Secciones
Servicios
Destacamos
La noticia de la implantación en Sagunto de una factoría de Volkswagen dedicada a la fabricación de baterías para automóviles eléctricos ha sido señalada como la más importante ocurrida en Valencia, en el plano del desarrollo industrial, desde hace medio siglo. Y no es exagerado: hace cincuenta años, en 1972, se empezaron a desplegar noticias, comentarios y decisiones políticas sobre la posibilidad de que Ford Motor Company se ubicara en España. Todo ello cristalizó en la decisión final de implantar en Almussafes una factoría que fue inaugurada en el año 1976. Desde entonces, el paisaje industrial valenciano ha sido distinto.
Para fechar con alguna precisión esa decisión de la industria norteamericana que aterrizó en Almussafes, cerca de la Albufera hay que remontarse al año 1969 y a la huelga que los trabajadores de la planta de Dagenham, en Inglaterra, sostuvieron durante un largo mes, con cuantiosas pérdidas para la compañía. Ford, que desde antes de la guerra, y luego del conflicto, fabricaba coches y camiones en Gran Bretaña y Alemania, tuvo claro que era preciso deslocalizar la producción y buscar en países del sur mano de obra más barata y sin las tensiones laborales que habían congelado la producción tantas semanas.
Noticia Relacionada
El ministro español de Industria, José María López de Letona, visitó a Henry Ford II, presidente de la compañía, en su despacho oficial de Detroit, en diciembre de 1971. Junto con Laureano López Rodó, formaba el «dúo de los López», ministros tecnócratas, vinculados al Opus Dei, decididos a trabajar por la industrialización española y la apertura moderna de su economía. En ese mismo ámbito, dos valencianos habían trabajado en los planes de Desarrollo: Vicente Mortes Alfonso y José Antonio Perelló Morales. Mortes, que había impulsado la Universidad Politécnica de Valencia al compás del también valenciano José Luis Villar Palasí, advertía en todos sus discursos de la necesidad de industrializar Valencia y abrir nuevos horizontes.
También había trabajado en esa onda el estudio Prevasa, patrocinado por la Caja de Ahorros y dirigido por el profesor de Derecho Mercantil Manuel Broseta Pont. Para equilibrar la riqueza agrícola, era preciso impulsar el turismo y la industria; y ello solo sería posible con la dotación de infraestructuras modernas, de exigencia europea.
Henry Ford II venía con frecuencia a la Costa del Sol, donde pasada sus temporadas de vacaciones y jugaba al golf. Amigo de toreros y capeas, disfrutaba del sol andaluz y tomó la decisión de presentar su nuevo Ford Granada en Málaga. Dos mil quinientos vendedores de coches de toda Europa se dieron cita al compás de guitarras y palmas. Fueron unos días memorables en los que sin duda se disfrutó al tiempo que se tomaban decisiones estratégicas. Ford, de la mano del gabinete de abogados Garrigues, empezó a darles vueltas a la implantación de su factoría en un país con sol y sindicatos controlados. Hay que señalar que Antonio Garrigues Díaz-Cañabate fue embajador de España en Washington entre 1962 y 1964. Entraba en la Casa Blanca con facilidad, era muy buen amigo de los Kennedy, propició el memorable concierto de Pau Casals ante Jacqueline Onassis y acertó a la hora de encarrilar los deseos de un Henry Ford dispuesto a resucitar los días de «Bienvenido, Míster Marshall», la película del valenciano Berlanga estrenada en 1953.
Las fotos del rey don Juan Carlos y Henry Ford abrazados a la puerta de la nueva factoría de Almussafes muestran al magnate americano con un gran puro entre los dedos. El joven rey, el 25 de octubre de 1976, acababa de inaugurar el tramo de la autopista Silla-Xeresa y llegó tarde a la cita. El presidente de la industria no pudo demorar la hora del almuerzo porque tenía al consejo mundial de la firma a la mesa y todos se marchaban esa misma tarde a casa a bordo de aviones privados. Pero lo evidente, desde el primer momento, es que autopista y fabricación de coches fueron asuntos estrechamente vinculados.
Junto a la carretera, el ferrocarril, el corredor mediterráneo, que sigue sin resolverse del todo medio siglo después. Y el puerto, desde luego, que se estaba ampliando desde 1970 e inauguró su primera base de contenedores en 1973: un puerto que sacrificaba la playa de Nazaret en beneficio del desarrollo no ya de la región sino de España entera. Esos fueron algunos factores que determinaron el asentamiento de Ford; pero hubo otros, como la Universidad Laboral de Cheste y la Universidad Politécnica.
