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Javi Guerra y Muriqi disputándose un balón. EFE/CATI CLADERA
Tres días más de angustia

Tres días más de angustia

El Valencia desperdicia con un mal partido la opción de asegurar la permanencia | El equipo de Baraja sólo dispone de dos ocasiones de gol pese a jugarse la vida mientras Kang In se luce en el Mallorca

Jueves, 25 de mayo 2023, 18:49

Te lo cuentan y no te lo crees. Menos mal que todos los valencianistas lo vieron. El equipo tenía la opción de acabar con la agonía y pasó por Son Moix como el que oye llover. Quizá el partido más plano y más soso de los últimos tiempos. No hay quien entienda a los futbolistas. Ni sienten ni padecen. Sólo dos ocasiones claras en todo el choque.

Tuvo que salir Kluivert a veinte cinco minutos del final para burbujerar al Valencia. Golpeado mentalmente por el asalto a su casa y con su pareja herida, el neerlandés fue el único que sacó honra para evitar tres días más de sufrimiento. El conjunto blanquinegro se queda sólo dos puntos por encima del descenso y el domingo tiene la siguiente oportunidad. Es cierto que el tsunami del caso Vinícius ha podido contusionar el ánimo de la plantilla, pero era demasiado lo que se jugaba. Hay que apelar a Mestalla, siempre el amigo fiel. Y ante un Espanyol que llegará motivado con la sorprendente remontada ante el Atlético de Madrid.

No sólo se queda el Valencia sin el premio de la permanencia, también comprobó cómo un viejo conocido se lucía. Kang In se marchó libre hacia Mallorca. Ningún entrenador se atrevió a darle un puesto preponderante en el equipo. Emigró y triunfó. En una sorprendente posición de carrilero izquierdo, aturdió a Thierry. Entre las acciones por la cal y las que buscaba jugar entre líneas, el surcoreano iba minando la fortaleza defensiva valencianista. Hasta que mediada la segunda mitad se marchaba por la banda izquierda, centraba con poesía y Muriqi, con los dos centrales del Valencia atolondrados, remataba de cabeza de forma inapelable.

Para batir a Mamardashvili hay que hacerlo muy bien, casi perfecto, y el kosovar ajustó con portentosa precisión. Desde ese momento, lo normal, y más cuando la necesidad aprieta, es volcarse aunque sea de manera disparatada. Ni eso. Es más, por momentos lucían más los pases horizontales que los verticales, y eso que Baraja había situado ya a dos delanteros (Cavani y Alberto Marí) y a otros tantos jugadores de banda como Kluivert y Castillejo. Ni un centro para buscar un cabezazo ni nada que se le pareciese. Sólo el neerlandés lo probó y, en cambio, el Mallorca aún tuvo la opción de ampliar el marcador con un chut de Babá que paró Mamardashvili.

De la primera parte no se acordará nadie media hora después de acabarse el partido. Quizás los momentos más plomizos que se recuerdan. Ni combinación en el centro, ni contraataques, ni ataques por las bandas. Nada. El único momento de acercamiento a Rajkovic tuvo como protagonista a Diego López a centro de Lino, pero el canterano remató con la espinilla y pasó lo normal, que se marchara fuera. En esta ocasión la factoría Paterna estuvo más apagada que en los últimos días. También es lógico, no podemos perdirle al extremo y a Javi Guerra que arreglen el mundo.

El Valencia tiene la suerte de que hay muchísimos equipos inmersos en la pelea por evitar el descenso. El Celta y el Cádiz no han logrado escapar definitivamente y ahí siguen Almería y Getafe con la saturación distraída. Valladolid y Espanyol sufren en el hoyo. Y entre todos ellos continúa el conjunto de Mestalla. Quién se lo iba a decir hace unos años. Es un equipo que ha perdido la esencia. Ni bronco ni copero. Pero tampoco con dulzura en sus jugadas. Al final es que no juega a nada.

Con Baraja al menos ha mantenido el orgullo. Mirar al banquillo y no querer imitar al vallisoletano y a Marchena es no tener sentimiento. Pero todo lo poético no vale ahora. Hay que poner fin cuanto antes a la agonía de una temporada, otra más, sumida en el caos. Con una plantilla desajustada, sin fichajes en el mercado de invierno y con la propiedad cada vez más lejos. Ni Layhoon ha sido capaz de dar la cara públicamente por su afición y por su equipo en un momento de golpes foráneos continuos. Así que imagínense qué pensarán los futbolistas. Pues nada de nada.

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