![Estos son los chequeos médicos que conviene hacer según tu edad](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202206/10/media/cortadas/operacion_601-kkxH-U170381988496FXC-984x608@RC.jpg)
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solange vázquez
Sábado, 11 de junio 2022, 19:24
Antes, mucho antes de que empecemos a darnos cuenta, el cuerpo envejece 'por dentro'.Así que quizá no tengamos todavía signos visibles y síntomas de que eso esté ocurriendo, pero en torno a los 20 años comienza la batalla. O la decadencia, si queremos usar esa palabra tan terrible pero que se ajusta a nuestra evolución física, ya que cuando rebasamos la barrera de las dos décadas empiezan a disminuir las funciones de nuestro organismo. Aunque aún tenemos algunos añitos más de 'gracia': como el deterioro es al principio muy lento, no se aprecia hasta que esa pérdida de funciones iniciada en la flor de la vida es ya del 80%.Es decir, cuando la cosa ya no se puede ocultar. «Aunque ciertos indicadores médicos importantes en el proceso de envejecimiento, como los niveles de hormonas, empiezan a bajar a los 25 años después de haber tenido su pico máximo, no es hasta los 40 o 45 cuando empezamos a notar las consecuencias», avanza José Serres, presidente de la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad (SEMAL) y uno de los mayores referentes en medicina antienvejecimiento de España. ¿Qué nota el ciudadano de a pie? Básicamente, que hay cosas que «ya no le van como antes»: peores digestiones, más fatiga ante los esfuerzos... Cosas normales, no patológicas. Pero, aunque seamos de los que nos jactamos de no ir al médico nunca, conviene, para conservar la buena salud y anticiparnos a posibles dolencias, realizarnos chequeos de cuando en cuando. ¿Cada cuánto tiempo? A grandes rasgos, Fidel Fuentes, jefe de Urgencias de las clínicas del IMQ, establece una relación simple para personas, en principio, sanas: «En menores de 40 años, cada tres años es razonable. De 40 a 50 años, cada dos. Y a partir de 50, todos los años», sugiere. Para afinar un poco más, he aquí una guía de las 'ITVs' que se aconsejan en cada etapa.
Recordemos que estamos hablando de personas sanas. Entonces, ¿un veinteañero o treintañero 'sanote' debe mirarse algo? «Si hay inquietud, a cualquier edad, pero sin perder la cabeza», indica Fuentes. En la veintena bastaría con una analítica de sangre cada tres o cuatro años para comprobar si las defensas están bien (leucocitos), así como los niveles de azúcar, de hierro, el colesterol (que por nuestra mala alimentación aparece cada vez antes). ¿Con esto bastaría? No. En esta etapa, los mayores riesgos para la salud están en los esfuerzos deportivos y en las enfermedades de transmisión sexual. Por razones obvias, el cuerpo pide y permite lo uno y lo otro. Por ello, sí que se aconseja a los deportistas que se hagan pruebas de esfuerzo (si realizan ejercicio de alta intensidad, mejor cada año) y a quienes sean activos sexualmente que controlen las ETS. «Por supuesto, hay que prestar atención a la detección precoz del cáncer de cérvix en mujeres de 25 a 35 años con una citología cada tres años y, a partir de esa edad, una determinación de VPH (papiloma humano) hasta los 69 años», apunta Francisco José Sáez, responsable del grupo de Cronicidad de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). Las visitas al dentista, anuales, eso sí. Y al oftalmólogo, cada dos o tres años si no hay problema. Esto en la veintena.
¿Cambia mucho el panorama al entrar en los 30? La frecuencia de las analíticas no varía si no se detectan problemas específicos, pero hay que comenzar a prestar atención a la piel y a esas manchas o lunares que empiezan a aparecer y que no nos dan buena espina.
Todavía vivimos un poco de las rentas en esta década, siempre y cuando nos cuidemos un poco y no tengamos antecedentes familiares preocupantes. Por supuesto, hay que continuar con las revisiones pautadas en las décadas anteriores, pero hacer las analíticas con más frecuencia. Cada dos años, mejor. A lo sumo, tres. Las mujeres deben estar pendientes de su menstruación porque si desaparee puede que no se trate de una menopausia precoz, sino de alguna patología ovárica. ¿Más cosas? ¡La presbicia! Hombres y mujeres notan, normalmente al filo de los 45, que van perdiendo vista: sí, vista cansada y gafitas para leer para casi todos.Por eso, a partir de ahora las revisiones oftalmológicas deben ser anuales.
