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Adela Cortina: «Se ha discriminado a mayores en las UCI y en la desescalada»
2020: ADIÓS AL AÑO MÁS TRISTE ·
La catedrática sostiene que «no hay tiempo postpandemia. Habrá otras amenazas y hay que prevenir»Secciones
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2020: ADIÓS AL AÑO MÁS TRISTE ·
La catedrática sostiene que «no hay tiempo postpandemia. Habrá otras amenazas y hay que prevenir»Adela Cortina es catedrática emérita de Ética y Filosofía Política de la Universitat de València y presidenta de la Fundación Étnor. Ahora reflexiona sobre las consecuencias sociales políticas y económicas de la pandemia.
-¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza al hablar de la pandemia?
-Creo que lo más importante es recordar a los fallecidos durante estos meses, muchos de ellos en soledad, a los enfermos, a los que están en las colas recogiendo bolsas de comida. No se puede olvidar tanto sufrimiento. Hay que tener en cuenta que una de las consecuencias de esta crisis sanitaria ha sido el incremento de número de pobres.
-¿Cómo nos ha cambiado?
-Ahora se habla de postpandemia, pero no hay tiempos postpandemia. Siempre existe la amenaza de otra y mientras haya una amenaza hay que prevenir. Hemos sido conscientes de que nos faltaban medios de protección, de las carencias de la organización de la sanidad. Hemos visto, ademas, que la UE tenía muy pocos recursos comparado con China y de que somos dependientes. Existe una enorme asimetría entre países, entre los que están preparados y los que no lo están. En la UE no estamos bien pertrechados. ¿Hemos cambiado? Por supuesto. Primero por los muertos, por el sufrimiento y después por la cantidad de carencias que hemos descubierto y que tenemos que ir supliendo para estar preparados en el futuro. Lo inteligente es prevenir. Hemos de estar atentos a qué hacer.
Adela Cortina nació en Valencia en 1947. Es catedrática emérita de Ética y Filosofía Política de la Universitat de València y presidenta de la Fundación Étnor. Es también una de las pensadoras más lúcidas del país. Ha sido galardonada con diversos premios entre los que destacan el Premio Nacional de Ensayo y la Alta Distinción de la Generalitat en 2017. Entre sus publicaciones se encuentran 'Aporofobia: el rechazo al pobre. Un desafío para la democracia' y '¿Para qué sirve realmente la ética?'
-Habrá algo positivo.
-Creo que hay dos elementos muy positivos. Por un lado, el que la UE se haya unido más. Es una noticia de primera plana la decisión de la UE de salir en defensa de todos los países o el que se empezará a vacunar a la vez para mostrar la unidad. Es momento de luchar todos juntos frente a las pandemias y otros riesgos. Nuestro futuro pasa por el de la UE y por eso hay que potenciar Europa. En España tendríamos que aprender de esa unión y cohesión porque aquí tenemos cada vez más conflicto y polarización. Y esa no es la manera. Se sale adelante trabajando juntos y empleando los recursos que llegarán de la UE para lo que es prioritario. Tenemos mucho que reformar, mucho que preparar y lo que hay que evitar es que esos dineros se empleen en un plan clientelar. Hay que atender a las prioridades. La cohesión con justicia es lo que salva y no el conflicto.
-Hablaba de dos aspectos.
-El segundo es la derrota de Donald Trump. Es mucho más profundo de lo que parece. Era un personaje estrafalario. Sus actitudes dañaban las relaciones con otros países. Estaba contra la inmigración, indisponiéndose con China. Pero su caída ha demostrado que las democracias son muy superiores a cualquier país totalitario. En China es imposible que el presidente se vaya a la calle. Jinping puede dormir tranquilo. Allí no terminamos de saber qué pasa. En EEUU lo sabemos porque es una sociedad democrática. Tenían un presidente impresentable pero por votación se ha ido a la calle. En las democracias liberales esto ocurre.
-¿Considera entonces que la crisis sanitaria ha reforzado la democracia?
-Desde los años 90 del siglo pasado estamos en tiempos de recesión democrática. El fervor por ella ha decaído y eso me parece un profundo error. Lo mejor que se ha inventado desde el punto de vista político es la democracia liberal y yo añado social porque tiene en cuenta los derechos económicos, políticos, sociales, culturales… Que Donald Trump se haya ido a la calle demuestra la grandeza de la democracia. Hay que fortalecerlas. Este momento es importante para ello porque han demostrado que dan mejor resultado que los totalitarismos que siempre ahogan la libertad.
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-¿Qué ha pasado con los ancianos durante la epidemia?
-La gerontofobia es la discriminación de los ancianos y durante la pandemia la ha habido. Es algo que hay que erradicar. En la desescalada se tenía la idea de que los jóvenes y los niños no se podían mezclar con los ancianos. Era justo al revés. Era falso y un error total y absoluto. Hay que ir cambiando la mentalidad. Ha habido discriminación en la desescalada, en los ingresos en los hospitales y en las UCI y en el acceso a ventilación mecánica. Excluir a alguien por edad es inmoral e ilegal. Y por ello hay que plantearse cómo se va a actuar en el futuro. Hay que incrementar todos los recursos posibles para evitar que alguien quede fuera. Y en el caso de que haya que hacer un triaje porque no hay recursos nunca la edad puede ser el factor decisivo. Hay que analizar caso a caso. Pero jamás se debe decidir por grupos de edad. Eso son fobias. La edad no es el criterio, puede ser uno más, claro, pero nunca el único. Tampoco una discapacidad.
-Se dice que la pandemia ha aumentado la exclusión social.
-La exclusión es anterior a la pandemia. En una sociedad se produce el juego de dar y recibir. Cuando aparecen algunos que parece que no tienen mucho que dar sencillamente se les excluye. Es el caso de los inmigrantes que nos parece que no tienen que dar más que problemas, pero a los turistas los recibimos con los brazos abiertos. No es xenofobia sino aporofobia. Por ejemplo, ahora preocupan los temporeros porque contagian. Otra tragedia que ha aumentado es el de las personas sin hogar. Hay que ocuparse de ellos porque si no somos sociedades excluyentes. Es de sentido común. Si entramos en el juego de valorar por quién aporta algo seguiremos siendo excluyentes.
-¿Qué ha pasado con la solidaridad de la que se hablaba?
-Creo que la pandemia ha revelado falta de solidaridad. Es cierto que ha habido grupos que la han demostrado claramente. Pero hemos visto que con el paso del tiempo esos brotes no se han conservado. La solidaridad no es flor de un día, hay que mantenerla. Y la cantidad de gente excluida muestra que no había tanta solidaridad. Nuestras sociedades tienen que ser justas, se supone que no puede haber excluidos. Si los hay es que falla la justicia. Tenemos que estar preocupados. No siempre podemos estar confiando en Cáritas o la Cruz Roja. Toca a los poderes públicos ocuparse de la justicia.
-¿Y qué pasa con los jóvenes?
-Hay jóvenes solidarios y lo hemos visto, pero no parece que sea una actitud generalizada. Creo que se les está educando más para que miren por sí mismos y se encierren en sus chats y ordenadores, en sus móviles y correos electrónicos que para mirar lo que nos rodea. Habrá que hacer una profunda reflexión sobre en qué estamos educando a los jóvenes.
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