![Valencia CF - Real Madrid | El último gol de Castellanos en Mestalla](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202109/17/media/cortadas/GF006WA1-U30168633070OdH-R5POnEEzd3t4TwNpTyBZD9K-1248x770@Las%20Provincias-LasProvincias.jpg)
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paco lloret
Viernes, 17 de septiembre 2021
El único gol de la tarde. El tanto decisivo, el de la victoria. El último gol logrado por Ángel Castellanos en Mestalla sirvió para que el Valencia derrotara al Real Madrid en la temporada 84-85, un partido que significó ... un punto de inflexión: se cerraba un ciclo victorioso para los valencianistas, ganadores en cinco de los últimos seis enfrentamientos ligueros en casa con los del Bernabéu. El otro, correspondiente a la campaña anterior, la 83-84, concluyó con empate a cero.
Castellanos no fue, precisamente, un futbolista goleador. De tarde en tarde aportaba algún tanto, pero sus virtudes se aplicaban más en funciones de destrucción del juego del rival y en cubrir las espaldas a sus compañeros. Sin embargo, en los años ochenta marcó el gol de la victoria en tres partidos disputados en casa, todos ellos acabaron con idéntico marcador: 1-0. Ante el CD Castellón en el ejercicio 81-82, frente al Atlético de Madrid en el siguiente y el citado contra el Real Madrid.
Se podría decir que su repertorio rematador era limitado pero eficaz, siempre marcaba el mismo gol: maniobraba con su estilo robótico en la frontal del área para habilitar la ejecución del disparo después de un regate en corto si algún rival se acercaba y, a renglón seguido, procedía a chutar. Sus tiros eran secos, ajustados y, sobre todo, efectivos. Un golpeo del cuero muy característico. Aquellos goles solitarios de Castellanos proporcionaron victorias importantes y, al mismo tiempo, le dieron al autor el protagonismo del que, normalmente, no solía disfrutar. El centrocampista no gozaba del reconocimiento popular por el juego que desplegaba. Su rendimiento regular y la constancia de su labor no se valoraban en su justa medida. A fuerza de acumular partidos se ganó el corazón de la afición, reticente en los primeros años a aceptar su juego. Finalmente, la perseverancia del centrocampista manchego obtuvo recompensa. El paso del tiempo ha agrandado su figura. Su presencia en Mestalla con motivo del Centenario, escoltado por Botubot y Manzanedo, removió conciencias e inundó de lágrimas y emoción las gradas. Justicia poética.
Aquel partido ante el Real Madrid celebrado en la primavera de 1985 estuvo precedido de una sorprendente controversia. Dos días antes de su disputa, el Comité de Competición dictaminó que debía jugarse en Albacete por clausura de Mestalla. Una decisión motivada por algunos incidentes acaecidos durante el encuentro de la Copa de la Liga disputado frente al Racing de Santander cuatro días antes y dirigido por el colegiado andaluz Álvarez Margüenda. Sin apenas tiempo de reacción, el club valencianista preparó un recurso exprés para evitar que se consumara la decisión. La noticia, por inesperada, cayó como una bomba. Las consecuencias de la sanción afectaban a la taquilla de una de las citas más rentables para las arcas de una entidad sometida a estrecheces. El partido, penúltima jornada del campeonato y último en casa del Valencia, no había sido catalogado como fuera de abono, así que los socios valencianistas podían acceder sin necesidad de adquirir entrada. Para enredar más la situación, se vivía el puente de San Vicente y el día siguiente del encuentro, el lunes 15 de abril, era festivo a orillas del Turia.
El Real Madrid también sufrió las consecuencias del conflicto porque hubo de variar por dos veces la planificación del desplazamiento en una época en la que los traslados no eran tan sencillos como en la actualidad. El gerente del Valencia, Salvador Gomar, viajó hasta Madrid para presentar el recurso el sábado por la mañana cuando faltaban poco más de 24 horas para la disputa del encuentro, fijado inicialmente a las 18 horas del domingo 14 de abril.
La confusión creada alteró el ambiente en la previa de un choque al que ambos rivales llegaban en horas bajas. El Valencia sufría dos ausencias notables en su formación: Arias y Fernando. La mejor noticia era el regreso de Wilmar Cabrera. El ariete uruguayo reaparecía después de haber estado casi dos meses alejado de su equipo al tener que incorporarse a la fase previa del Mundial de 1986 con la selección de Uruguay. Desde su marcha, el Valencia no ganaba.
El Comité de Apelación, entre cuyos miembros figuraban sendos juristas valencianos de prestigio como Juan Martín Queralt y Salvador Alborch, aceptó el recurso y levantó la sanción puesto que Mestalla no había sido apercibido de cierre previamente. De prisa y corriendo se reparó el atropello del comité que presidía el temible Vara del Rey con un argumento legal incontestable. La noticia se conoció a mediodía de la víspera del encuentro y en la sede de Artes Gráficas respiraron aliviados. El partido se podía jugar en el escenario previsto.
El gol de Castellanos llegó pronto, poco antes del ecuador del primer tiempo, un tanto recibido por la grada con enorme alborozo. El partido resultó discreto y con el triunfo final se cerraba un período de cuatro meses sin cantar victoria en Mestalla. Exactamente, desde la víspera de Nochebuena, cuando se impuso por 4-1 al Zaragoza. Pese a derrotar a los madridistas, el Valencia perdió el tren de la clasificación para Europa.
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