ¿Y la presión?
- Va con el sueldo. Lo tomas o lo dejas. El deportista sabe que en un momento dado va a perder. Las derrotas son parte necesaria. Pero trabajé tres años muy a gusto: hay profesionales que te ayudan mucho y te hacen afrontar las cosas con tranquilidad.
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- ¿Lo peor?
- La Champions, lo demás lo ganamos todo. El primer año de la Champions nos eliminó el Atlético, el segundo la Juve y el tercero la Roma: los jugadores lo sufrieron mucho en el campo, y yo en la grada con los directivos. La eliminación de la Roma fue la causa para no renovar mi contrato. Pero ganamos Ligas, 3 Copas, la Intercontinental, la Supercopa de Europa... Claro que en el Barça lo ganas todo.
- ¿De qué fichaje está orgulloso?
- De todos. También de los que no tuvieron suerte de estar al nivel, como Andre Gomes, que sufrió mucho. El club lo intentó ayudar, pero no encontramos la solución. El resto dio lo esperado: Paco Alcácer tuvo un rendimiento muy alto de goles por minutos jugados. Allí le tienen mucho cariño, también porque respetó mucho a Luis Suárez; Umtiti, Lenglet, Arthur, Semedo, Paulinho...
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- ¿Dembelé?
- Tiene todas las condiciones: goles, las dos piernas, cambio de ritmo... Las lesiones no le han dado continuidad. Es muy joven y cambiará la dinámica. Se pagó mucho porque el mercado estaba muy hinchado en esos momentos. Los jugadores generan mucho dinero y tienen un gran valor.
- ¿Cómo se tomó las críticas? Recuerdo una parodia en TV3 en la que usted fichaba todo lo que se movía del Valencia, incluso a un utillero por 30 millones.
- Bien, las críticas te llegan poco porque tú estás en otro mundo. Pero esa parodia me la pasó Serer y nos tirábamos por tierra de risa. Salía yo con un acento valenciano muy fuerte y diciéndole a Mathieu que dejara de fumar.
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- Cuando usted llegó ya estaba Luis Enrique.
- Luis Enrique es un gran entrenador y estoy convencido de que volverá al Barça porque conoce ese club y esa forma de entender el fútbol: no sirve solo ganar sino ganar jugando bien. Y eso te puede llevar a la gloria o la muerte porque podrías haber cambiado para sobrevivir. Pero el Barça no debe negociar nunca su estilo, es lo que lo ha hecho grande: un 4-3-3, alegre, asumiendo riesgos en defensa para llegar con mucha gente arriba.
- Su fichaje fue Valverde.
- Luis Enrique nos comunica que quiere descansar. Y llega Ernesto en un momento difícil porque lo de Neymar (se marchó al PSG) fue un palo muy grande en la pretemporada. Además, el Madrid nos gana siendo superior en la Supercopa y eso nos lleva a la autocrítica. A partir de ahí nos pusimos líderes y ya no nos quitó nadie, batiendo el récord de partidos sin perder. Ganamos la Liga y la Copa, contra el Sevilla, y fue mi despedida. Trabajé muy a gusto con los dos técnicos.
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- ¿Messi manda demasiado en el Barça?
- Messi manda lo que tiene que mandar. Es un tío muy inteligente, más de lo que la gente pueda imaginar. Y es importante que él esté a gusto, porque si él está bien, todo irá bien. Pero eso no es mandar, la responsabilidad es del director deportivo. Soy el responsable de todo. Y también de que el entrenador se sienta seguro.
- Volviendo al estilo. El Barça que gana la Copa del 88 ante la Real, con usted en el campo y Luis Aragonés en el banquillo, jugaba al patadón.
- Luis Aragonés evoluciona con la selección española, pero él era un entrenador de contragolpe, y además veníamos de Terry Venables, de un estilo muy físico y directo. Ese partido veníamos de la hecatombe, del motín del Hesperia, con los jugadores más pendientes de otras cosas que de entrenar. Nos conjuramos: 'Vamos a ganar como sea'. Y así fue. Ese título no se celebró nada.
- En el campo sí lo celebraron abrazando a Luis Aragonés, de su parte en la guerra contra la directiva.
- Hoy sería impensable que un equipo pudiera enfrentarse a su presidente para que se fuera. O fuimos muy responsables o muy irresponsables. Fue un año muy complicado, pero nuestra camiseta y calidad pesó más que la Real, que venía a arrasarnos y con varios jugadores ya fichados (Begiristain, Bakero y López Rekarte).
