MOISÉS RODRÍGUEZ
Domingo, 24 de febrero 2019, 00:07
Rubén Baraja llega en bicicleta. Elegante y con gafas de sol que se quita para la entrevista. Esto permite percibir mejor la ilusión de su rostro cuando vuelve a poner el pie en el césped de Mestalla y se encamina al lugar en que terminó de convertirse en leyenda. Al punto exacto desde el cual fabricó el gol que culminó la remontada ante el Espanyol para enfilar al Valencia hacia el título de Liga de 2002. Luego, en su localidad de tribuna, en la que prefiere ver el fútbol, repasa su década gloriosa defendiendo la elástica blanquinegra.
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-En ocasiones voy al palco. Voy alternándolo. Si vengo con mi hija o con un amigo, me gusta verlo desde el sentimiento que tiene el aficionado del Valencia.
-Diría que el gran recuerdo del aficionado de Baraja es ese gol contra el Espanyol. ¿Cuál es el suyo ?
-Aquí he tenido la suerte de vivir grandes situaciones, pero seguramente ese, y mi despedida en 2010, son los instantes más imborrables. El día del Espanyol es un momento precioso porque teníamos un partido muy complicado. Si ganábamos seguíamos peleando por la Liga, pero si perdíamos nos metíamos en problemas. El equipo estuvo inmenso. El empuje de Mestalla fue fundamental para ganar con diez. Tuve la suerte de culminar la remontada con dos goles que nos permitió ser campeones en Málaga.
-Porque todo empieza y acaba en el Espanyol... ¡que Benítez estuvo medio destituido en Montjuïc!
-Sí, yo venía de una lesión que tuve en pretemporada y no había podido participar hasta diciembre, justo cuando jugamos contra el Espanyol. Hicimos una primera parte muy mala, íbamos perdiendo y ganamos con un 2-3. Fue un punto de inflexión, iniciamos una racha meteórica hacia un título soñado para nosotros y la afición, que llevaba 31 años sin celebrarlo.
-¿Recuerda algo de lo que les dijo Benítez en el descanso?
-Había mucho runrún de que si no ganábamos iban a prescindir de Benítez, pero él siempre se ha mantenido tranquilo. Simplemente nos dijo que habíamos hecho una mala primera parte y que debíamos dar lo mejor de nosotros para darle la vuelta y así fue. Afortunadamente no se destituyó a Benítez ese día y luego fue la piedra angular de los siguientes dos años de éxitos.
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-¿Con qué se queda de él para su carrera de entrenador?
-Es un gran entrenador, con una carrera magnífica y muchísimos títulos. Yo estoy empezando y lógicamente he aprendido bastante de él. Es un técnico muy trabajador, consistente, insistente, exigente en el día a día y muy metódico. Para nuestra generación, un espejo en el que debemos mirarnos.
-Usted llega al Valencia con Cúper, ¿se queda con algo de él?
-Cúper es un entrenador que, por su repercusión en la historia del Valencia, quizás no esté muy reconocido. Llevó al equipo a dos finales de Champions. En esos dos años con él fuimos un equipo muy competitivo, poderoso en Europa y en la Liga.
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-Cuando llega, el club había pagado un traspaso importante por usted, el Valencia acababa de jugar una final de Champions y se habían ido futbolistas importantes como Piojo, Farinós o Gerard. ¿Se sentía muy presionado?
-No, yo ya venía de un club grande como el Atlético, aunque había descendido, y ya conocía esa presión. Cuando llegué, enseguida sentí que era un equipo muy hecho, con gente muy comprometida. Lo único que tuve que hacer fue alcanzar su velocidad, porque siempre cuesta subirse a un equipo con ese nivel de exigencia. Yo tenía por una parte una gran responsabilidad y por otra una gran ilusión.
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-La imagen de la segunda Champions fue Cañizares llorando y quitándose la medalla. ¿Qué sintió usted en aquel momento?
-Sientes que se nos ha escapado una oportunidad única, porque el Valencia llegar a dos finales y no conseguir ninguna... También piensas que has tenido la fortuna de vivir algo histórico, pero ese es quizás el momento más amargo, el de después del partido. Te das cuenta de lo increíble que habría sido conquistar la Champions.
-Pese a ello, completó una trayectoria para sentirse muy satisfecho.
-Bueno, salvo la Champions y la Supercopa de España lo ganamos todo. Tras una carrera de diez años en un club es para sentirse orgulloso y satisfecho por el trabajo realizado. Gracias al fantástico grupo que había, creo que conseguimos representar bien los valores de lo que es históricamente el Valencia.
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-Cuando se ficha a un medio, aún se desliza lo del 'nuevo Baraja'. ¿Qué piensa cuando esto sucede?
