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La fecha clave es de sobra conocida. El 9 de octubre de 1238 Jaume I entra en la ciudad de Valencia como Rey Conquistador, dando un nuevo giro a la historia de la capital del Turia, hasta ese momento bajo la dominación musulmana. ¿Pero cómo llegó hasta aquí?
Una hazaña de este calibre no era nada fácil en esos tiempos. Hacía falta movilizar a tropas, caballos, animales, víveres para todos… Y además, contar con una buena estrategia y mucho dinero. La conquista comenzó por el norte y con la toma de tres enclaves: Morella, Peñíscola y Burriana. Consistió en tomar el control de los castillos, y una vez en manos de los conquistadores, los pobladores se rendían ante la falta de suministro de alimentos. En El Puig se dio una de las batallas primordiales para la conquista de Valencia, en 1237, con derrota musulmana. Dominada la zona, la estrategia fue sitiar Valencia con la conquista de varios municipios de su alrededor: como Museros, Bétera, Almenara, Paterna y Silla.
Ya decididos a entrar en Valencia, se asentaron en un campamento entre las naves del rey de Tunís. Fue en Ruzafa donde el rey instaló el cuartel general, porque era una posición estratégica que permitía controlar la salida de tropas de la ciudad. La bandera de Jaume I se colocó donde actualmente se encuentra el Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles, en la calle general Prim, donde hoy día se puede ver una lápida que rememora este hecho histórico. La última batalla se dio en la torre Portal de la Boatella, en la vía de San Vicente.
Ese 9 de octubre entró el rey en la ciudad y se celebró la primera misa donde actualmente se encuentra la Catedral de Valencia, existiendo una capilla que lo recuerda. En el Archivo histórico municipal del Ayuntamiento de Valencia se guarda la bandera (una sencilla tela blanca amarilleada por los siglos con cuatro barrar rojas) que, según la tradición izaron los habitantes de la ciudad para señalar la rendición a las fuerzas de Jaume I.
Fue más tarde, en el año 1261, cuando se juraron los Fueros de Valencia, por lo que se convertía en un reino diferenciado frente a la corona de Aragón.
Jaume I dividió las tierras conquistadas entre sus fieles y aquellos cuya voluntad quería ganarse, lo que queda reflejado en el conocido 'Llibre del repartiment'. El documento es de vital importancia para entender cómo se hizo el reparto de cada una de las casas expropiadas a los musulmanes.
Con la nueva era cristiana, Valencia vuelve a sufrir una serie de transformaciones en este siglo XIII, tanto en su trazado urbanístico como en las costumbres de sus habitantes.
Tras la reconquista, se crearon en la ciudad de Valencia doce parroquias fundacionales que no sólo tenían un sentido religioso, también actuaban como unidad de delimitación de los sectores o distritos urbanos.
De las 12 primeras parroquias de Valencia fundadas tras la conquista, «al menos fueron mezquitas San Esteban, San Salvador, Santa Catalina, San Lorenzo, San Bartolomé, San Nicolás, San Martín y San Andrés», comenta Ferran Esquilache, doctor en Historia Medieval.
A ellas hay que sumar San Valero, Santa Cruz (iglesia conventual, forma parte del antiguo Real Monasterio de Nuestra Señora del Carmen), Santos Juanes y Santo Tomás Apóstol.
Cuando el Jaume I toma Valencia en 1238, los Caballeros de la Orden del Hospital de Jerusalén lo acompañan y se instalan junto a la judería, a partir de la Puerta de Xerea, ocupando el palacio árabe del primer emir con sus eras adyacentes. Allí erigieron una primera iglesia, la zona de albergue-hospital y el cementerio. Se trata de San Juan del Hospital.
Poco después, antes de 1255, comienza la edificación de la actual iglesia. En su zona más primitiva se halla una capilla decorada con pinturas murales de corte románico, de gran calidad técnica e interesante iconografía.
A día de hoy, San Juan del Hospital sigue siendo una caja de sorpresas a nivel arqueológico, pues esconde entre sus paredes y suelos gran parte de la historia de la ciudad.
El románico apenas tiene presencia en Valencia porque cuando el cristianismo llega es un arte en declive y las nuevas construcciones se realizan ya en el nuevo estilo gótico. «Otro estilo que tiene mucha presencia es el mudéjar, heredado del periodo musulmán, que puede observarse por ejemplo en los Baños del Almirante (1312)», explica Esquilache.
No obstante, quedan vestigios del románico, muestra de ello es el antiguo monasterio de San Vicente de la Roqueta. El templo conserva dos puertas tardorománicas. La llamada portada norte o portada vicentina, de medio punto abocinada, muestra en sus capiteles distintas escenas del martirio de San Vicente. Pasaron por el complejo los Benedictinos de San Victorian de Asán (1238-1255), Mercedarios (1255-1259), y de nuevo los monjes de Asán (1259-1287/89) hasta que los cistercienses quedaron en posesión del conjunto.
