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Una sanitaria atiende a una madre con su bebé en una consulta de lactancia materna. HOY
La anquiloglosia, el creciente obstáculo en la lactancia materna

La anquiloglosia, el creciente obstáculo en la lactancia materna

Las cirugías del frenillo sublingual de los bebés se han multiplicado en la última década, una tendencia que genera debate al diagnosticar las complicaciones en el amamantamiento

Sábado, 28 de septiembre 2024, 00:54

La anquiloglosia es un concepto cada vez más familiar. Más presente en el vocabulario de madres y padres. Se refiere al trastorno congénito por el que un bebé tiene el frenillo sublingual anormalmente corto, grueso o poco elástico. Una limitación del movimiento que puede condicionar la lactancia materna y, posteriormente, el habla. Su diagnóstico se ha multiplicado en los últimos años de la mano del ostensible incremento de las mujeres que optan por dar el pecho a sus criaturas. Las claras recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) han supuesto un punto de inflexión en estos hábitos, impulsando el amamantamiento. Incluso la pandemia del Covid-19, según los resultados preliminares de un estudio llevado a cabo en el Departamento de Salud de la Marina Baixa, ha representado un aumento del 19 por ciento en la tasa de menores de seis meses alimentados con leche materna.

«A raíz de la pandemia, la gente ha tomado más conciencia de que la lactancia materna es la mejor vacuna que existe. Entonces ha habido un repunte en las tasas», destaca la matrona María González. Un proceso no exento de obstáculos y desafíos. La anquiloglosia, enmarcada en un debate por la falta de formación que desvirtúa los diagnósticos, es sólo uno de los múltiples factores que pueden poner cuesta arriba el amamantamiento. Las expertas distinguen, fundamentalmente, siete motivos que pueden cruzarse en el camino. Adversidades que, en una inmensa mayoría, se pueden resolver con una asistencia de calidad.

María González es matrona, enfermera pediátrica y experta en lactancia materna (con la certificación internacional IBCLC) y en anquiloglosia. Sabe de lo que habla. Y sitúa el frenillo lingual corto como el cuarto factor que puede dificultar la lactancia materna por orden de incidencia. Para ella, el principal origen de los problemas que surgen es estructural. «El mal acompañamiento», aclara la especialista alicantina.

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Tipo de nacimiento y falta de recursos

«El primer motivo es la falta de formación del profesional sanitario en lactancia materna», afirma María González, quien también critica la escasez de matronas en las plantas de obstetricia de los hospitales. «Otro punto muy importante es el tipo de nacimiento. Si te hacen una episiotomía, en función de cómo te recuperes, vas a estar más o menos predispuesta para amamantar. Si tienes mucho dolor, va a influir en tu modo de lactancia. Por otro lado, las cesáreas retrasan mucho la subida de la leche porque las madres tienen mucho dolor», apunta.

Esta matrona de la Marina Baixa incide en que, actualmente, España «está muy por encima de las tasas recomendadas por la OMS de cesárea». Según el último informe anual del Sistema Nacional de Salud, el índice de cesáreas en los partos atendidos en la Comunitat Valenciana en 2022 fue del 24,5 por ciento en los hospitales públicos y del 38,9 en los privados. Lejos de las aspiraciones internacionales.

La OMS coloca como criterio de calidad una tasa de cesárea del 15 por ciento. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), existen factores nuevos que podrían relacionarse con la elevada cantidad de intervenciones. Entre ellas, el aumento de la edad de las madres, de los partos múltiples, de las solicitudes por parte de las mujeres y de las demandas por sospecha de mala práctica.

