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Dani Parejo, durante un encuentro con el Valencia CF.

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Dani Parejo, durante un encuentro con el Valencia CF. EFE

La locura de un final que sirve para muy poco

El Valencia se zambulle durante una hora en un juego mediocre, da la vuelta al marcador y sedeja empatar de falta

Sábado, 4 de julio 2020

Rodrigo parecía estar recitando un trabalenguas. Acabó el partido del Valencia frente al Athletic, con una severa derrota en Mestalla, y el delantero dio una explicación propia de Mariano Rajoy. «Ni Voro, ni Guardiola, ni Ferguson lo pueden arreglar en un día. Ha intentado hacer un pequeño recordatorio de lo que hacíamos con el entrenador anterior... el anterior del anterior, pero las cosas no han salido». Vamos, lo que preparaban con Marcelino y que tanto éxito les generó. Porque de Celades ya se no acuerda nadie. Un pesadilla de 292 días. Rodrigo no dio el nombre de los dos técnicos. Sí lo hizo Voro. Sin temor, aunque el Valencia obvió en su web oficial las declaraciones en las que aludía a los conceptos del asturiano y posteriormente las incluyó. De locos. El nuevo preparador blanquinegro quiere resultados y tienen que ser ya. El tren de Europa se escapa. Y qué mejor que con un estilo de juego reconocible. Fueron tres temporadas con Marcelino que destacaron por la fortaleza defensiva, el carácter, el peso específico de Parejo y por el respeto que infundían a los rivales. Todo esto es lo que ha pretendido Voro que inocularan los jugadores en los pocos entrenamientos de los que ha disfrutado. Porque la broma ya dura demasiado. Desde diciembre no hay una victoria valencianista fuera de Mestalla y en los últimos tres choques ni siquiera ha conseguido un tanto.

No lo tendrá fácil ante un Granada combativo, que ya le eliminó de la pasada Copa del Rey. Además, Voro ha perdido a Ferran Torres. Lleva dos días sin entrenarse y finalmente se ha caído de la convocatoria. El técnico también añorará a Rodrigo. Es, sin duda, uno de los futbolistas con mayor peso específico del equipo, capaz de anotar y de crear juego entre líneas para hacer mejores a sus compañeros. Ha formado una dupla con Parejo de las más potentes del fútbol europeo. Pero ha caído en combate y habrá que sobrevivir sin él. Si Voro no quiere cambiar el dibujo, Gameiro acompañaría a Maxi.

El Valencia –también el Granada– está a cuatro puntos del séptimo clasificado, puesto que da acceso a la Europa League. Quedan suficientes jornadas para conseguirlo. La Champions, en cambio, se aleja ya a nueve puntos. El conjunto andaluz se presenta en su estadio tras la clara victoria ante el Alavés (0-2), pero en su morada lleva dos derrotas seguidas. No hay dos sin tres. Eso dicen. Su mayor peligro será Roberto Soldado, todo carácter, todo pundonor y todo gol. Paulista deberá tener mucho cuidado y parece que Hugo Guillamón volverá a acompañarlo. Se lo ha ganado.

Voro está como loco por conseguir que sus jugadores rebusquen en su disco duro para recuperar de la memoria todo aquello que Marcelino les inculcó durante dos años. Pero no hay forma. Marcelino, por ejemplo, habría saltado de desesperación con la hora de juego que se marcó el equipo. Incomprensible. Marcelino, ya puestos, también habría hecho alguno de sus esperpénticos gestos por la alegría de ver el golazo de Guedes que ponía, de manera sorprendente, a su equipo por delante en el marcador. Ya va siendo hora de que el portugués vaya apareciendo. Pero Marcelino se habría muerto de dolor por ver el hueco por donde se coló el balón del empate a dos cuando Sobrino y Maxi saltaron cada uno a su aire en la barrera. De la nada, al todo para llegar al punto inicial. Así transcurrió un partido que tuvo un final tan intenso como decepcionante si tenemos en cuenta lo mucho que se juega el Valencia. Sacar un punto de Granada, en cualquiera de las circunstancias, nunca entra dentro de lo aceptable y lo cierto es que a estas alturas no se sabe muy bien si va a servir para algo. Conformarse con haber roto la dinámica de dos derrotas consecutivas y dos partidos sin ver puerta es reducir a la mínima expresión las aspiraciones de esta plantilla. Además, el Granada, que nunca ha pasado de Andorra, resulta que ahora pelea por los mismos intereses europeos que el equipo valencianista. Y lo peor es que está con los mismos puntos, aunque el golaveraje particular es favorable a los blanquinegros. Del mal, el menos.

Fue él precisamente el primero que lanzó a portería y curiosamente para hacer el primer gol del equipo. Antes, el Granada había hecho méritos suficientes para llevarse el partido a los puntos. Los andaluces no es que sean una plantilla excelsa de calidad. Más bien la tienen a cuentagotas. Pero le ponen un brío que compensa ese déficit. Por eso muy pronto empezaron a palparse las intenciones de unos y de otros.

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De ahí que muy pronto empezaran las sospechas. No había llegado el reloj a los tres minutos de juego cuando llegó el primer susto serio para Cillessen. Machis efectuó el primer remate serio del partido que, dicho sea de paso, no se sabe muy bien por qué lo había anulado el colegiado porque su posición no era ilegal. El arranque ponía al Valencia contra las cuerdas y la tónica se iba a mantener hasta que de tanto buscarlo, al final el Granada encontró el gol.

Otra vez apareció el VAR. En la primera parte, dicho sea de paso, salvó a Mangala de un penalti por manos pero en la segunda, en ese minuto 61, certificó el pisotón dentro del área de Coquelin -demasiado lento- a Carlos Fernández. El Granada, que había mandado un balón al poste nada más reiniciarse la segunda mitad, mandaba en el marcador y la sensación era que el Valencia iba a naufragar por completo. Pero, lo que son las cosas, la única aparición de Cheryshev le puso el balón a Manu Vallejo, y éste, con la defensa desplazada, la ajustó en el primer remate valencianista del encuentro. No se lo podía creer. Desde noviembre que no era titular y su aportación al equipo se había limitado, tras la lesión, a cubrir huecos en la convocatoria. Voro le dio la alternativa y la pelea inicial del jugador tuvo una feliz recompensa. Desde ese momento, todo cambió.

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