Voro, ayer durante su primera rueda de prensa. vcf/lázaro de la peña

El Salvador González 'Voro'

Sexta ocasión que el valenciano da un paso al frente para rescatar a un equipo sin rumbo. Su clave motivadora desde 2008 ha sido hablar el mismo idioma que el vestuario

Martes, 30 de junio 2020

En un famoso concurso de televisión, cuando un concursante se bloqueaba tenía el llamado comodín de la llamada. La opción de la ayuda telefónica de un amigo o familiar que supiera resolver cualquier problema. El Valencia tiene a Voro. No en la era Peter Lim. El señor Lobo, el solucionador de problemas ideado en la mente de Tarantino en Pulp Fiction, funciona en Mestalla desde 2008. Se lo sacó de la manga Juan Soler para evitar que el Valencia descendiera a Segunda después de ganar la Copa del Rey en el Calderón al Getafe. El empresario había cedido la presidencia a Agustín Morera pero sus acciones seguían mandado. Salvador González 'Voro' sacó su magia para ganar cinco de los últimos seis partidos y conseguir que el valencianismo no se quemara en el infierno por segunda vez en su historia. Tras el milagro, el de L'Alcudia volvió a su función de delegado. De hacer el once a organizar los viajes. Así, como en un bucle, hoy comenzará su sexta etapa en el banquillo de Mestalla. Apagando fuegos.

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«Cuando acabe volveré a mi mismo puesto, no es mi oportunidad de relanzar mi carrera como entrenador. No, no y no. Es un momento puntual donde asumo la responsabilidad pero lo tengo muy claro», enfatizó ayer en su primera rueda de prensa. Telemática, que es lo toca ahora, pero ya es un veterano del tipo de preguntas que le toca responder cada vez que asume el 'marrón'. Los números juegan a su favor. En los 32 partidos que dirigió al Valencia en las cinco etapas anteriores, dos en la misma temporada, consiguió 16 victorias, 5 empates y 11 derrotas, lo que sitúa entre los técnicos que mejor rendimiento han dado en el banquillo. Ese 50% de victorias se aproxima al de históricos como Rafa Benítez (53,5%) o Jacinto Quincoces (51,6%) y supera a otros como Di Stéfano (49,6%), Marcelino (48,1%) o Héctor Cúper (47,4%). Palabras mayores, teniendo en cuenta que la que hoy comienza ante el Ahtletic es su primera etapa donde mira hacia Europa y no tiene que poner en marcha la calculadora del descenso.

Tornillos para desayunar

Para entender el compromiso sin límites de Voro con el Valencia –no existe en la historia del fútbol ningún ejemplo de un empleado que haya pasado seis veces por la situación de tener que apagar el incendio de un vestuario– hay que remontarse a los orígenes. El central se formó en las categorías inferiores del Valencia y jugaba en el Mestalla cuando fue cedido en 1984 al Tenerife. Con 21 años explotó en el conjunto canario y al volver a Valencia ya tenía un hueco en el primer equipo, formando una defensa de jerarquía con Arias, Giner o Camarasa. Fue uno de los sufridores del descenso en el 86 y de los artífices del ascenso un año después. Se ganó el respeto de un mito como Don Alfredo Di Stefano. Su «desayuna tornillos» a la hora de definir a Voro es una de las frases más míticas de los ya 101 años de historia del club. Resume a la perfección la entrega de un jugador capaz de jugarse la cabeza por el equipo –jugó con sangre y el cráneo vendado varios partidos– y que ahora se la sigue jugando desde el banquillo cuando el club activa el comodín de la llamada.

Una de las claves de éxito de Voro en momentos de angustia es que habla el mismo idioma que los jugadores. Cuando estuvo en un vestuario como futbolista en activo era de los que siempre ayudaba al compañero. Compartir paredes sagradas con Arias o Giner le granjeó una personalidad del colectivo por encima de lo individual que ha seguido poniendo en práctica en sus diversos puestos en el club, desde técnico del Mestalla a su último trabajo de Team Manager. Al de L'Alcudia nunca se le han caído los anillos para llevarse a toda la plantilla a cenar para limar asperezas en momentos de tensión. En algún ágape volaron tenedores... pero la terapia funcionó. Ayer se mordió la lengua cuando se le preguntó por la herida de su querido Valencia desde 2008. Más allá del «demasiadas» al referirse a las veces que ha tenido que intentar corregir errores graves de planificación intentó no hurgar en una herida donde su actual jefe, Peter Lim, lleva tirando toneladas de sal desde 2014. En el momento en el que un dedazo quitó del mapa a Pizzi para poner a su 'colega' Nuno todo empezó a nublarse en Mestalla: «Doce años en fútbol son muchos, hay equipos que consiguen estabilidades largas pero en fútbol a veces dos y dos no son cuatro. Las cosas vienen como vienen. Es una situación triste porque indica que las cosas no han salido bien. Ha salido un cuerpo técnico que se ha ido jodido».

Voro no ha querido fuegos de artificio a su alrededor. Una vez más. Afrontará los seis partidos con el objetivo de Europa con la ayuda de Chema Sanz como asistente y Pablo Rodríguez, que estaba en la secretaría técnica, para ayudar trabajo de campo. A sus 56 años, el que fuera mano derecha de Mateo Alemany en la más reciente época de gloria del Valencia (mejor que esta parte de la biografía no la lea Lim) comenzará su sexta salvación del equipo. Cuando termine, dejará la pizarra y abrirá otra vez la agenda.

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