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Vista del fuego desde el municipio. EFE

Las llamas siguen sin control en el Alto Palancia: un herido más y evacúan Sacañet

El viento convierte la zona en un infierno por los problemas para controlar las llamas

Álex Serrano y SARA BONILLO NAVARRO

Valencia

Martes, 16 de agosto 2022

Invencible e impulsado por un potente viento en dirección sur, el monstruo que devora las laderas del Alto Palancia se cernía sobre los ya vacíos Bejís, Sacañet, Torás y Teresa y sobre un Viver confinado. Tras quemar más de 3.000 hectáreas, según los satélites, y con un perímetro de más de 20 kilómetros, el fuego avanzaba sin control en un entorno tan idílico como perfecto para un incendio: los senderos de peñas como Escabia o Juliana hacen imposible el acceso de los camiones de bomberos, por lo que casi la única forma de atacar el fuego era por el aire. Y a eso de las 13 horas, los medios aéreos se retiraron: demasiado humo, demasiado viento. Demasiado peligro.

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Última hora: otro agente herido y evacuada la población de Sacañet

Desde las 7:30 de la mañana de este miércoles se incorporan progresivamente 9 medios aéreos de la Generalitat. Además, se han solicitado más medios al Ministerio y a otras Comunidades Autónomas. A las 2:10 de la madrugada el Puesto de Mando Avanzado ha propuesto la evacuación preventiva de Sacañet por un cambio en la dirección del viento

Se han desplazado 80 personas a Alcublas donde Cruz Roja ha instalado un albergue provisional en el polideportivo. La mayoría vuelven a sus primeras residencias, pocas necesitan albergue. El incendio continúa activo y las dos ubicaciones más virulentas están en la zona del Ragudo y la de Sacañet y Canales. Un agente de protección de la naturaleza del equipo de bomberos de Aragón ha sido herido y trasladado al hospital.

El humo del incendio llega hasta la Sierra Calderona, cubriendo las montañas y dejando el olor de las llamas. Como consecuencia de los incendios de Bejís y Vall d'Ebo, se han cerrado 11 carreteras (CV-235, CV-236, CV-245, CV-700, CV-712, CV-713, CV-714, CV-716, CV-720, CV-721, CV-754)

Drama en Bejís

Ya desde primera hora de la mañana, la sensación en Bejís era funesta. Como si fuera a pasar algo. Los tejados y cualquier mirador que se enseñoreara sober las lomas de alrededor del pueblo estaba lleno de vecinos que observaban el avance del humo mientras las llamas comenzaban a asomar en los picos. A media mañana, la consellera de Interior, Gabriela Bravo, acudió al puesto de mando situado en Bejís para lanzar un aviso: «No hay desalojos inminentes pero tampoco se descartan». Apenas tres horas más tarde, el Ayuntamiento de Bejís anunciaba en sus redes sociales, en forma de bando del siglo XXI, que había que evacuar. «Vayan preparándose para evacuación con sus medicamentos, documentación y teléfonos móviles», rezaba el texto.

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Instantes más tardes, ocurría lo mismo en Torás, situado al noreste de Bejís. La entrada primero de viento del suroeste y, más tarde, de un poniente seco y cálido, envió el humo hacia ambas localidades mientras el fuego corría ladera abajo de forma totalmente descontrolada. Los vecinos de ambos municipios, unas 800 personas, fueron reubicados en Viver, a unos 14 kilómetros de distancia, donde también se trasladó el Puesto de Mando Avanzado (PMA) y a donde acudió el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, durante la tarde del marets, cuando la situación se complicó.

Y es que se complicó mucho. Aparte de los cambios de viento, la zona presenta una orografía muy peculiar, llena de simas y barrancos. No en vano, cuando en 1938 la República buscaba defender Valencia de las tropas franquistas, eligió estos casi impenetrables montes para instalar una línea de defensa a base de trincheras conocida como la línea XYZ. De hecho, desde que el incendio se declaró en la tarde del domingo, los vecinos aseguran haber escuchado explosiones de antiguas bombas enterradas en las montañas. «Suena como piñas al reventar», aseguraba una vecina.

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Esas defensas naturales complicaron el trabajo de los bomberos, que emplearon lo que se conoce como fuego técnico, que no es más que la creación de cortafuegos a base de incendiar de forma controlada amplias franjas de vegetación. Pero es que la única manera de atacar los distintos frentes del incendio, que tenía un perímetro estimado de más de 20 kilómetros, era por el aire. Hasta veinte medios aéreos sobrevolaron la zona durante toda la mañana: decenas de vecinos de Bejís, de hecho, se despertaron con el aciago sonido de las aspas y los motores de los hidroaviones que surcaban los cielos del Alto Palancia. El día, para ellos, empezó así, y terminó en casas de amigos o en los polideportivos de Viver o Jérica dado que casi 1.000 personas fueron desalojadas de tres municipios cada vez más al este. La entrada del poniente obligó a los bomberos a retrodecer, con las llamas ya en el Ragudo, en término municipal de Viver. El esfuerzo de los servicios de emergencia fue importante porque se trata de pueblos con una media de edad elevada, por lo que muchos vecinos tenían dificultades de movilidad. De hecho, hubo que trasladar a algunos en ambulancia. La CV-235 desde Teresa se cortó para facilitar esta evacuación, así como la circulación ferroviaria a la altura del apeadero de Bejís tras el accidenet de Caudiel.

Salir con lo puesto

Los vecinos salían prácticamente con lo puesto tras observar horrorizados, después de un día eterno, cómo el fuego corría ladera abajo desde las cimas donde nace el Palancia en dirección a los pueblos de la comarca. Al filo de las 19 horas, las llamas seguían descontroladas pese a los ímprobos esfuerzos de los bomberos, que corrían al PMA para pedir agua. Las condiciones de trabajo a pie de incendio son atroces, con vientos infernales y temperaturas elevadísimas, por lo que el avituallamiento de los casi 300 efectivos que luchaban contra el monstruo del Alto Palancia es un aspecto logístico de vital importancia.

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Hasta Viver se trasladó el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, desde donde contempló cómo el Consistorio ordenaba a la población confinarse y decenas de vecinos abandonaban sus casas para volver a sus primeras residencias. Sí se desalojaron la pedanía del Ragudo, un camping y una residencia de ancianos, mientras cientos de personas (se desalojaron a unas 1.000 personas en Bejís, Teresa y Torás pero muchos de ellos se fueron a sus casas, como en Viver) acudían al polideportivo y también a Jérica y Segorbe, donde hubo que habilitar otros albergues. Circular por la zona tampoco era fácil porque había tres carreteras cortadas para permitir el movimiento a los servicios de emergencia. Aunque se prevé que este miércoles por la tarde pueda llover, lo que facilitaría la extinción del incendio, lo cierto es que no será hasta esta mañana cuando se podrá comprobar la extensión de la tragedia: se preveía una noche complicada.

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