El Valencia de Gracia sí quiere disfrutar la Copa del Rey

Si por algún momento en Singapur Peter Lim se plantea repetir con Javi Gracia el intento de influenciarle para menospreciar la Copa del Rey como lo intentó con Marcelino, que se vaya quitando la idea de la cabeza. Ni lo consiguió entonces con el asturiano –le acabó pasando factura– ni lo haría en el hipotético caso esta vez con el pamplonica. A Gracia la pregunta ayer sobre este asunto no le pilló a paso cambiado. Conoce la historia más reciente de este Valencia y también sus circunstancias. «Nadie me ha comunicado nada sobre la Copa. Como profesional, todos queremos llegar lejos y si es posible ganarla. Nos ilusiona, no sólo esto sino todos los partidos. Queremos ganar siempre, no concibo que antes de empezar una competición se diga que no se debe de ganar». El entrenador aplica una lógica que en el Valencia en los últimos tiempos ha sido retorcida con cierta asiduidad. No obstante, no parece en todo caso que este año se pudiera repetir una situación tan extrema como aquella que se dio en la exigente eliminatoria contra el Getafe en 2019. Fruto de aquel empecinamiento de Marcelino en buscar la excelencia absoluta para beneficiarse directamente en Liga, el Valencia llega esta tarde a Terrassa con la etiqueta de campeón pegada todavía a su escudo. Hasta que Real y Athletic no despejen la incógnita de este año, Gracia todavía arrastra la herencia de Marcelino.

Y lo hará posiblemente con una alineación en la que no haya ningún futbolista que fuera titular aquella noche sevillana contra el Barcelona. Es precisamente el exigente duelo de Liga del sábado contra el equipo barcelonista el que le obliga al técnico ahora a buscar alternativas, al margen de que se trata de un rival –el de esta primera ronda y aunque sea a partido único– que milita en Tercera División. Ni dio lista –viajan en avión esta misma mañana– ni tampoco quiso anticipar cuál será su apuesta, pero teniendo en cuenta que está obligado a disponer de siete futbolistas con ficha del primer equipo, sólo quedan cuatro alternativas en el aire para gente de la cantera. Candidatos para lucirse hoy y disfrutar del recuerdo son Cristian Rivero –dorsal 25 que no ha debutado todavía–; el joven Jesús Vázquez –hijo de Braulio– para el carril izquierdo al no poder disponer de los dos laterales zurdos (otra opción es poner a pierna cambiado a Correia); Esquerdo y Koba para el centro del campo, y Álex Blanco para el ataque. Ahí se supone que actuará también Rubén Sobrino, que vive la situación más amarga del grupo al ser el futbolista de la primera plantilla, con excepción del meta Cristian, que menos minutos ha disfrutado hasta ahora. Ni las ventas ni las lesiones han abierto las puertas del once al exdelantero del Alavés, que se ha quedado en nueve de los trece encuentros disputados por el equipo sin jugar ni un solo minuto.

El campo del Terrassa es de césped artificial –la plantilla trabajó ayer parte de la sesión en esta superficie– y hasta probaron «casi todos» el lanzamiento de penaltis por si acaso, pero al margen de esos aspectos, a Gracia ya se le empieza a mirar con lupa a nivel popular. Que el Valencia juega a poco es algo que incluso el entrenador empieza a reconocer, porque la afición ya comienza a responsabilizar al entrenador de las deficiencias que observa. Las críticas se asomaron ayer en la rueda de prensa. Es la primera vez desde que está aquí que al navarro se le expone con cierta frialdad ese criterio. Y lo encajó con cierto talante: «Lo veo como normal, nada diferente a otros sitios ni nada injusto. Cuando se gana hay valoraciones y opiniones más favorables en torno al equipo y cuando no se consigue ganar es lógico que suceda. No necesito que nadie me recuerde mi responsabilidad ni que me recuerden lo importante que el equipo juegue mejor o consigan resultados. Doy lo máximo hasta el último día que entrene. Sigo con muchas ganas e ilusión de que el equipo juegue mejor, entiendo que es el motivo de las críticas. No tengo otra cosa que estar de acuerdo». En lo que todos están de acuerdo también es no repetir lo de Guadix.