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Viernes, 07 de Febrero 2025, 09:20h
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Este debe de ser mi primer autorretrato (arriba). Lo hice frente a un espejo, en 1949, con 17 años, con esta Graflex 6 x 9 que compré en el Rastro», contaba Carlos Saura, ante la salida, en 2016, de su último libro, España años 50. Dos años después de tomar la foto que abre este reportaje, inauguró su primera exposición en la Real Sociedad Fotográfica de Madrid.
Esta imagen pertenece a un reportaje que realizó en 1957 sobre las fiestas de La Zarzuela, en Cuenca, donde se celebra la tradición anual de la suelta de la vaquilla por las pendientes adoquinadas de la ciudad antigua. La vocación fotográfica de Saura fue temprana y le llegó, así lo asegura él, «por imperativo amoroso». Se explica: «A los nueve años, me hice con una ICA 6 x 9 de mi padre y retraté a una niña de la que me había enamorado. Se la envié con una carta de amor que nunca fue respondida».
Con 17 años, Saura publicó una foto en portada de ABC. «Mi sueño era comprarme una Rolleiflex y, cuando la conseguí, empecé a trabajar como profesional –rememora–. Esta, por ejemplo, es de uno de mis primeros reportajes, sobre la noche de Madrid. Como modelo ejerció mi hermano Antonio Saura, el pintor. ¿Quién se acuerda del Fiat Balilla de la imagen?».
En aquellos viajes, Saura ya pensó en hacer un libro sobre España; proyecto que pospuso casi 60 años, hasta la publicació, en 2016, de Carlos Saura. España años 50 [ed. La Fábrica]. «Las peleas de gallos estaban permitidas y este andaluz era el dueño de uno de los animales»
«En aquellos años estudiaba Ingeniería, pero pensaba dejarlo por la fotografía. Sobre todo, al adquirir una de las primeras Leica M3 que llegaron a Madrid». Con aquella cámara recorrió Castilla y Andalucía tomando imágenes como esta. «Una de mis favoritas. Siempre me pregunto adónde iría esta familia trashumante alegre y optimista. En una España empobrecida sorprendía el buen ánimo de sus habitantes».
«Este cura cazador –recordaba Saura– vivía en Ribadelago (Zamora)», un pueblo que, en 1959, sufrió una devastadora tragedia al romperse la cercana presa de Vega de Tera. Aquel mismo año le llegó una oferta de la revista francesa París Match, el sueño de cualquier fotógrafo. Le impidió dormir esa noche; estaba ya rodando su primer largometraje, Los golfos. Rechazó la oferta y optó por el cine.
Saura murió a los 91 años, dejó siete hijos, conoció cuatro grandes amores y firmó 45 películas. La primera, Cuenca, fue un encargo del Ayuntamiento conquense donde está muy presente el documental Las Hurdes (Tierra sin pan), de Luis Buñuel. En sus viajes por la provincia retrató ritos como esta matanza del cerdo, en Cañete.
«En aquellos años de carencias y penurias, el negativo era un bien preciado; y cada disparo era una foto menos. En algunos de mis rollos de entonces, todas las imágenes eran diferentes. Al disparar, ya sabía si la fotografía merecía la pena». Esta la tomó el Día de Todos los Santos en Garcimuñoz, Cuenca.
Cuando entró en la escuela de cine, ya era un fotógrafo reconocido. «Todos decían: 'Y este, ¿por qué no hace fotografía de cine en vez de dirigir?'. Pero yo quería contar historias. Esta de 1957 es de las últimas fotos que hice antes de dejar la fotografía; una serie para La tarde del domingo, el corto con el que me diplomé»