Guedes ha despertado demasiado tarde de su letargo.

El Valencia suspende un curso insípido

La fiabilidad de Gayá y los goles de Carlos Soler. Para que Bordalás tenga éxito con esta plantilla deberían mejorar jugadores como Guedes y Maxi

Lunes, 24 de mayo 2021, 00:43

Cuando equipos como Cádiz y Osasuna, casi con la mitad de presupuesto, quedan por delante en la clasificación es que algo no ha funcionado en el Valencia. Cuando querías jugar la Champions y ésta ha quedado a más de treinta puntos de distancia es porque ... has fracasado totalmente. Cuando has estado con el miedo metido en el cuerpo hasta la jornada 35 es que las cosas no se han hecho bien. Cuando has cambiado de entrenador para los últimos cuatro partidos es que tu propia confianza estaba a punto de condenarte al infierno. Cuando los cuatro futbolistas que llegaron como refuerzos de invierno sólo han servido para rellenar el banquillo y ni tan siquiera eso (Cutrone) es que la secretaría técnica tampoco ha dado la talla. Cuando el jugador que más rendimiento ha dado con bastante diferencia es el lateral izquierdo (Gayà) es porque tu estrella (Guedes) no ha estado a la altura de las circunstancias. Cuando tu máximo goleador ha sido Carlos Soler y por esos 7 lanzamientos de penalti que resolvió (falló dos) es porque tu delantero centro por excelencia ha sido de todo menos resolutivo de cara al gol. Cuando tu balance de goles es desfavorable y eres el séptimo equipo que más tantos ha encajado es porque no te has dado cuenta en 38 jornadas que ése no era el camino adecuado. Cuando ni el máximo accionista, ni el presidente ni tampoco el secretario técnico han dado la cara ni hecho balance públicamente de la temporada es porque no conviene a veces admitir los errores.

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Al Valencia, la temporada 2020-21 sólo le va a computar en negativo. Para restar puntos en cualquiera de los rankings (UEFA, nacional y hasta en el reparto por televisión). Poco, por no decir nada, hay que se pueda extraer de este curso insípido que han tenido que sufrir los aficionados en el comedor de su casa. Esto, en Mestalla, hubiera sido inaguantable. Admitían los jugadores echar en falta el público, el mismo del que luego a veces se quejan cuando exige más de lo que a su criterio cada uno considera lo justo. El Valencia ha sido un alma en pena, contagiado a veces por el propio espíritu que transmitía Javi Gracia. En él creyeron los jugadores al principio cuando todo parecía desmoronarse, de la misma forma que fueron perdiendo la fe cuando día tras días el navarro caía en una invariabilidad alarmante.

Para que entrenadores como Pepe Bordalás tengan éxito en el Valencia, es necesario que futbolistas de peso tiren del carro desde el minuto uno. Comprobar que Guedes se ha quedado seis partidos sin jugar un solo minuto (en uno ni tan siquiera estuvo convocado) es tan triste como ver el resurgir del portugués justo cuando las puertas de la Eurocopa se le cerraban. Las necesidades del guión han sentado bien a gente como Correia, Racic y Guillamón; de más a menos fue Yunus; y Jason, Manu Vallejo, Cheryshev y Gameiro se quedaron con las ganas.

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