Última novela de Megan Maxwell
Megan Maxwell, escritora: «Me llevo a mis personajes a la cama»Secciones
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Última novela de Megan Maxwell
Megan Maxwell, escritora: «Me llevo a mis personajes a la cama»Suena Shakira -'las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan'- y Megan Maxwell (María del Carmen Rodríguez del Álamo en su DNI, Núremberg, 1965) se viene arriba. Es una guerrera y escribe para guerreras. Diez millones de lectores la han convertido en la reina de ... la novela romántica y erótica. Vuelve con 'Y a ti qué te pica' (Esencia). Ha puesto nombre a su 'Satisfyer' y se lleva a sus personajes a la cama.
- En su hombro lleva tatuado: 'Un deseo no cambia nada, una decisión todo'. ¿Qué decisiones han cambiado su vida?
- Dejar de trabajar. Divorciarme. Escribir libros... Desde cría tuve que decidir. Soy hija de madre soltera y siempre he salido adelante por mí.
- ¿Se hizo escritora por aburrimiento?
- Sí. Nunca quise ser escritora ni nada por el estilo. Era una gran lectora de novela romántica y de misterio, como mi madre. Un día, aburrida, cogí papel y lápiz y me reté a escribir una novela como las que leía. Vi que había personajes e historia y me dije: 'p'lante'.
- El 'Quijote' y el Ulises ¿están entre sus lecturas?
- En el instituto leí algún pasaje. Pero hoy me iría a 'El rincón del vago' para abordarlos.
- Tardó 14 años en que le hicieran caso. ¿Nunca tira la toalla?
- Jamás. Desde pequeña sé que la vida es lucha. Las cosas no salen siempre como quieres, pero debes intentarlo. Soy muy guerrera en los libros y en la vida. Pero si la cosa no pita, doy un paso atrás y me retiro. Imprimía mis primeros libros para los amigos y la familia. Al quinto me dijeron que lo mandara a las editoriales. Veía en las solapas que todos los autores eran licenciados y abogados y yo...
- Dejó de estudiar y se puso a trabajar.
- Sí. Se necesitaba en casa. Fui cajera de supermercado, dependienta en tiendas de decoración, limpié casas, escaleras, cuidé niños… Lo que saliera. Fui una estudiante desastrosa. Dejé el cole con 17 años. Hoy me habrían llevado al psicólogo. Diría que no era tonta pero que tenía muchos frentes abiertos. Cuando exploté demostré ser lista para algunas cosas.
- Salió su parte guerrera.
- Tardó años. Me dije que el día que triunfara le compraría una casa con ascensor a mi madre. Lo logré. Fue uno de los días más bonitos de mi vida.
- ¿Quién la sigue la consigue?
- Sí. Al menos al 95,5%.
- ¿Se lleva sus personajes a sus sueños?
- Me los llevo a la cama.
- ¿Hay límites en el sexo?
- Los que pongas con tu pareja o contigo misma.
- Sus guerreras bautizan a sus 'Satisfyers'.
- Claro, como yo. El mío se llama Thor, como el dios escandinavo.
- ¿Sus escenas de sexo le ponen?
- Sí. A veces digo: ¡Tela!, ¿qué me pasa? ¡Esto es la leche! Para escribir 'Pídeme lo que quieras' exploré el mundo 'swinger'. Me contaron cosas que no podré poner nunca en una novela. Algunas las he probado.
- ¿A todas las mujeres les gusta un buen empotrador, como asegura?
- A ellas y a ellos. Un empotrador es alguien que tiene morbo, iniciativa e ímpetu. Qué sabe follar. Cuando eres jovencita cualquier cosa te vale, hasta que sabes qué te gusta más y qué menos. Quién cubre las expectativas y quién no. Pasa con hombres y mujeres. Y en el buen sexo nos gustan los empotradores y las empotradoras.
- ¿Qué tal se lleva Megan con Mari Carmen?
- Megan ha ayudado a Mari Carmen a tomar las grandes decisiones.
- Se ha retratado en la casa de Julieta, en Verona, junto a un busto de Shakespeare. ¿Es un escritor romántico?
- Claro. Fue un hombre que se atrevió a escribir una bonita historia de amor, 'Romeo y Julieta', que caló y cala en millones de personas. En el siglo XXI aún peregrinamos al balcón de Julieta. Nos hizo entender que no todas las historias de amor acaban bien.
- Al contrario que las suyas.
- Hago finales felices para contrarrestar todos los finales infelices de la vida. Quiero una sonrisa en los labios del lector al cerrar el libro.
- ¿El amor es más potente que el odio?
- Sin duda. El odio te jode la vida. También el amor puede hacerlo y jorobártela del todo, pero es el sentimiento más potente. Lleva a las personas a hacer muchas cosas que no harías ni por odio ni por dinero.
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