![El Valencia se le atraviesa a Maguregui](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202209/30/media/cortadas/botubotlloret-RliWLS8iYwbkLAjhejo1aoM-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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PACO LLORET
Sábado, 1 de octubre 2022, 00:02
Una victoria providencial en un escenario esquivo devolvió al Valencia las posibilidades de conquistar la Liga en el tramo final de la temporada 80-81. Sucedió en Sarrià a falta de cinco jornadas para la conclusión del campeonato ante un rival, el Espanyol, que no ... conocía la derrota como local. Los goleadores fueron Botubot y Castellanos. El portero Sempere contribuyó de forma decisiva al detener un penalti. A la conclusión de la jornada, cuatro equipos luchaban por cantar el alirón: Atlético de Madrid y Real Sociedad empatados en cabeza seguidos a un punto por el Real Madrid y Valencia, igualados entre sí. La gran baza valencianista era la de un calendario favorable: de los cuatro partidos restantes, tres se disputaban en Mestalla.
Sarrià se había convertido en territorio comanche en los años setenta. Después de sendas victorias consecutivas, ambas por la mínima y una de ellas legendaria, la de la remontada del 4-1 para imponerse por 4-5 en el ejercicio 67-68, que cerraron esa década, cada visita al feudo periquito se había convertido en un calvario. La mala racha se inició, curiosamente, en el célebre duelo de la última jornada de la Liga 70-71, cuando el Valencia se proclamó campeón pese a la derrota sufrida.
Después de siete derrotas consecutivas, se quebró la mala racha en la campaña 77-78 al arrancar un empate a dos gracias a la portentosa actuación de Mario Alberto Kempes. A la media hora del encuentro el Valencia ganaba por 0-2, pero ni por esas certificó el triunfo. Los locales reaccionaron y lograron igualar la contienda con un gol de Daniel Solsona cuando faltaba menos de un cuarto de hora para la conclusión. El jugador de Cornellà fichó por los de Mestalla ese verano y dos años después, en la campaña 79-80, marcó, en circunstancias muy parecidas, el gol salvador que valía el empate a uno. Un excelente resultado a tenor de las circunstancias.
La tarde del domingo 29 de marzo de 1981, el Valencia compareció en Sarrià obligado a ganar. No valía el empate para un equipo que se había desprendido de su gran figura, Mario Kempes, traspasado a River Plate un par de semanas antes. Con Fernando Morena en el eje del ataque, secundado por Saura y Felman en las bandas, el resto del once era muy reconocible con Carrete, Tendillo, Arias y Botubot en la zaga. Castellanos, Solsona y Subirats en la medular. Sempere bajo palos en el ejercicio de su debut. Pasieguito, el entrenador, no se pudo sentar en el banquillo después de ser sancionado con cuatro partidos como consecuencia de la gresca que tuvo una semana antes en Mestalla con el árbitro Urío Velázquez en un accidentado encuentro frente al Real Murcia. Así que Manolo Mestre ocupó su lugar.
El entrenador local era José María Maguregui, un técnico con fama de defensivo, capaz de conseguir que sus equipos aguantaran frente a rivales de superior nivel y obtener excelentes resultados. El célebre autobús que plantaba en el área era tan temido por sus oponentes en los desplazamientos como su feroz solidez de local, cuando era capaz de transformar el juego de sus hombres. Los registros eran espectaculares: en cinco campañas en Primera División al frente de conjuntos modestos, sólo había perdido cuatro partidos como local, ironías del fútbol, dos de ellos ante el Valencia, cuando dirigía al Racing de Santander.
El primero fue en la campaña 73-74 gracias a un solitario gol de Antón en los viejos Campos de Sport del Sardinero a ocho minutos para el final. En esa campaña, además del Valencia, sólo el Barça de Cruyff, que fue campeón, pudo vencer en su casa al equipo de Maguregui. Dos años después, se repitió el resultado de 0-1, pero esta vez el goleador fue Salif Keita, cuyo tanto llegó poco antes del descanso.
Más tarde, en el debut del Almería en Primera División, ningún rival pudo vencer en su feudo, el Franco Navarro, al equipo entrenado por ‘Magu’ como era conocido. La fiable trayectoria de Maguregui volvió a romperse por tercera vez ante el Valencia –su bestia negra– que, consciente de lo que había en juego, trató de resolver por la vía rápida en Sarrià. Antes de la media hora, el defensa Botubot inauguró el marcador al aprovechar un balón rechazado por el portero blanquiazul Urruti tras una falta botada por Solsona. Diez minutos después, llegó el segundo después de una brillante acción personal de Castellanos culminada con un formidable disparo.
La clave del encuentro fue el penalti detenido por Sempere a lanzamiento de Rafa Marañón en el ecuador del primer tiempo, cuando la ventaja era de 0-1. Un año antes, el guardameta de Torrellano estuvo enrolado en el conjunto catalán en condición de cedido durante unos meses. Esa estancia le permitió intuir por dónde iba a ejecutar la máxima pena el capitán del Espanyol. En el descanso, el Valencia se vio obligado a efectuar el cambio del uruguayo Morena, lesionado tras una dura entrada. Manolo Gálvez entró en su lugar. El equipo local recortó la diferencia con un gol madrugador en la reanudación, obra de Roberto Martínez, pero ya no hubo más alteraciones en el resultado.
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