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La mayoría de los barrancos pasan el año secos e invadidos por vegetación. Algunos cauces naturales, pocos, se transforman en parques fluviales, como el Turia desde Vilamarxant. El barranco de l'Endolçà, en Paterna, alberga un colegio en el borde mismo de su cauce. El Poyo, El Carraixet, La Saleta, Barxeta...
La historia ha demostrado que esos toboganes naturales del agua, secundarios, casi invisibles, han sido y son letales. Sin que se hayan tomado soluciones fiables que garanticen la seguridad plena en un panorama de cambio climático, con trombas capaces de convertir estos surcos en asesinos en cuestión de horas.
En la Comunitat la orografía es traicionera: somos una franja alargada de terreno de casi 400 kilómetros con montañas en buena parte del interior y una gran planicie cerca de las desembocaduras en la que habita la mayor parte de la población. Cuando diluvia dentro, el mayor castigo llega aguas abajo.
Más allá de grandes ríos como el Júcar, el Turia o el Segura, la geografía valenciana está salpicada de multitud de cauces menores a los que conviene temer y vigilar mejor. Quédense con estas siglas: ARPSI. Significa Área de Riesgo Potencial Significativo de Inundación y bajo este nombre se clasifican las zonas fluviales que históricamente más daños han causado en fuertes avenidas como las del 29 de octubre.
En la provincia de Valencia son siete que se corresponden con las principales cuencas fluviales en sus tramos bajos y suman 465 inundaciones documentadas. En esas siete fichas del alto riesgo se mencionan más de 30 topónimos de barrancos y ramblas.
José Sergio Palencia, Ingeniero de Caminos y profesor de Urbanismo de la UPV, los analizó al detalle en su tesis doctoral. «Entre los de mayor riesgo que requerían medidas estaba El Poyo y La Saleta», destaca. «Pero hay otros que, sin estar regulados, presentan riesgo considerable ante una DANA como la sufrida». Según el experto, «en la situación actual siguen siendo necesarias medidas estructurales integradas adecuadamente bajo una planificación del territorio».
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Para Juan Soria, profesor de Ecología de la Universitat de València, «el Estado no vigila nuestros grandes barrancos adecuadamente». Cita, en esencia, un problema de capacidad: «La del Poyo era de 800 m3/s y no han cabido 2.300, pero no olvidemos que tampoco caben en el Carraixet», también catalogado como de especial riesgo. Otros, como el de Barxeta o La Casella, aguardan obras que mejorarían la seguridad y se eternizan.
A consultas de LAS PROVINCIAS, la Confederación Hidrogáfica del Júcar se desmarca de estos cauces menores: «El seguimiento de caudales en barrancos y ramblas en situación de emergencia no es competencia de las confederaciones». En la mayoría de los barrancos y cauces, concretan, «no existen puntos de control». Al tratarse de «cauces sin regulación», ahondan, «las confederaciones no tienen capacidad de modificación de su régimen». Asume sólo la CHJ la función de «asesorar a los centros de emergencias o contrastar la información que éstos deben recibir por otros medios».
Nuestros barrancos son cauces relativamente cortos, pero con pendientes importantes. Por eso las crecidas son feroces. «Los sensores», detallan desde la confederación, «ayudan a tener información adicional, pero son vulnerables en situación de avenida». Como sucedió con El Poyo.
¿Hay margen de mejora? Para el organismo sólo hay un modo: «Mejor coordinación de todos los entes implicados en el control de cauces». Apuestan por hacerlo a ojo: «El sistema más efectivo debe ser visual y de coordinación entre administraciones y municipios». Cuando un sensor detecta una avenida «la avenida ya está ahí y, por lo tanto, no hay tiempo de respuesta».
Enrique Joaquín Giménez es otro experto urbanista de la Universitat Politécnica (UPV). «Es difícil no tropezarse con el problema de los barrancos en la Comunitat, pero el peligro y la oportunidad afectan esencialmente al del Carraixet y al Poyo. Y de ellos, el segundo se lleva la palma, como se ha demostrado». Su apuesta es la del parque metropolitano.
