Avispas, el terror del verano Un avión de caza entre los insectos Los escuadrones de la muerte tienen su lado bueno
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La llegada del frío las mata, pero antes siembran el pánico. Fuertes, rápidas, armadas de arriba abajo y blindadas, son carnívoras, carroñeras... un auténtico avión de caza entre los insectos. Además, no producen miel –la roban– y, para más inri, nos pican, algunas mortalmente. Pese a tan mala fama, tienen su lado bueno...
Martes, 04 de Julio 2023, 13:04h
Tiempo de lectura: 6 min
El comando volaba a baja altura en perfecta formación. Un explorador había marcado previamente el objetivo con feromonas que proporcionaban un rastro químico fácil de detectar. Los 30 componentes del grupo sabían dónde estaba el objetivo y cuál era su misión. La fortaleza que iban a asaltar encerraba más de 30.000 enemigos, pero en su interior se encontraba el tesoro que permitiría salir adelante a sus hijos.
Las 30 avispas mandarinia llegaron al panal de abejas y atacaron sin contemplaciones. Miles de abejas salieron a defender su colmena. Cada avispa era cinco veces más grande y veinte veces más pesada que ellas, pero las abejas tenían una proporción de mil contra uno a su favor. Una ventaja que les serviría de muy poco.
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Aún en vuelo, las avispas comenzaron a matar abejas. Sus enormes y aceradas mandíbulas decapitaban a las pequeñas defensoras sin aparente esfuerzo. Aquellos invasores tenían el cuerpo acorazado, bocas como cizallas y un aguijón enorme de seis milímetros cargado de veneno que podían reutilizar cuantas veces quisieran, mientras que las abejas que utilizaban el suyo morían irremediablemente.
La lucha se prolongó durante algo más de tres horas. Al terminar, la totalidad de las abejas yacía muerta en el suelo. Los 30 atacantes estaban a salvo. Y el tesoro de la colmena se ponía a su alcance: miel para los guerreros y nutritivas larvas de abeja para alimentar a sus pequeños.
El avispón asiático, la mayor avispa del mundo, mata a más gente en Japón que el resto de animales venenosos, incluidas las serpientes
Las avispas son a los insectos lo que un avión de caza es al resto de los aviones. Fuertes, rápidas, armadas de arriba abajo y blindadas por un exoesqueleto protector, son extraordinarios cazadores del mundo invertebrado. Hay más de 5.000 especies que se distribuyen por los cinco continentes. Y la inmensa mayoría son carnívoras y, por tanto, predadoras y carroñeras. Para distinguir las verdaderas avispas –los miembros de la familia Vespidae– del resto de los insectos que comparten orden con ellas y de algunos otros que imitan su forma y sus colores para atemorizar a posibles enemigos, basta con fijarse en sus ojos y alas. Las avispas tienen una profunda muesca en los ojos, una acanaladura en forma de media luna muy característica.
Y si, de forma más que comprensible, no quieres acercarte a mirar a los ojos a ningún insecto, sea avispa o no, las alas te pueden sacar de dudas. Cuando una avispa se posa y descansa, pliega las alas hacia atrás colocándolas en paralelo al eje de su cuerpo.
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Todas las avispas alimentan a sus hijos con carne. Al hacerse adultas, les suele gustar la fruta y el néctar de las flores y, en la mayoría de los casos, dejan de comer carne. Pero, aun entonces, las avispas necesitan cazar para alimentar a sus larvas. Las larvas no pueden masticar, así que son los padres los que después de cazar trituran a las presas con sus poderosas mandíbulas quitinosas. Luego se dirigen al panal y alimentan a sus larvas con una especie de papilla proteica. A cambio, las larvas secretan un líquido cargado de azúcares y aminoácidos esenciales que sirve de alimento a sus mayores y que en muchos mercados asiáticos se considera una medicina extraordinaria y un complemento energético incomparable para la dieta humana.
La avispa alimenta a sus hijos con carne, cuya búsqueda explica las 'picaduras' que sufrimos en verano: son mordeduras
La búsqueda de carne es la responsable de muchas de las supuestas picaduras de las avispas que todos sufrimos en verano. En muchos casos, y a diferencia de las abejas, lo que hacen las avispas es morder; intentar arrancar un trozo de carne para sus larvas. Estas supuestas picaduras son molestas, pero nada que ver con el dolor que produce el aguijón venenoso. Al clavarse el aguijón inocula un potente veneno que, según la especie, puede llegar a ser mortal para los humanos.
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Las ocho especies que hay en España no suponen un serio peligro, salvo que la víctima sea alérgica al veneno en cuestión. Incluso el avispón o crabrón (Vespa crabro), la mayor de nuestras avispas, pese a ser temible por sus dolorosos picotazos, necesitaría de varios miembros de la colonia para poner en peligro a una persona.
Nada que ver con el avispón asiático gigante, que con sus más de 5 centímetros de largo y una envergadura de 7,5 centímetros, es la mayor avispa del mundo. Este gigante mata a más personas todos los años en Japón que el resto de los animales venenosos del país, incluyendo las serpientes.
Las larvas secretan un líquido de azúcar y aminoácidos que en los mercados de Asia se vende como una medicina extraordinaria
La mayoría de las avispas son sociales. Forman colonias y se distribuyen el trabajo entre la reina, las obreras y los machos reproductores. Cuando llega la primavera, la reina comienza la construcción del avispero en solitario. Como no tienen glándulas productoras de cera, como las abejas, la reina mastica madera y fabrica una pasta de papel con la que va formando las primeras celdas. Allí deposita unos huevos que darán lugar a las primeras avispas obreras. Con la ayuda de sus obreras, la reina termina el panal y nuevas obreras van naciendo.
Una colmena puede albergar a 20.000 avispas y todas ellas se alimentan de insectos en su etapa larvaria, así que las avispas, a pesar de su mala fama, se convierten entonces en una importante herramienta contra determinadas plagas de insectos.
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Al final del verano, los últimos huevos de la reina dan lugar a machos y hembras fértiles, que serán los responsables de las nuevas colonias. Con la llegada del frío, las avispas mueren. Tan sólo las reinas fecundadas sobreviven al invierno escondidas en el interior de agujeros en el suelo o bajo la corteza de los árboles a la espera de que la llegada del calor les indique el momento de repetir el ciclo y perpetuar su especie.
'Pieza' por 'pieza', las avispas bajo la lupa
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⇒ Ojos grandes en forma de 'córnea', con una escotadura representativa de las verdaderas avispas.
⇒ Antenas sensoriales que le permiten tomar contacto con su entorno y comunicarse con sus congéneres
⇒ Mandíbulas quitinosas, fuertes y afiladas, para cortar madera y carne. Boca sin aparato recolector de polen.
⇒ Cuerpo acorazado con exoesqueleto de quitina, sin apenas pilosidades, de forma que, a diferencia de las abejas, son las placas de este exoesqueleto (escleritos) las que dan color al animal.
⇒ Dos pares de alas movidas por músculos fuertes y resistentes que les permiten volar largas distancias a velocidades que, en algunas especies, pueden superar los 40 km/h.
⇒ Abdomen ahusado protegido por placas exteriores (escleritos). En su parte terminal proyecta un aguijón que inyecta veneno. El aguijón se utiliza para caza y defensa. Al ser liso, la avispa puede reutilizarlo cuantas veces quiera.
⇒ Patas articuladas acabadas en garfios que permiten a la avispa sujetarse en cualquier superficie y asir en vuelo a sus presas y transportarlas hasta el panal.
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