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Lesoto, los 'cowboys' de África

Un país desconocido

Lesoto, los 'cowboys' de África

Durante mucho tiempo fue un país privilegiado en África, pero el cambio climático está haciendo estragos. Le mostramos un lugar tan desconocido como singular en el que todos se desplazan a caballo.

Martes, 06 de Agosto 2024, 09:32h

Tiempo de lectura: 3 min

A Lesoto lo llaman 'Suiza africana'. Y con razón. Gracias a su carácter montañoso, las tribus que allí se refugiaron sobrevivieron a los invasores zulúes y acabaron creando el único país enclavado dentro de otro.

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Un refugio secular. Mmaphello, de 80 años, medita en los roquedales de Malimong, cuyas cuevas sirvieron de refugio a las familias que huían de distintos invasores en el siglo XIX.

Eso fue en el siglo XIX. En el siglo XX sirvió de escapatoria y santuario para los opositores del apartheid perseguidos por el gobierno racista de la vecina sudáfrica. Hoy la supervivencia de Lesoto vuelve a estar en peligro, asediado por otros enemigos: el cambio climático, el sida y el paro. Lesoto es una rareza. un pequeño reino en el sur de África solo apto para recorrerlo a caballo. sus gentes tienen fama de ser extremadamente amables y orgullosas y se precian de que su reino nunca fue conquistado. Pero la vida no es fácil allí. El calentamiento global está haciendo estragos. Según la ONU, 700.000 de sus dos millones de habitantes padecen inseguridad alimentaria por culpa de la sequía. Pero como no es una emergencia a corto plazo no genera titulares.

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Tumba de reyes y guerreros. El primer rey de Lesoto, Moshoeshoe I, se defendió de los zulúes en Thaba- Bosiu, la 'Montaña de la Noche'. Él, sus sucesores y lugartenientes están enterrados en esta altiplanicie.

El país nació en 1820, cuando el rey Moshoeshoe I unió a las tribus basoto para defenderse de los ataques de los zulúes. Los basoto se hicieron fuertes en una altiplanicie situada a unos 30 kilómetros de la capital actual, Maseru, y que recibió el nombre de la Montaña de la noche. Hoy es un lugar de peregrinación, pues allí están enterrados todos los reyes de Lesoto. En 1868, el monarca pidió ayuda a gran Bretaña contra los caníbales. Londres acudió a la llamada de socorro, pero a cambio convirtió a Lesoto en un protectorado durante un siglo. La independencia llegó en 1966. El soberano actual es Letsie III, y solo tiene funciones ceremoniales.

Sus gentes tienen fama de orgullosas. Se precian de que su reino nunca fue conquistado

Lesoto está totalmente rodeado por Sudáfrica. Muchos de sus habitantes cruzaban a diario la frontera para ir a trabajar, pero la devaluación del rand (la moneda sudafricana) los ha dejado sin empleo. El 20 por ciento de la población ha emigrado. los hombres se buscan la vida en las minas de oro, cuyas condiciones son durísimas; las mujeres, limpiando casas de familias acomodadas sudafricanas.

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A la moda lesotense. Según la leyenda, Moshoeshoe I ya vestía mantas 23 de colores como abrigo, una prenda imprescindible en un territorio que se eleva un mínimo de 1400 metros sobre el nivel del mar.

Muchos niños abandonan la escuela para dedicarse al pastoreo. El poni de Lesoto estuvo a punto de extinguirse y fue necesario importar animales de Irlanda. El ganado es el bien más preciado de las familias. Los sábados, los aldeanos acuden a lavar la ropa en los afluentes semisecos del río Orange. Lesoto arrastra años de fuertes sequías a causa del fenómeno meteorológico de El Niño. La malnutrición también está haciendo mella entre los niños.

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Misa dominical en la iglesia de Saint-Gérard de Mafeteng. Casi el 90 por ciento de la población es cristiana a consecuencia de la labor evangelizadora de los misioneros en el siglo XIX.

Otro problema es que la prevalencia del sida es una de las más altas del mundo: afecta a un 23 por ciento de la población. Lesoto es un país mayoritariamente cristiano: las iglesias protestantes y evangélicas copan un 44 por ciento y las parroquias católicas, un 43.

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Tierra de emigrantes. Uno de cada cinco habitantes emigra, la mayoría a Sudáfrica. Los hombres se van a las minas de oro; las mujeres se convierten en empleadas de hogar.

Y las creencias animistas siguen presentes en rituales de sanación. Empieza a su vez a abrirse al turismo: hay nieves perpetuas en algunos picos, y los visitantes (unos 400.000 al año) pueden esquiar o ver las huellas de los dinosaurios. La montaña más alta es Thabana-Ntleyana, de 3841 metros, cuya imponente mole domina un reino cuyos habitantes han vivido siempre con los pies en el cielo.