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Bebés dormilones

En ocasiones, los recién nacidos atraviesan una fase de letargo que puede poner contra las cuerdas la lactancia materna. «Tras el parto o la cesárea, tienen un período de reactividad pero luego entran en un período en el que están profundamente dormidos. Las madres y los padres no son capaces de despertarlos y activarlos para que realicen una toma al pecho», apunta González. En estos casos, hace falta paciencia y contacto: «Hay que hacer mucho piel con piel con la mamá, hacer un estimulación táctil de la espalda y las plantas de los pies, quitarles los gorros de la cabeza, quitarles ropa... Se trata de una estimulación para lograr que el bebé despierte y busque el pecho de la mamá«.

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Malas posiciones

La matrona alicantina hace hincapié en las consecuencias de la escasez de recursos: «Están los típicos problemas de malas posiciones o malos agarres a la hora de iniciar la lactancia por esa falta de ayuda de los profesionales sanitarios». Esta disfunción genera daños: «Cuando hay un agarre superficial y poco profundo del pezón, enseguida se hacen grietas y heridas. Y esto es motivo de abandono de la lactancia. Esto se soluciona corrigiendo en agarre. Es decir, viendo la postura de la mamá, viendo la postura del bebé, viendo cómo ofrece el pecho y corrigiendo».

Para González hay una postura clave: «La más recomendada para mamás que han tenido una cesárea y no pueden levantarse y tienen que estar incorporadas en la cama es la postura de crianza biológica. El bebé se sitúa sobre el abdomen y el tórax de la madre y de una manera innata busca el pecho hasta que logra engancharse a él. Esta postura es muy buena para todos aquellos niños y niñas que tienen algún problema de lactancia». Cuando la progenitora se encuentra sentada, la postura idónea es «la de cuna cruzada durante los primeros días». Y lanza una advertencia: «Cuando están sentadas en silla, es muy importante que tengan los pies ligeramente elevados para que no estén en puntillas. Y que utilicen cojines de lactancia».

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Anquiloglosia

Por la consulta de Beatriz Pemartín, cirujana pediátrica en el Hospital General de Castellón, pasan cada vez más pequeños con anquiloglosia. «El frenillo es una parte de la lengua. Pero hay niños que ese frenillo lo tienen más cortito o más grueso. Eso hace que la lengua no pueda salir bien. La lengua del lactante tiene que hacer una 'U' para recoger bien el pezón de la madre, succionar correctamente, no tragar aire y no provocar grietas. La mayor parte de las madres se dan cuenta porque tienen lactancias complejas», explica.

Pemartín repasa los cuatro tipos de frenillo sublingual restrictivo: «El 3 y el 4 son posteriores y muchas veces en la maternidad no se ven. Son niños que pueden hacer bien la lactancia pero habitualmente luego tienen problemas de habla. Vienen niños de tres o cuatro años porque no consiguen pronunciar la R o la L. Y el 1 y el 2 suelen dar problemas de lactancia porque no pueden levantar bien la punta de la lengua y no pueden succionar bien». En estos dos últimos casos, apuesta por una intervención temprana.

«Cuanto antes, mejor. Si estás convencida de que quieres dar lactancia materna y ese frenillo la está complicando, en mi opinión debería hacerse en la maternidad. A un niño de dos o tres días de vida se lo haces directamente, le pones un poquito de lidocaína y no tienes ni que sedarlo. Es un minuto. Prácticamente no está vascularizado y es una telita muy fina. Le cortas y prácticamente no sangra. Es un procedimiento súper sencillo. En cambio, cuando es un bebé de dos o tres meses, ya toca ingresarlo y sedarlo. El frenillo se ha engrosado», cuenta Pemartín, quien suma 13 años como cirujana pediátrica: «Desde que empecé hasta ahora, corto el doble de frenillos. Seguro. Es mi sensación, no una estadística».

