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Mateo Alemany, en una comparecencia de prensa cuando trabajaba en el Valencia. CONSUELO CHAMBÓ

Un año de la salida de Alemany

Murthy asumió el cargo del balear, despedido sin recibir explicaciones

Lourdes Martí

Valencia

Jueves, 5 de noviembre 2020, 23:56

Hace un año, Mateo Alemany (Andratx, 1963) hacía un viaje de 11.000 kilómetros de ida y vuelta. Una breve reunión con Peter Lim puso punto final a su vinculación con el Valencia. El 7 de noviembre de 2019, el club emitía un comunicado que podría estar redactado, perfectamente, desde agosto de ese mismo año. Un escrito escueto, aunque le daban las gracias por los servicios prestados al club durante dos años y medio.

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Alemany se despidió del valencianismo y se marchó a Palma. A su querida isla. Allí sigue. El mismo día que anunciaba su adiós del club de Mestalla, JavierGómez dejaba su cargo en la Liga y todo apuntaba a que Alemany, con tan buena relación con Javier Tebas, iba a poner rumbo Madrid. Pero no. Ni al Atlético, Real Madrid o su Mallorca. Tampoco al Barcelona. Eso sí, esta misma semana Joan Laporta valoraba postularse a la presidencia del club blaugrana y su apuesta como director general es Mateo Alemany.

Mientras decide su próximo destino, el ejecutivo balear no esconde su aflicción por su salida del Valencia. Dotó de estabilidad deportiva al club tras lograr una Copa del Rey y la afición encontró en él una figura que sentía que representaba sus intereses en los despachos.

El máximo accionista tardó cuatro meses en finiquitar al mallorquín, que también ejercía de portavoz del club

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Era el encargado de sentarse ante los medios, defender su trabajo y regatear cuestiones espinosas. Las autoentrevistas no regían la comunicación entre los dirigentes del Valencia y la grada ni tampoco una revista oficiosa editada en Singapur. Su alegría desbordada sobre el césped del Benito Villamarín al abrazarse con Marcelino García Toral o el gesto fruncido al ver que a sólo dos butacas de la suya Anil Murthy mandaba callar Mestalla forman parte de la centenaria historia del club. De ese gesto del presidente del Valencia se cumplió un año el pasado 5 de octubre. Por aquel entonces Alemany ya estaba más fuera que dentro. Tres días antes se plantó en la ciudad deportiva dispuesto a retomar sus funciones. Había vivido un episodio de película. 21 jornadas previas, el balear envió un sms a Peter Lim para plantearle la negociación de su salida. El máximo accionista no le contestó, de modo que pasado un plazo que el ejecutivo mallorquín consideró prudente, le escribió otro mensaje de texto en el que le decía que se reincorporaba a sus funciones en el club. El singapurense le dio el ok.

Las renovaciones de Ezequiel Garay, en primer término, y la de Ferran Torres eran sus prioridades. Pero su regreso fue en falso. Lim ya no lo quería en Valencia. Requirió a Murthy en Singapur el 20 de octubre y allá se marchó. Al regresar dijo que Alemany no encajaba en el nuevo proyecto. Decía el presidente que no iba a hablar de sustitutos hasta que no se cerrase la marcha del balear. Pero no había ninguna intención de incorporar a nadie en la estructura del club. En diciembre, en el viaje a Amsterdam, el mandatario dijo que el club quería buscar un director deportivo pero que él iba a asumir el papel de Alemany. César Sánchez fue el elegido.

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Aunque la salida de Alemany se certificó en noviembre, la pérdida de confianza de Lim en él se vio en verano. El máximo accionista negociaba a sus espaldas la salida de Rodrigo Moreno. En público llegó a decir el balear que comprendía que una venta de tal calado la asumiera el singapurense. Mientras, recibía el no por Rafinha y Denis Suárez y a cambio llegaba un internacional sub-20 llamado Thierry Correia por 12 millones.

Las prisas para cuadrar las cuentas, que terminó en el canje entre Neto y Cillessen, fue uno de los errores que le achaca Meriton. Tampoco pudo Alemany desbloquear el principal problema del club, el nuevo estadio de Mestalla.

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