Analizamos ahora, de la mano de expertos, los principales cauces secundarios de la provincia de Valencia, los barrancos y ramblas a los que más conviene temer por su historial en grandes avenidas. Juntos, suponen una amenaza para más de medio centenar de localidades.
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El culpable de la catástrofe ya era analizado hace más de dos siglos. El científico y botánico Antonio José de Cavanilles advirtió así: «Su profundo y ancho cauce siempre está seco, salvo en las avenidas, cuando recibe tantas aguas y corre tan furiosamente que destruye cuanto encuentra». En 1776 -Cavanilles lo atribuye al 75- «causó muchísimas desgracias en Chiva, sorprendiendo a media noche a sus vecinos». Asoló «un número considerable de edificios, esparciendo por más de dos leguas los despojos y los cadáveres de los pobres que no pudieron evitar la muerte».
Relata una realidad calcada a la del 29 de octubre. Dos siglos y medio después, la vigilancia de la furia potencial de El Poyo falló rotundamente. A pesar de estar registrado por el Gobierno en la segunda área de mayor riesgo significativo de avenidas graves, la de Bajo Turia, con 99 inundaciones históricas.
«El Poyo ha tenido más crecidas», señala el doctor en Geografía Rafael Armengot. Una coincidió con la crecida del Turia que asoló Valencia en 1957. Paradójicamente, en aquel entonces y con menos medios tecnológicos que hoy, «avisaron con tiempo de que bajaba el barranco entre Catarroja y Massanassa», refiere. Mucho más cerca en el tiempo, el 22 de octubre del 2000, señala Armengot otra avenida importante.
El Poyo es un cauce independiente que nace en la Sierra de las Cabrillas, cruza Chiva, Cheste y va reuniendo otros barrancos por la margen derecha (Horteta, Gallego...) hasta Torrent. Y desde allí surca l'Horta Sud con rumbo a La Albufera.
Según el profesor Soria, «la cuenca presenta un elevado desnivel de cabecera a la desembocadura, por lo que las escorrentías de lluvias intensas son muy rápidas, aunque desborda por varias zonas de su recorrido antes de llegar a Torrent». En su caso, ahonda, «se encauzó desde Massanassa hasta los arrozales, pero otras obras que suponían mejorar el cauce hasta la A-7 y el cruce con la A-3 no se han ejecutado nunca». Para colmo de males, «sólo tenía un sensor de caudal, en Ribarroja, y se rompió con la gran avenida del 29 de octubre», lamentó el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, el viernes en Les Corts.
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Es un cauce independiente que nace al sur de la Sierra Calderona y desemboca en el mar, en Alboraia. Fue encauzado desde Vinalesa al mar, así como su afluente, el Palmaret, desde Masarrojos. Discurre junto a poblaciones como Bétera, Alfara del Patriarca, Vinalesa, Bonrepós, Tavernes Blanques, Almàssera y Alboraia. «Estos pueblos podrían verse afectados en caso de desbordamiento por ser zonas de huerta plana», menciona el ecólogo Soria. «Se proyectó la prolongación del encauzamiento desde donde termina el actual hasta Bétera, pero nunca se ha ejecutado», describe el experto.
Y ello a pesar de que ocupa el tercer puesto en peligrosidad, si atendemos a los análisis de la CHJ: nada menos que 85 inundaciones históricas con daños tanto humanos como materiales. La última señalada por la CHJ en su ficha de peligro del Carraixet se produjo el 27 de septiembre de 2012 y se extendió por Alboraia, Albuixech, Alfara del Patriarca, Almàssera, Bétera.
Armengot recuerda otras dos crecidas significativas: «Una coincidió con la riada del Turia y fue tremenda, pues Marines está en su cuenca, en su cabecera. Un deslizamiento de tierras destruyó gran parte del pueblo y fue lo que decidió el traslado» de la localidad cerca de Llíria.
Además, «hubo un desbordamiento súbito el 9 de septiembre de 1990». Fue por «una tormenta muy grande focalizada en el Garbí y Serra que probablemente alcanzó los 400 litros». La tromba hizo que se desbordaran el Palancia y El Carraixet.