Pero sobre todo, y eso lo subrayaría gente que tuvo un estrecho contacto con los directivos de Ford, la facilidad con que los trabajadores valencianos se adaptaban a los nuevos requerimientos y exigencias industriales, da igual que vinieran de la agricultura, la construcción o cualquiera otro sector laboral. Dedicado al esfuerzo cuando tocaba estudiar, responsable a la hora de formarse, despierto y flexible ante la llegada de novedades tecnológicas, el trabajador valenciano es -y lo dicen gentes de Ford- el mejor bagaje que tenemos.
El 9 de noviembre de 1972, Henry Ford II se entrevistó oficialmente en Madrid con el ministro López de Letona, contacto del que trascendió poco después que todo estaba en marcha: Ford quería instalarse en España para fabricar 300.000 coches en una factoría que crearía no menos de 10.000 empleos. El día 22 de noviembre, el plumilla que esto firma tuvo el honor de publicar en estas páginas que «Ford, finalmente, apunta a que su factoría se instale en el litoral mediterráneo, en una provincia de la región valenciana». Y con la noticia, el comentario añadido: «¿Pasaremos de una situación de expectación y estudio de gabinete a la acción directa que posibilite inversiones industriales de alto porte?».
Dos días después, el 24 de noviembre, el gobierno respondió a lo pactado con Henry Ford y aprobó un decreto por el que redujo el grado de nacionalización de las empresas del sector a solo el 50 %, exigía una inversión mínima de 10.000 millones de pesetas y obligaba a exportar dos tercios de los coches que fabricase. Era un traje a la medida de la compañía y el ministro, poco después, declaraba que de cara a la entrada en el Mercado Común era preciso reorganizar y dar nueva vida al sector.
Empezó de inmediato al baile de candidaturas. La prensa vasca habló de Santander y la valenciana de una posible implantación en Zaragoza. Empezaron todos a marear la perdiz y a trabajar en secreto para ofrecer al nuevo Míster Marshall lo mejor que pudieran ofrecer. En Valencia, el presidente de la Diputación, José Antonio Perelló Morales, se puso en marcha para preparar el ofrecimiento del polígono industrial del asentamiento final. Mientras tanto, la Cámara de Comercio, que había propiciado el Instituto de Promoción Industrial, activó los resortes para que dos jóvenes técnicos, Ángel González Rivero y Juan Omeñaca, ofrecieran a Ford los datos que pudiera requerir: sábanas y más sábanas de ordenador viajaron hacia Londres y Detroit con millones de datos sobre clima, emplazamientos óptimos, precios de suelo, salarios, carreteras, ferrocarriles e hipotéticos suministradores.
Ford también mareó la perdiz cuanto pudo. A lo largo de 1973, sus técnicos hicieron viajes por media España para incentivar las ofertas, amagar y no dar noticias seguras. Expertos en esquivar a la prensa, animaban los rumores, daban pistas falsas y dejaban que los periódicos hablaran de Navarra, Cataluña, Sagunto, Bilbao o Zaragoza como posibles enclaves elegidos. No faltó el espionaje y lo hubo, propiciado por gabinetes que examinaron lo que los contrincantes estaban preparando.
Al final, todo quedó claro en la primavera de 1973. El 26 de abril, este periódico señalo que Almussafes era la zona de asentamiento más probable, al tiempo que el alcalde de la localidad declaraba que «oficialmente no se sabe nada». El día 28, LAS PROVINCIAS publicó un plano, pintado a mano, donde se veía la Albufera y los pueblos colindantes, la línea de ferrocarril y el trazado futuro de la autopista, la ubicación de Almussafes y el asentamiento de la factoría en la Foia. López de Letona se reunió con Henry Ford en el Hotel Plaza de Nueva York y todo se puso en marcha.
El 27 de marzo de 1974, el propietario de la Ford se entrevistó en el Pardo con el general Franco, quizá para decirle que todo estaba «atado y bien atado». El día anterior había colocado la primera piedra de la factoría. Y la gran duda, la de la compra de los terrenos, acababa de resolverse con un cariñoso baño de multitudes y una salida al balcón del Ayuntamiento de la localidad. Como en la película de Luis García Berlanga, pero de verdad.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.