El fútbol yugoslavo se puso de moda hace 50 años. La selección de ese país había apeado a la española del Mundial de Alemania 74. El Valencia, seducido por la tendencia, sucumbió a la tentación y encontró en Yugoslavia el relevo para la dirección técnica ... del club. Dos por uno. Un tándem encabezado por Milovan Ciric al que acompañaba Dragan Milosevic. Cerrada la etapa de Di Stéfano, después de cuatro ejercicios ininterrumpidos en los que el club de Mestalla fue de más a menos, se requería un nuevo rumbo. Ciric fue el elegido.
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Los valencianistas se habían medido a rivales yugoslavos en competiciones continentales en los dos ejercicios precedentes. En la campaña 71-72, se enfrentaron al Hadjuk Split en la Copa de Europa, al que superaron gracias al valor doble del gol marcado por Pep Claramunt en el partido de vuelta celebrado en la ciudad croata.
En la siguiente campaña, el Valencia participó por primera vez en la Copa de la UEFA. Después de eliminar en la primera ronda al potente Manchester City, se vio las caras con el Estrella Roja de Belgrado. Los balcánicos se impusieron en ambos partidos por la mínima: 0-1 en Mestalla, y 2-1 en el conocido como «pequeño Maracaná» de la capital yugoslava.
Al frente del Estrella Roja estaba Miljan Miljanic, que a su vez desempeñaba las funciones de seleccionador en su país, rival de España en la clasificación para el Mundial. Los yugoslavos lograron el pasaporte gracias a su triunfo en un partido de desempate disputado en terreno neutral. El 13 de febrero de 1974 en Frankfurt, ciudad que iba a albergar el encuentro inaugural del Mundial, Yugoslavia venció a España por 1-0 en el encuentro decisivo. En la formación hispana se alineaban cuatro valencianistas: Sol, Jesús Martínez, Claramunt y Valdez. Pocos meses después, concluida la cita mundialista, Miljanic se hizo cargo del Real Madrid y su debut tuvo lugar en Mestalla en el primer partido de la temporada 74-75.
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Miljanic había establecido buena sintonía con el club valencianista. Se trataba una persona dotada para las relaciones públicas, hábil y dicharachero, recomendó vivamente la incorporación de Ciric. Según sus propias palabras, era el gran referente de la escuela yugoslava de entrenadores y su maestro, por el que profesaba una gran devoción. Miljanic conocía bien al Valencia y sabía del potencial del club. En el ejercicio 66-67 ya se había medido a los de Mestalla en la segunda eliminatoria de la Copa de Ferias. Los valencianistas se clasificaron después de vencer en ambos partidos; por1-0 en casa, con gol de Ansola, y por 1-2 en Belgrado, ambos tantos de obra de Waldo. Muchos años después, en la desdichada campaña 82-83, Miljanic tuvo un paso efímero al frente del Valencia. El prestigio de Miljanic traspasaba fronteras, era una institución al frente del Estrella Roja. La presidencia del Valencia la ocupaba Ros Casares, asesorado por Emil Osterreicher como director técnico. Ambos coincidieron en la conveniencia de incorporar a Ciric como entrenador. Una decisión trascendental y de gran calado. Se trataba del primer entrenador europeo que aterrizaba en Mestalla en tiempos modernos. El Valencia siempre había confiado en técnicos españoles: mayoría de vascos y valencianos, o bien sudamericanos. En tiempos remotos, en los primeros años de existencia del club, además del legendario Anton Fivébr, de origen checo, fueron contratados varios entrenadores ingleses, como Galloway o Greenwell.
La llegada de Ciric, acompañado de Milosevic, despertó curiosidad y expectación en Valencia. Su incorporación se valoraba como un importante cambio de rumbo. Una apuesta arriesgada para una entidad que veía como su rendimiento deportivo se estancaba después de unos años brillantes. Ciric se aplicó en implantar unos métodos que eran novedosos en el fútbol español. La preparación física adquirió una especial relevancia. La concentración veraniega en la «Font Roja» de Alcoi supuso un ejemplo del nuevo sistema de preparación.
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No hubo fichajes de relumbrón. La vieja guardia seguía, aunque algunos de ellos como Aníbal y Antón, encaraban su última campaña en el Valencia. Keita y Jara se mantenían como pareja de extranjeros. Las incorporaciones procedían de clubes de inferior categoría. El que mejor rindió fue Tirapu. Otros, como el portero Pereira, tardaron años en triunfar.
La campaña se inició de forma irregular. En las primeras nueve jornadas se sumaron cuatro victorias y cinco derrotas. Todos los partidos ganados fueron con la portería a cero. El Valencia era el único equipo de Primera que no conocía el empate. A partir de la décima jornada encadenó cuatro igualadas a uno consecutivas. Los altibajos se sucedieron y Ciric fue destituido en marzo. Milosevic, su inseparable colaborador, acabó la temporada.
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