- ¿Cómo eran Schuster y Lineker?
- Schuster era magnífico, uno de los mejores del mundo, y formábamos un centro del campo muy fuerte con él, Víctor y Calderé. Y de Lineker recuerdo una pretemporada en Andorra: pasó por encima de todos en las pruebas físicas de 200, 300 y 400 metros. Ese tipo de entrenamientos tan físicos se acabó con Johan.
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- Con Cruyff llegó la revolución.
- Sí, Johan cambia el pensamiento y los entrenamientos. Lo cambia todo: le da importancia al portero con el balón, los centrales tienen que salir y dividir al rival... Nadie entrenaba así, si acaso Leo Beenhakker en el Madrid y después Hiddink en el Valencia.
- Usted ha sido jugador, entrenador, representante, ojeador, director deportivo. ¿Con qué se queda?
- Jugar es una sensación irrepetible y yo lo hice en los mejores clubes, al máximo nivel, durante 23 años.
- ¿Por qué no triunfó de entrenador?
- No me gustaba, no disfruté nunca. Y cuando no disfrutas, lo mejor es dejarlo.
- Descendió con aquel Mestalla en el que sustituyó a Voro.
- Sí, lo cogí a falta de 10 jornadas y no pudimos salvarnos a pesar de muy buenos jugadores como Guaita, Verdés, Silva, Gavilán, Pedro López... A los filiales les cuesta competir. A Silva ya se le venía una gran personalidad.
- ¡Y cómo ha cambiado el fútbol desde los años ochenta!
- Mucho: el campo no era un tapiz, el balón era mucho más duro y agresivo, y el árbitro no podía ni ver ni parar al jugador leñero, que hoy no tiene recorrido porque queda retratado por las cámaras. Antes te rompían la ceja de un codazo y decían: «Sigan, sigan». Ahora, afortunadamente, es un espectáculo. Y algunas reglas han ayudado mucho: la del portero que no pueda coger el balón con las manos a un pase de un compañero le da velocidad al juego. Cada día el jugador es mejor: ahora empieza a los cinco años y lleva cinco años de ventaja técnica respecto a mi generación. Y los campos deben estar regados y medidos. El futuro será ver a las cámaras entrar en los vestuarios antes de los partidos.
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- Dígame el mejor jugador de cada equipo en el que jugó.
- Forment en el Villarreal; Planelles en el Castellón; y Kempes en el Valencia. En el Barça, Schuster, Laudrup y Koeman. En la selección, Míchel, y el la sub 21: yo. Con Luis Suárez en el banquillo perdimos una final del Europeo sub 21 ante Inglaterra y, dos años después, ganamos otra a Italia con Ablanedo, Quique Flores, Solana, Andrinua, Sanchis, Eusebiol, Eloy, Butragueño...
- ¿Fuimos muy duros con Luis Suárez tras caer en el Mundial de Italia 90 ante Yugoslavia en octavos?
- No tuvimos la suerte necesaria que sí se tuvo después. Savisevic entró en la segunda parte y nos mató, aparte de los dos goles de falta de Stojkovic.
- ¿Y los tres mejores entrenadores?
- Johan, Guus y Terry Venables. Hiddink me marcó mucho y lo disfruté porque venía de trabajar con Johan y sabía lo que quería. Practicamos el mejor fútbol de España. Y teníamos un equipazo con Penev, Fernando, Mijatovic, Camarasa, Leonardo, Quique, Mazinho...
- Y ahora, ¿no teme aburrirse?
- No, he estado 40 años vinculado al fútbol y lo sigo estando a través de una empresa de representantes que son amigos: Tárraga, Josequi (hijo de Manolo Mestre), Sánchez, Moisés, Candelas... Y juego con los veteranos del Valencia, el Barça y la selección cuando puedo. Cuando uno deja de ser jugador, tiene que estar preparado para vivir. Todo cambia. Es otro ritmo. No echo en falta el fútbol, quizá porque he estado muy expuesto mucho tiempo. Y puedo hacer deporte.
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- ¿Podría haber sido ciclista profesional?
- Sí, seguro, contemporáneo de Perico Delgado. Tenemos un grupo de exfutbolistas que salimos mucho en bici: Vicentín, Camarasa, Javi Navarro, Albelda, Juan Sánchez... Vamos mucho al Oronet y a Casinos, allá donde hagan 'cremaets'. Dos o tres 'cremaets' y para casa.
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