Ay, si estamos buscando un punto de inflexión para empezar a mirarnos con más mimo, es este: la barrera de los 50. «La prevalencia de los tumores aumenta», apunta Fuentes. Así que hay cribados para detectar cánceres de mama y de colon que no debemos saltarnos. Los fumadores han de revisar si hay indicios que apunten a cáncer de pulmón. Y hay que seguir vigilando de cerca el de cérvix. La hipertensión, los problemas coronarios y el colesterol tienen que controlarse para evitar –ahora sí– que deriven en problemas cardiovasculares graves.
En los varones, las revisiones de la próstata, en torno a los 55, son un 'must', sobre todo si se aprecian alteraciones en la erección o al orinar. A esta edad, también empezamos todos a perder oído, así que si notamos que no discernimos bien las palabras con ruidos de fondo... mejor revisarlo. «A esta edad hay personas que no se suelen mirar y que descubren que tienen el colesterol y los triglicéridos mal, sobrepeso (a veces creen que no es para tanto, pero ya empieza a ser un problema) o hipertensión...», añade Fuentes. Pues bien, es el momento de ponerse serios con estas cosas.
Llegamos a los sesenta y es recomendable, para ir envejeciendo con la mayor calidad de vida posible, revisarse la vista, el oído, la salud bucodental... Todo ello sumado a los controles que ya hemos ido rutinizando en décadas anteriores. «Con los chequeos tampoco hay que obsesionarse, pero sí es verdad que si alguien sano se hace uno, es que ya tiene una inquietud y entonces los médicos 'aprovechamos' para cambiar hábitos o reconducir cosas que no están del todo bien», apunta Fuentes. Y luego, claro, hay que controlar en caso de que tomemos medicación para alguna dolencia crónica que esta no nos esté afectando a ninguna función de nuestro organismo.
Fumadores El cáncer de pulmón es una espada de Damocles que tienen sobre ellos, así que a partir de los 30 o 40 años deben someterse a revisiones más o menos periódicas .
Enfermos crónicos El seguimiento habitual hecho por la sanidad pública es suficiente en casi todos los casos.
Deportistas de alto nivek A partir de los 16 años los deportistas que someten a su cuerpo a grandes intensidades deberían hacerse pruebas de esfuerzo. Y repetirla cada dos o tres años hasta los 35, cuando debe ser anual. Si se empieza a practicar deporte a esta edad y nunca se ha hecho, también hay que hacerla.
Personas obesas El riesgo de diabetes, hipertensión o enfermedad vascular debe controlarse. Y, cuanto antes, hay que plantearse un cambio de dieta y de hábitos de vida.
Francisco José Sanz no confía mucho en el concepto de chequeo, para empezar, por sus orígenes. «Es una idea de inicios del siglo XX, puesta en marcha por las aseguradoras americanas, que proponían a sus clientes hacérselos para realizar un diagnóstico que permitiera evitar asegurar a personas con enfermedades graves y así pagarles si se complicaban –explica–. Y en España esto sigue existiendo: como médico, recibo a pacientes que piden informes sobre su estado en caso de solicitar pago al seguro».
Dicho esto, reitera lo siguiente: «No hay evidencia científica alguna (y sí un importante número de estudios realizados) de su aporte a la salud, por lo que no existe recomendación de realizar determinaciones sistemáticas y repetidas en personas asintomáticas sanas». No obstante, matiza que en pacientes de riesgo sí deben realizarse algunas revisiones «que contribuyan a evitar enfermedades».
Para Fidel Fuentes, el problema de los chequeos es que «hay gente que se mira mucho y otros que no se miran nada».Es decir, que el término medio es difícil de conseguir. Lo primero, indica, es que en personas sanas no hay que obsesionarse con ir evaluándose, pero no está de más, sobre todo cuando vamos cumpliendo años. ¿Por qué? Porque tal y como destaca, uno de los objetivos del chequeo es prevenir dolencias futuras o retrasarlas. E ir corrigiendo malos hábitos y suplementando si hay carencias para que nuestra calidad de vida sea mejor. Y otra función de los chequeos: ir haciendo una historia clínica del paciente, personal –hábitos de nutrición y ejercicio, adicciones, tipo de trabajo, enfermedades crónicas– y familiar que 'apunte' a los médicos dónde hay que mirar con más mimo. Esto, según dicen los facultativos, ya se hace en la sanidad pública con personas que tienen algún tipo de predisposición. «Los chequeos, cuanto más personalizados, mejor», añade el jefe de Urgencias.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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