María González coincide: «En la última década, se ha multiplicado por dos o por tres. Esto antes no se diagnosticaba». La matrona proporciona una clave: «Si no tienes formación, no vas a detectar nunca una anquiloglosia. Tenemos que hacer un diagnóstico en base a los signos y síntomas que presentan madre y niño. En el caso de que sean bebés, hay una exploración de la toma y de cómo queda el pezón de la madre tras la toma y una exploración física de la cara y boca del bebé. El problema es que esto no se realiza porque no hay una formación». De esta forma, considera que la evidencia científica está sesgada y relativiza los datos sobre la incidencia: «Si todo el mundo supiera diagnosticarla, seguramente tendríamos una mayores tasas de prevalencia de las que hay a día de hoy, que señalan que aproximadamente entre un 3 y un 12 por ciento de los recién nacidos tienen anquiloglosia».

Justo en este punto hay cierta controversia. El pasado mes de mayo, la Fiscalía de Madrid denunció a una clínica por la práctica de frenotomías en bebés que, posteriormente, tuvieron que ser atendidos en Urgencias por complicaciones. Detrás de estas cirugías, en ocasiones, puede esconderse un negocio. «Se ha puesto muy de moda. Es algo por lo que ganas dinero de manera fácil. No es una cirugía grave. Pero hay que cortarlo cuando es necesario y cuando de verdad supone un problema», comenta Pemartín, quien lamenta que lleguen citas para cirugía pese a no haber un diagnóstico fehaciente: «Antes de cortar un frenillo, iría a una asesora de lactancia que de verdad sepa del tema. ¿Pero cortar por cortar? ¿Cortar un frenillo por si acaso me da problemas de lactancia? Lo normal es que no pase nada. Pero soy de la opinión de que someter a cirugías sin necesidad es una aberración. Las complicaciones existen».

María González, sin embargo, minimiza los excesos en clínicas privadas: «La generalidad es que las cosas se hacen bien y no hay un interés. Estos casos de negligencia son cosas aisladas y no debe generalizarse. Me preocupa tanto que haya niños diagnosticados sin tener que ser diagnosticados como que haya un infradiagnóstico por una falta de formación y conocimientos». Y subraya la trascendencia de los problemas de frenillo: «De los neonatos con anquiloglosias de tercer grado, un 59,6 por ciento tienen dificultades para el amamantamiento».

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Baja producción de leche

«La baja producción de leche está relacionada con el tipo de nacimiento: inducciones, epidural, uso de oxitocina, cesárea… También con problemas previos maternos como pueden ser el hipoteroidismo, la diabetes gestacional, la edad materna, operación del pecho, poco estímulo del pecho, falta de succión por parte del bebé…», desgrana González, quien insiste en las consecuencias del «mal acompañamiento». Y resalta la importancia de la estimulación «con sacaleches, con extracción manual, poniendo más frecuentemente al bebé a lactar…».

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Síndrome de confusión

Las primeras horas de vida de la criatura son cruciales para el establecimiento de la lactancia materna. Hay circunstancias que pueden desembocar en un síndrome de confusión. «Es bastante frecuente en niños a los que se les ha introducido una tetina por el motivo que sea, ya sea un chupete o porque han estado ingresados en neonatos o porque han tenido una bajada de azúcar y se les ha dado un biberón. No hay que exponer a los recién nacidos a tetina ni a biberones. Hay que suplementar mediante otro tipo de métodos que hagan que luego no rechacen el pecho», avisa González.

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Ingurgitaciones y mastitis

En las primeras 48 o 72 horas posteriores al parto, pueden aparecer ingurgitaciones mamarias severas. «Cuando se produce un aumento en la producción de la leche, el tejido mamario interpreta que hay una secreción de un líquido extraño entre comillas, y surge un proceso inflamatorio como respuesta a la subida de la leche. Aquí lo que hay que hacer es aumentar la frecuencia de las tomas. Es bilateral, en las dos mamas a la vez», apunta González. Otra dolorosa reacción puede ser la mastitis: «Esta se da generalmente a partir de los 15 días y de forma unilateral. Y hay una causa infecciosa. Están relacionadas con grietas, que suponen un factor de entrada para los microorganismos. Otro de los motivos es la falta de amamantamiento».

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