Una historia de los tratamientos estéticos
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Una historia de los tratamientos estéticos
Del cirujano Ivo Pitanguy –en la imagen superior, explorando los senos de una mujer a la que le realizaría una cirugía estética— aprendieron médicos de todo el mundo. Su clínica ofrecía una vez al mes operaciones gratuitas a ciudadanos sin recursos, que aprovechaba para que los médicos jóvenes observaran cómo trabajaba. Pitanguy siempre dijo que operaría «mientras siguiera haciendo feliz a la gente». Hasta su fallecimiento en 2016 hizo 'felices' a más de 300.000 personas.
Se llaman Ox y Angela. Él es cirujano plástico y ella, su mujer y su musa. Se conocieron en la consulta, ella era una clienta más. Este tipo de relaciones médico-paciente son cada vez más frecuentes. Cuando se tomó esta foto, Ox ya le había practicado siete operaciones a Angela. El cirujano, además, se estaba construyendo en ese momento un quirófano en el piso de arriba de su residencia, para poder trabajar sin salir de casa.
Christopher, a sus 22 años, se observa el pecho tras haberse depilado con cera en el salón J. Sister's de Nueva York. La depilación en hombres es relativamente reciente, pero sigue en aumento; sobre todo, la láser. El torso velludo, al estilo Sean Connery, es ya algo del pasado.
Los concursos de belleza infantiles siguen siendo una de las competiciones estéticas más controvertidas; siguen siendo, también, a pesar de ello, cada vez más populares en los Estados Unidos y en varios países de Latinoamérica. «¡Sonríe!», indicaba la madre a esta aspirante a miss de Texas cuando Zed Nelson la fotografió. En el concurso, los grupos se organizan por edades: las niñas más pequeñas tienen entre cero y cuatro años. La ganadora se embolsa un premio de mil dólares.
En un lifting facial como el de la imagen, primero se practica una incisión, luego se estira la piel hacia atrás y, por último, se cose detrás de la oreja. Los inconvenientes de este método son las cicatrices, los riesgos asociados a toda intervención y el plazo de tiempo que los tejidos necesitan para sanar. Por eso los clientes solicitan, cada vez más, métodos menos agresivos para eliminar las arrugas –como las inyecciones de bótox–, pero estos también tienen a veces resultados inciertos.
Sally Walker, obviamente, rechaza decir su edad. Ha invertido mucho en disimularla. La única forma de calcularla es atender al desfase entre su rostro y sus manos, aunque hay también varios tratamientos para el rejuvenecimiento de las manos: láser, bioestimulación, voluminización... pero no un lifting similar al que se aplica en el rostro. De ahí que sigan siendo delatoras de la edad.
Elham, de 19 años, y su madre tras una rinoplastia en Teherán (Irán). Incluso en sociedades en las que se oculta el cuerpo en público, la cirugía estética prolifera. En Irán, las operaciones son en su inmensa mayoría de nariz, puesto que es la parte que el velo deja ver. Los guardianes de la fe acusan a las mujeres de occidentalizar su aspecto. Se reducen y afinan la nariz, como Elham. Lo mismo sucede en China, donde las chicas se colocan prótesis nasales que alargan su nariz.
La anorexia y la vigorexia son dos de los trastornos relacionados con el aspecto que más se han extendido. Fiona Narris –inglesa, de 44 años– padece anorexia. «Siempre quise ser delgada. Ahora soy un esqueleto», reconoce. Ronnie Coleman –norteamericano, de 37 años– es campeón de culturismo. Su relación con su cuerpo es igualmente compleja. Estudios recientes muestran que hoy los hombres sufren tanta ansiedad como las mujeres respecto a sus cuerpos.