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Parte de las proximidades de Cheste y discurre por el norte de la autovía A-3, en paralelo hasta que cruza hacia el sur a la altura de Bonaire. Es un surco de unos 12 kilómetros que atraviesa Aldaia y termina en la estación de tren de la localidad de l'Horta. Allí se pierde y pasa a ser una zona difusa inundable que discurre al norte del trazado actual del AVE hasta el Plan Sur. «En sus crecidas inunda Aldaia y en la última los municipios al norte del Poyo, como La Torre, Horno Alcedo, Alfafar y Benetúser. Su proyecto de obras estaba conjunto con el del Poyo, nunca ejecutado», menciona Soria.
«Llevamos 40 años con ese problema y hemos alertado de que un día pasaría algo grave en daños personales. Y ha pasado», criticó recientemente el alcalde de Aldaia, Guillermo Luján. El edil insiste en diferenciar La Saleta del Poyo y califica la primera como «una ramba invisible» que tampoco no se ha librado de las trombas de la DANA. Luján señala que Aldaia sufre desbordamientos en cada episodio de fuertes lluvias. Ese cauce mantiene en vilo a los vecinos.
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Es un barranco de unos 10 kilómetros en una zona de riesgo, la de Bajo Júcar, que acumula 157 inundaciones históricas. Nace en el término municipal de este pueblo de La Costera y desemboca en el río Júcar en Alzira. Como bien describen los vecinos de la zona, es un cauce «muy peligroso» que causa desbordamientos en localidades como Rafelguaraf, la Pobla Llarga y la pedanía de Cogullada (Carcaixent) cuando las lluvias son torrenciales.
En la DANA del 29 de octubre también provocó problemas en estas localidades. Desde hace años, los pueblos afectados urgen ampliar su lecho y reducir así el riesgo de inundación. La CHJ ha acabado un proyecto para solucionar esta problemática con su ampliación y la construcción de una mota de defensa en la zona de Carcaixent. Está prevista la licitación para el próximo año. Otra solución que sigue en la lenta cola de salida.
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Comienza en la falda de este paraje alcireño y desemboca en el río Júcar en Alzira. Tiene un recorrido muy corto, de algo más de 2,5 kilómetros, pero debido a su estrechez es el causante de gran parte de las inundaciones en el casco urbano de Alzira, concretamente en la zona de Les Basses. Dentro de las actuaciones para reducir el riesgo de riadas en la Ribera hay un proyecto de ampliación que se debe ejecutar el próximo año y ya cuenta con presupuesto. Pero falta la coordinación de las administraciones al afectar a un puente y varias carreteras de Alzira. Todavía está en proceso de redacción.
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Más arriba de la desembocadura de El Carraixet existe otra amenaza para los pueblos de l'Horta Nord y Camp de Morvedre. Es el conjunto de riesgo que la CHJ engloba como Barranco del Puig, Cañada del Molinar y Barranco de Bords. Se extiende desde las faldas de la Sierra Calderona y compromete a municipios como Valencia, Sagunto, Massamagrell, Rafelbunyol, Puçol o El Puig. En su historial, 27 inundaciones históricas.
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Cauce independiente que mide unos 12 kilómetros y recorre la zona entre estas poblaciones hasta la Albufera. Su origen se sitúa en la parte alta de Picassent y atraviesa las poblaciones hasta las cuencas fluviales de Silla. Ante fuertes avenidas, «inunda la población y el polígono industrial a pesar de un encauzamiento realizado hace años», remarca Juan Soria. «Existe un estudio de mejora de hace unos años», tras una inundación en 2020.
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Mide 22 kilómetros y va desde el canal Júcar-Turia hasta la Acequia Real del Rey. Como destaca el experto de la UV, reúne un conjunto de barrancos menores que se van unificando con distintos nombres: Alginet, Agua, Forca, Berenguera, Garrofera... «Los cauces se van uniendo y terminan en canales que llegan a los arrozales», sitúa. «Está previsto desde hace años su acondicionamiento y restauración, pero no se han ejecutado todas las obras y los municipios que se inundan, como Alginet siguen reclamando su ejecución». Como en casi todos, a esperar.
