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paco lloret
Sábado, 17 de diciembre 2022, 00:10
A finales de los años setenta se produjo una profunda renovación en el estamento arbitral español. Hubo un cambio generacional acorde con los nuevos tiempos. ... Entre los colegiados que dieron el salto a la máxima categoría figuraba Emilio Soriano Aladrén, cuyo debut tuvo lugar en Mestalla en el partido que enfrentaba al Valencia y al Espanyol en la tercera jornada de la campaña 76-77. Dieciséis años después, Soriano Aladrén se despidió del arbitraje. Su último partido tuvo lugar en San Mamés entre el Athletic de Bilbao y el Valencia. Ambos choques concluyeron con el mismo resultado: triunfo valencianista por 4-1. Sin embargo, cuando se evoca la figura de este árbitro sobresale el recuerdo de una calamitosa actuación en Mestalla en el ejercicio 82-83 que generó graves altercados de orden público.
A las diez y media de la noche del domingo 19 de septiembre, un Valencia en estado de gracia pasó por encima de los españolistas con una actuación extraordinaria. Pese al gol inicial de los visitantes, obra del chileno Caszely, exjugador granota, los hombres dirigidos por Heriberto Herrera impusieron su superioridad. Poco a poco fueron cayendo los goles a su favor, dos del 'Lobo' Diarte y otros dos de Mario Kempes en una exhibición arrolladora. Bajo la batuta magistral en la dirección del juego de Miguel Ángel Adorno, los delanteros valencianistas volaban. La célebre vanguardia integrada por Rep, Diarte y Kempes vivía sus horas más felices ante una afición extasiada. Una semana después, en Elche, se repitió el resultado y el festival con los mismos goleadores.
El estreno de Soriano Aladrén pasó desapercibido ante el claro desequilibrio de fuerzas sobre el césped. El primer gol local llegó como consecuencia de un indiscutible penalti transformado por el paraguayo Diarte. Sin embargo, sacó tres tarjetas amarillas a los locales Jesús Martínez, Castellanos y Kempes, por ninguna a los visitantes que se pasaron gran parte del encuentro a la defensiva. La nueva camada arbitral quería demostrar que no se dejaba amilanar por las aficiones locales en un intento por desmarcarse de los hábitos arraigados y las tendencias caseras. Junto a Soriano Aladrén aparecieron en el escenario Sánchez Arminio, el valenciano García Carrión y poco después Jacinto de Sosa. Algo estaba empezando a cambiar en el arbitraje español que relevaba a la vieja guardia, salvo el mediático Guruceta.
Ese mismo ejercicio, Soriano Aladrén volvió a dirigir dos partidos más al Valencia: cómodo triunfo por 3-1 ante el Hércules en casa y un empate sin goles en el feudo del Betis. Por su innegable valentía, representaba una nueva manera de dirigir los partidos, alejado del estilo del antiguo régimen. No es de extrañar, por tanto, que el Valencia presionara en la Federación para que fuera el encargado de dirigir el decisivo choque de vuelta de las semifinales de la Copa de 1979 en el viejo campo de Zorrilla ante el Real Valladolid, donde se esperaba una fuerte presión ambiental, decisión que provocó suspicacias a orillas del Pisuerga. El Valencia que llevaba dos goles de ventaja sufrió lo indecible ante el acoso local. Con la eliminatoria igualada y varios lances polémicos protestados por la afición de Pucela, los de Mestalla salvaron los muebles con un gol providencial de Felman a última hora.
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Antes de esa semifinal, Soriano Aladrén había dirigido el duelo de la inolvidable remontada copera ante el Barça de octavos resuelta en la prórroga. Esa noche, dos de los cuatro goles marcados por el conjunto de Pasieguito llegaron gracias a sendos penaltis transformados por Rainer Bonhof. Su condición de colegiado talismán se vino abajo a principios de 1983, cuando un Valencia hundido en la cola de la tabla recibía al líder, el sorprendente Athletic de Javi Clemente, en partido televisado, un hecho que contribuyó a que el escándalo fuera todavía mayor.
Los locales se avanzaron en el marcador al cuarto de hora del segundo tiempo después de que Manzanedo detuviera un penalti a favor de los bilbaínos lanzado por Dani. Cuando se acariciaba el triunfo, llegó el gol del empate en una jugada en la que los valencianistas reclamaron falta previa. Frustración en el ambiente. Lo peor estaba por venir. En tiempo añadido, Soriano Aladrén señaló un segundo penalti a favor de los leones en una acción legal que interpretó de forma equivocada. Error grave y revuelta mayúscula en la grada. El máximo castigo fue transformado en el gol del triunfo visitante. La indignación de los aficionados dio paso a una sucesión de graves incidentes dentro del campo, con lanzamiento masivo de objetos, y en los aledaños, donde se registraron cargas policiales.
El Valencia se salvó milagrosamente del descenso y al año siguiente Soriano Aladrén no le dirigió ningún partido. Su reaparición tuvo lugar en la campaña 84-85, cuando dirigió los duelos ligueros entre el Valencia y el Barça en ambos campos. Su retirada del arbitraje se escenificó en Bilbao el 20 de diciembre de 1992. Ese día, el Valencia se impuso por 1-4 al Athletic con goles antológicos de Álvaro y Fernando; además de los de Robert y Eloy.
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