Los primeros restos conservados de arquitectura monumental pueden datarse en época del Rey Jaume I y corresponden a una iglesia fortificada anterior a la de la portada tardorománica. La intervención arqueológica ha permitido identificar diversas estancias del antiguo monasterio y se han recuperado objetos muebles de interés como cerámicas de mesa, ladrillos o monedas, sobre todo como relleno en los enterramientos excavados.
Fernando Cotino es uno de los arqueólogos que ha participado en las últimas excavaciones en La Roqueta: «Se encontraron restos pertenecientes a la iglesia del siglo XIII, la construcción del monasterio fue posterior», comenta.
«Uno de los hallazgos más sorprendentes fue el de una torre en un lateral de la iglesia de la que no se tenía noticias y que pertenece a las obras de fortificación de la iglesia con la que se empezó a cerrar el recinto del monasterio. Aunque la torre no pertenece a la época de Jaume I, se construye por las disposiciones que deja el rey en el testamento», añade el arqueólogo.
Otro de los vestigios del románico está en la actual Catedral. En 1262 se construye la puerta románica al pie de la antigua mezquita musulmana, que se va destruyendo progresivamente para levantar la catedral. Será uno de los edificios que más transformaciones sufran, pues bebió de cada uno de los estilos que imperaron en las siguientes etapas. Así, la catedral de Valencia es historia viva, pues todos los periodos posteriores han dejado su huella.
En la Valencia de Jaume I también destacaron dos conventos. Se cuenta que fue el propio Jaume I el que puso la primera piedra a uno de los edificios más singulares de Valencia, y que todavía sigue en pie en la plaza Tetuán, albergando la actual Capitanía de Valencia: el convento de Santo Domingo. La participación de religiosos de órdenes mendicantes en la conquista tuvo su recompensa en forma de unos terrenos cerca del río. Allí se construyeron varios templos que fueron sustituyendo a los anteriores. El Claustro Mayor y la Sala Capitular son lo más conservado de la época.
Y en esa misma etapa, el 3 de mayo de 1238 se beneficiaba a la orden franciscana con otros terrenos reales cerca del camino de Ruzafa. Aquella donación sufriría alguna modificación y ampliación, pero no dejaba de ser el germen del desaparecido convento de San Francisco del que ya no queda nada.
La zona del Alcázar y L'Almoina también sufre transformaciones en el siglo XIII. Los terrenos que contaban con el antiguo Alcázar musulmán, se dividen en parcelas y casas y el Rey las dona. Es aquí y en este siglo cuando nace el primer ayuntamiento de Valencia, la Casa de la Ciudad, que se encontraba en el lugar que hoy ocupa el jardín del Palau de la Generalitat, en la plaza de la Virgen.
La capitulación entre Jaime I y Zayyan estipulaba que los residentes (la población musulmana-mudéjares, cristiana -mozárabes y judía) podrían seguir viviendo y trabajando en sus lugares habituales, si bien sometidos a las nuevas jerarquías. Esto influyó también en la nueva organización urbanística de Valencia, pues daría lugar a la creación de la judería y la morería, en distintos puntos de la ciudad. Así las tres culturas convivirían durante años en la capital del Turia, aunque aisladas en barrios
«El rey asienta en la morería a los musulmanes expulsados de sus casas tras la revuelta de 1248, donde vivieron segregados en un barrio aparte fuera de las murallas», explica Esquilache.
Otro de los barrios segregados fue la judería. Durante el reinado de Jaume I, en el año 1240, el barrio se extendía principalmente por la calle del Mar y por la actual calle de la Paz, teniendo como acceso al mismo el portal de la Xerea en el este, el portal de la Figuera en el oeste, el portal Nou al norte y el portal de Cabrerots al sur, estando unidas estas diferentes entradas por una muralla que separaba el barrio judío del resto de la ciudad.
«En el siglo XIII es importante la transformación de las huertas andalusíes y la aparición de la huerta en extensión tal y como hoy la conocemos», comenta Esquilache. La Huerta de Valencia ha estado regada históricamente por ocho grandes sistemas hidráulicos llamados popularmente acequias madres o mayores, de las cuales una ha tenido una historia y organización propia desde el siglo XIII, la Real Acequia de Moncada, y las otras siete, manteniendo su autonomía en cuanto a su organización interna, también al menos desde el siglo XIII han estado supeditadas al histórico Tribunal de las Aguas de Valencia.
En 1268, el mismo rey Jaime I daba también a los regantes la posesión y uso de la Real Acequia de Moncada, naciendo así la respectiva comunidad de regantes.
Con Jaume I comienza la nueva etapa cristiana, donde en siglos venideros otros estilos, como el gótico y el barroco, dejarían a Valencia irreconocible.
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