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Vicente Peris, con Cantinflas en su rancho, en México. ARCHIVO MERCHINA PERIS
Vicente Peris: Un siglo del nacimiento del gestor que transformó el Valencia

Vicente Peris: Un siglo del nacimiento del gestor que transformó el Valencia

El 20 de junio de 1923 nació el hijo del sastre que abrió el club de Mestalla al mundo en los 70 con Frank Sinatra como banda sonora

Lourdes Martí

Valencia

Lunes, 19 de junio 2023, 23:58

Calle Ramón y Cajal de Valencia. En el salón de una casa suena Frank Sinatra. Cuatro copas de whisky sobre la mesa. A su alrededor, Vicente Peris, gerente del Valencia; Julio de Miguel, presidente del club; Ricardo de la Virgen, masajista, y Alfredo Di Stéfano, entrenador del equipo. Los cuatro debaten sobre algunas cuestiones entorno al club de Mestalla. Esta es solo una de esas reuniones que transformaron al Valencia en los años 70 y de las que la pequeña Merchina, hija del gerente y la que iba ser la primera mujer en marcar en Mestalla, era sigilosamente testigo.

Nos encontramos en casa de Don Vicente Peris. Quién le iba a decir a aquel crío de 16 años que soñaba con ser extremo del club de su vida que iba a transformarlo. Para entender al secretario técnico y gerente que abrió al mundo al Valencia hay que zambullirse en sus orígenes. Vicente Peris Lozar nació el 20 de junio de 1923 en el corazón de Valencia. En el número 3 de la calle Ànimes, una placa, discreta pero hermosa, recuerda el edificio en el que vivió los primeros años de su vida. Curiosamente, esa es la única obra de la vía que se mantiene intacta. El resto fueron demolidas y reconstruidas.

Vicente Peris, con su esposa, Merche y su hija, Merchina; en las otras dos, el gestor, de pequeño. ARCHIVO FAMILIAR MERCHINA PERIS
Imagen principal - Vicente Peris, con su esposa, Merche y su hija, Merchina; en las otras dos, el gestor, de pequeño.
Imagen secundaria 1 - Vicente Peris, con su esposa, Merche y su hija, Merchina; en las otras dos, el gestor, de pequeño.
Imagen secundaria 2 - Vicente Peris, con su esposa, Merche y su hija, Merchina; en las otras dos, el gestor, de pequeño.

Vicente fue el mayor de cuatro hermanos. Tras él llegaron Ramón, Pilar y 18 años después del primero, Álvaro. El primogénito de Pilar y Vicente disfrutaba de su infancia entre juegos y bambalinas. Sus abuelos paternos habían fundado la prestigiosa sastrería Peris. Vestían a los actores más destacados de cine y de teatro. También de ópera. Entre uno de sus mejores clientes se encontraba la productora Cifesa, impulsada por Luis Casanova, también presidente del Valencia. Rubio de ojos claros, en la sastrería era el modelo perfecto, le vestían de romano o de cualquier otro personaje histórico. Incluso llegó a aparecer en una o dos películas.

Aquellos primeros años de vida rodeados de telas y modistas le marcó el gusto por la ropa. Nunca dejó de vestir bien. Cada traje que llevaba se le había confeccionado a medida. De su contacto con el cine, entre otros, encontró un ídolo en Sinatra, quien también amaba la gran pantalla.

Por parte de madre, su tío Lozar era periodista deportivo. Tal vez de ahí su buen talante con la prensa, siempre educado y agradecido. Ocupó portadas de periódicos nacionales con marcados tintes madridistas, pero era otra época y su gestión alabada y reconocida por todos. Una de las anécdotas que explican la trascendencia de Vicente Peris se vio tras su fallecimiento. En una de las esquelas se escribió que Sevilla y Betis se unían para desear el pésame a su familia. Ambos clubes andaluces sólo podía unirles una persona como él.

Afortunadamente a Peris no le hizo falta desaparecer antes de recibir reconocimientos por su labor. Entre otros distintivos, recibió el Quijote de plata, escultura de agradecimiento de México. En su primera visita al país norte-americano en el 63, y más tarde en el 66, Peris fue mucho más que el embajador del Valencia. También se convirtió en un diplomático para España en una época en la que las relaciones políticas entre ambos países era distante. De hecho, los visados para poder viajar fueron expedidos por la embajada mexicana en Lisboa. Las relaciones internacionales del Valencia, y del país, también se estrecharon en otros estados como Brasil o Venezuela.

Peris, junto a Fuertes, Sócrates, Mangriñan, Gago o Iturraspe, entre otros. ARCHIVO MERCHINA PERIS

Los futbolistas del Valencia también sabían que la figura de Peris era insustituible por eso firmaron una carta para pedir que no le dejasen marchar cuando recibió una oferta irrechazable del Atlético de Madrid.

Diplomático

Pero antes de llegar a serlo todo en el Valencia y aunque su intención era ser futbolista, Peris no dejó de formarse. Compaginaba sus distintos trabajos con cursos, que ahora podrían compararse con Económicas, además de matricularse para aprender distintos idiomas aunque fuese por defenderse. Sus aprendizajes, junto a su talante, mano izquierda y visión de futuro fueron el maridaje perfecto para el hombre que desde que se puso a trabajar para el Valencia tuvo claro que al club de Mestalla «se iba a servir, no a servirse».

Hoy, cien años después del nacimiento de Peris no hay nadie que no añore el papel del hombre que se le paró el corazón el 13 de febrero de 1972 en Mestalla. El día en el que, como recordó Di Stéfano años más tarde: «Todo se vino abajo».

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