Además de los barrancos y ramblas que ponen en peligro a la población en la provincia de Valencia, el experto de la UPV José Sergio Palencia pone el foco en los que comportan mayor riesgo de inundaciones graves en Castellón y Alicante. Este es el detallado análisis que nos brinda el profesor, ingeniero y urbanista:
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Con una cuenca muy pequeña de apenas 9 kilómetros cuadrados y una longitud de cauce de 5 kilómetros, presenta un desnivel de 300 metros, lo que puede producir caudales rápidos e importantes daños a su paso. Tiene su origen en la Sierra del Desierto de las Palmas, estribaciones montañosas próximas a la costa al norte de Castellón de la Plana. Desagua en la denominada marjalería de Castellón, zona inundable por su elevado nivel freático y que concentra muchas viviendas unifamiliares dispersas.
Afecta a los términos municipales de Castellón de la Plana y de Benicassim. Para el experto de la UPV, «la solución es compleja al tratarse de viviendas ilegales o alegales según el caso, muchas de ellas primeras residencias». Razonablemente, estima, «debería plantearse una relocalización o medidas que garanticen la seguridad de las personas». Por ejemplo, «disponer de accesos a la cubierta para aquellas que sean de una única planta».
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Cuenca de 52 kilómetros cuadrados y 12 de cauce, con un desnivel de 400 metros. Tiene su origen en las primeras estribaciones montañosas de la Sierra de Espadán, entre Artana y Alfondeguilla. Este barranco fue encauzado para un periodo de retorno de 500 años a su paso por el núcleo de Nules, pero presenta una insuficiencia de cauce entre Nules y su desembocadura en la playa de Nules. En este tramo final, a su paso por el marjal de Nules-Moncofa, se producen inundaciones periódicas. En 2004 una de las avenidas dañó casas de la marjal.
Como describe Palencia, «ha tenido varios intentos para redactar un plan especial que permitiera regular los usos en la zona y demoler parte de las viviendas y otros usos existentes, pero han fracasado ambos intentos». La CHJ dispone de un proyecto para drenar el marjal de Nules-Moncofa hacia el mar en situaciones de avenida, así como de mejorar el tramo de cauce entre Nules y la playa de Nules. De nuevo sólo eso, un proyecto.
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Nace en la Sierra de Espadán, tiene una cuenca de 220 kilómetros cuadrados y una longitud de cauce de 35, con un desnivel de casi 800 metros. Atraviesa varios municipios de Castellón, pero los de la cuenca baja son los que presentan un mayor riesgo, principalmente Vila-real y Burriana. Como anota el ingeniero de la UPV, «existe un cono aluvial que genera desbordamientos, especialmente sobre el Grao de Burriana». Es una zona que en la primera década de este siglo estuvo sometida a proyectos urbanísticos que hasta la fecha están pendiente de desarrollo. «En el supuesto de reactivarse deberían ser reevaluados en materia de inundaciones», remarca Palencia.
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Presenta una superficie de cuenca de 256 kilómetros cuadrados y una longitud de cauce de 46 km. Su desnivel es de unos 1.100 metros y su cabecera está en las estribaciones de las sierras de Serrella y Alfaro. Es un cauce muy encajado en su tramo alto y medio, pero a partir de Gata de Gorgos el valle se abre formándose un cono aluvial que alcanza su desembocadura en la playa del Arenal, en Xàbia.
Es una zona castigada por inundaciones frecuentes. Pero la inundación de 1957, con mas de 800 l/m 2, es la que mayores daños causó. Sin embargo, el desarrollo urbanístico de Xàbia «ha acrecentado el riesgo en la zona por una ocupación considerable de nuevas construcciones», resalta el experto. Debido a la extensión del diseminado urbano, «resulta compleja la solución, pero debería definirse posibles pasillos evitando su colmatación por la edificación que actuasen como zonas de evacuación de aguas controladas por el desbordamiento del río, diseñadas como infraestructuras verdes integradas en el territorio y permeabilizando la ocupación actual».
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