Urgente Óscar Puente anuncia un AVE regional que unirá toda la Comunitat en 2027
Comert, Guillamón, Cenk y Gayà fueron espectadores de lujo del gol de Griezmann. efe/ rodrigo jiménez

Un Valencia sin ninguna defensa pierde contra el Atlético

Los de Baraja naufragan en el Metropolitano por 3-0 para volver a asomarse al descenso. El equipo le da a la afición el peor regalo posible en el 104 cumpleaños del club; un partido sin ninguna intensidad

Domingo, 19 de marzo 2023, 00:16

El Valencia llega al último parón de selecciones con 26 puntos en 26 partidos. Números de descenso que, además, están acompañados del peor despliegue defensivo del curso. En una cita donde el planteamiento, con Foulquier doblando banda derecha con Correia y Almeida en el banquillo, era el de la contención. Nada más lejos de la realidad. Mamardashvili salvó a los de Mestalla de una goleada en el Metropolitano, con Baraja y Marchena helados en el banquillo al presenciar el primer horror defensivo de su equipo desde que están al mando. Ese golpe, tras cuatro partidos donde si destacó algo fue que el Valencia supo sujetar a los rivales pese a sus evidentes limitaciones, es lo que más puede doler a medio plazo de la séptima derrota seguida a domicilio. Se puede perder de muchas formas, en Madrid los valencianistas eligieron la peor de todas. Las que duelen mucho más que dejarse tres puntos.

Publicidad

Los jugadores que ayer defendieron la camiseta con el escudo homenaje al centenario de Mestalla no estuvieron a la altura en un día de cumpleaños, el de los 104 años de historia del Valencia. Las caras al final del partido fueron más dignas, las cosas como son, que la falta de intensidad que rozó en algunos minutos el ridículo. El equipo se olvidó de competir, algo que no había ocurrido en la breve era de Baraja en el banquillo, y el Atlético les pasó por encima. Señalados acabaron todos pero la línea defensiva mucho más. La pareja de centrales formada por Cenk y Comert transmitieron demasiadas dudas como complemento, un auténtico manjar para jugadores de colmillo afilado como Griezmann, Carrasco o Memphis. Sería injusto terminar el análisis en ellos. Foulquier jugó, directamente, su peor partido con la camiseta del Valencia. No se presentó. Tampoco Guillamón. El puesto que representa el dorsal que lleva en la camiseta obliga a una mayor concentración en las coberturas, las segundas jugadas y la presión. En los tres goles del Atlético, no cumplió, ni de lejos, ninguno de los tres mandamientos. El 'necesita mejorar' que se ponía en el boletín de notas de la antigua EGB se queda corto.

Antes de que el VAR volviera a indigestar la cena al valencianismo, con otro capítulo de que sigue sin quedar transparente el criterio que se aplica para revisar unas jugadas y otras no, ya había quedado claro que el sistema diseñado por Baraja para frenar el arreón inicial del Atlético no se estaba ejecutando de forma correcta por parte de sus jugadores. Foulquier, y Guillamón, salieron en todas las fotos previas al gol de Griezmann en el minuto 23. Retrocediendo en la moviola, un tiro de Carrasco había rozado el palo derecho de la portería de Mamardashvili y el georgiano había salvado, da igual cuando leas esto, a su equipo. Lo hizo sacando una mano prodigiosa a un lanzamiento casi a la limón, en alegoría a los gemelos Derrick de la mítica serie de dibujos, entre Cenk y Memphis.

Tras el tanto del Atlético, al Valencia le costó somatizar que tenía que variar su puesta en escena. Para colmo de sus desgracias, en una temporada donde todo sale mal, su mejor jugada ofensiva de la primera parte se quedó en el limbo por la revisión del VAR del tanto de Hugo Duro. Tras ella, se anuló el gol (de bella factura) del madrileño puesto que al inicio de la jugada Munuera Montero, a instancias de Medié Jiménez, interpretó como falta un contacto de Foulquier –sin visión del atacante– que sacó la zapatilla a Memphis. El VAR revisó la acción, cosa que no ocurrió, por ejemplo, con el penalti a Fran Pérez en Barcelona. Todo mal.

Una segunda parte horrorosa

Lo peor estaba por llegar. El Valencia no supo aprovechar ni la inercia de la protesta, esa rabia que siempre cuando sientes que te han perjudicado con algo, para intentar al menos empatarle el partido al Atlético. Tras una charla larga de Baraja en el vestuario –sus jugadores volvieron al césped del Metropolitano a pocos segundos de iniciarse la segunda parte– los valencianistas no saltaron con la intensidad que requería. Un equipo grande eso no lo perdona nunca. No habían pasado ni cinco minutos de la reanudación y Mamardashvili ya había salvado otro gol. En la segunda jugada, los de Simeone tumbaron al rival. Las disputas, que siempre ganaron los colchoneros, llevaron a un mal despeje de los centrales, otra nula cobertura de Guillamón, otro desequilibrio de Foulquier al ser desbordado y un gol de Carrasco. 2-0 y partido finiquitado, más por las sensaciones sobre el campo que por la distancia del marcador.

Publicidad

Con el dibujo inicial ya totalmente amortizado tampoco fue muy entendible que Baraja tardara casi un cuarto de hora en buscar cambios ofensivos para, al menos, intentar recortar la renta. El problema es que los cuatro cambios sumados por los dos equipos en un minuto le sentaron mejor al equipo que estaba ganando. Lemar entró en el minuto 63 y el primer balón que tocó, de nuevo retratando a los defensores del Valencia, terminó en gol. 3-0. A partir de ahí, lo único que había que evitar era una derrota humillante. Ni un disparo al larguero de Lino ni el bajón del Atlético tras los últimos cambios, quitaron el regusto amargo. El rendimiento de algunos de los jugadores de refresco, como el de Moriba, sí que ayudaron a que el cabreo aumentara.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€

Publicidad