-(Ríe) Es reconfortante. Hace ya nueve años que no juego en el Valencia y es bonito que la gente se acuerde y te valore positivamente. Cada jugador ha sido irrepetible, como lo será Albelda, Vicente, Cañizares, Mista, Ayala, Angloma... le podría decir mil. Lógicamente, lo que hace que el aficionado te valore son los éxitos.
-Su último gran momento con el Valencia fue la Copa de 2008. ¿Fue un error no celebrarla?
-La 07/08 fue una temporada muy complicada por cómo estaba el club, la fractura que se generó en el vestuario por decisiones que tomó el entrenador... llegamos a la final con una gran trayectoria en Copa pero muy mal en Liga. No era el momento, tres días después íbamos a Bilbao. De hecho, perdimos 5-1 y nos metimos de lleno en la lucha del descenso. Ya pasó, lo importante es que el Valencia ganó su séptima Copa y esperemos que no sea la última.
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-¿Cómo vivieron cuando Koeman apartó del equipo a Albelda y asumió usted la capitanía?
-Yo hice una reflexión con el entrenador. Le dije: 'Creo que con las decisiones que ha tomado, el equipo necesita que yo dé un paso adelante, pero cuando acabe la temporada dejaré el brazalete'. Eso fue lo que pasó. Creo no era un momento de echarse atrás, sino de sumar. Asumí la responsabilidad junto a Marchena y después no volví a ser capitán hasta el día de mi despedida.
-Por cuatro años, no vivió la etapa dorada de la selección...
-Al final cada uno debe estar feliz con su etapa. El Valencia me dio la oportunidad de ir a la selección y de alguna manera me siento representado en lo que luego pasó.
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-Su generación marca el fin de una época en el fútbol. Hoy parece casi impensable que un futbolista permanezca una década en un club...
-Todo ha cambiado, se pagan grandes traspasos. No sé si ahora nuestra continuidad sería menor, pero sí que el Valencia hizo un gran esfuerzo por mantener a los jugadores más importantes. Eso dio la posibilidad de que tuviéramos éxitos.
-¿Por qué no se marchó en ese tiempo a un club más grande?
-Hubo situaciones en las que pude decidir marcharme, pero nunca tuve la sensación de querer irme o no estar cómodo. Para mí, el Valencia era lo máximo. Me sentía feliz y a gusto, por encima de otras ambiciones y decidí hacer aquí me carrera.
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El futbolista: Auténtico cerebro del Valencia durante una década, fue la piedra filosofal del equipo de Benítez que ganó dos Ligas y el doblete de 2004. Su palmarés envidiable lo completan una Copa de la UEFA, una Copa del Rey y una Supercopa de Europa. Con la selección española, jugó el Mundial de 2002 y la Eurocopa de 2004.
Nacimiento: Valladolid, 11 de julio de 1975 (43 años)
País: España
Debut deportivo: 1993
Posición: Centrocampista
Retirada deportiva: 2010
CON EL VALENCIA .
Periodo: 2000-2010
Temporadas: 10
Partidos en Liga: 263
Goles en Liga: 41
Total de partidos: 362
Total de goles 58 goles
-¿La segunda Liga se vive de la misma forma que la primera?
-Es diferente. La primera es especial, porque la última era de hacía 31 años y que un club como el Valencia gane una Liga es difícil. En la segunda ya teníamos más experiencia para manejar la presión y lo que la hizo especial fue el doblete y luego la Supercopa de Europa que hizo que 2004 sea imborrable.
-¿Qué piensa un futbolista cuando su entrenador dice públicamente lo de 'esperaba un sofá y me han traído una lámpara'?
-Bueno, Benítez es un gran estratega respecto al mensaje que tiene que enviar. Estaba disgustado porque él esperaba otros jugadores, pero a la larga se vio que esos futbolistas que no tenían mucho nombre, como Oliveira o Canobbio, venían con hambre y fueron muy importantes en la gestión de la plantilla.
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-Sin preguntar ha dicho que uno de sus momentos más importantes aquí en Mestalla fue el de su despedida. ¿Cómo lo recuerda?
-Como un momento único y especial. Había visto que pocos futbolistas habían podido despedirse de la afición y en el momento adecuado. Que todo Mestalla corease mi nombre y que hubiese gente que viniera sólo porque quería despedirse de mí, siempre he dicho que fue un privilegio. Mi mejor momento aquí junto al partido del Espanyol.
-¿Se imagina 14 filas más abajo de donde estamos, sentado en el banquillo como entrenador local?
-Nunca vivo de suposiciones. Estoy empezando y esta es una profesión totalmente diferente a la de jugador. Lógicamente, ¿a quién no le gustaría entrenar al Valencia? Pero no es algo que me obsesione. Si me lo gano, me encantaría. La vida dirá.
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