Eres joven y después de mucho esfuerzo, consigues trabajo. Pero el salario deja mucho que desear. 805 euros, el sueldo medio de los valencianos menores de 30 años. El siguiente paso es independizarse. Volar del nido. Meterse de lleno en la etapa adulta con todo ... lo que ello implica. El reciente informe del Observatorio de Emancipación Juvenil de la Comunitat Valenciana relativo al primer semestre de 2022 destaca que los jóvenes tienen que dedicar el 72,3% de lo que ganan en el alquiler.
Publicidad
Tomando como base el salario medio de los jóvenes valencianos, estaríamos hablando que, a pesar de que tengan que invertir la mayor parte de sus ingresos en la vivienda, tendrían un fondo de poco más de 580 euros para destinarlo al alquiler. LAS PROVINCIAS se pone en su piel y trata de buscar un piso por menos de 600 euros. Esta es la realidad de tratar de independizarse con unos recursos económicos tan limitados:
Lo primero que hago es buscar inmobiliarias con un presupuesto reducido. Los portales que anuncian pisos en alquiler en la Comunitat tienen decenas de ofertas, pero no podría permitirme ninguna con el salario medio de un joven. Aun así, no tiro la toalla. Podría gastar 600 euros como mucho. No busco una casa demasiado distinguida, con algo sencillo bastará.
Llamo a una primera inmobiliaria para que me asesoren. No me hacen muchas más preguntas en cuanto les digo mi presupuesto: no ofrecen viviendas por un precio inferior a 800 euros. Lo que supondría el salario íntegro de un joven valenciano. Sin tener en cuenta los gastos, que entonces ya me quedaría en números rojos. También piden como requisito que la nómina no sea inferior a 1.800 euros. Más del doble del salario base de los jóvenes. Aunque hiciera un esfuerzo por reunir los 800 euros mensuales que me piden por un piso, tomando como base la nómina media, no sería apta para alquilarlo.
Publicidad
Noticia Relacionada
Teniendo en cuenta que para conseguir un piso de 800 euros, el mismo precio que el salario medio de los jóvenes valencianos, me tendría que poner en forma. Desde la inmobiliaria me informan que si quiero una vivienda que tenga ascensor, el precio ascendería a 1.000 euros como mínimo.
No me desanimo. Localizo el número de otra inmobiliaria y hago otra llamada de inmediato. Pero la respuesta confirma mis sospechas: todos los pisos que ofrecen tienen un precio superior a 800 euros. Una cifra que se ha convertido en una barrera infranqueable. Casi la «cifra maldita»: evidencia unos salarios que no permiten llevar una vida digna y también unos precios desorbitados de los alquileres que hacen que el acceso a la vivienda se haya convertido en un bien de lujo.
Publicidad
En ambos casos, especifico que no me importa la zona de la ciudad en la que se encuentre la vivienda. Tampoco si no se encuentra en Valencia y tengo que trasladarme a otro lugar de la Comunitat. Sin embargo, a pesar de mi flexibilidad, mi presupuesto hace que la respuesta sea la misma: «Lo siento, no tenemos nada que ofrecerte». Al otro lado de la línea, oigo que mi interlocutor me responde con pena. Seguramente tenga que darle la misma noticia a una gran multitud de menores de 30 años que llaman con ilusión y cuelgan, con una sensación de desazón.
Noticia Relacionada
Acto seguido, pongo en el buscador: «Alquiler de pisos baratos en la Comunitat Valenciana». Y me redirige a páginas web donde los particulares vuelcan sus anuncios. Lo primero que pongo en el motor de búsqueda es filtrar los precios de menor a mayor. Después del desasosiego anterior, siento que hay esperanza: ¡Hay pisos en Valencia por 320 euros al mes!
Publicidad
Pero no realmente. La ilusión me ha cegado. En cuanto entro en el anuncio, me doy cuenta que esa oferta tan maravillosa de una casa en el centro de la ciudad no es lo que parece. Porque lo que se alquila no es ni siquiera un piso, es un estudio de 15 metros cuadrados. El equivalente a una plaza de garaje. En la descripción del anuncia ya avisan que el departamento sólo es apto para una persona: ni siquiera hay espacio para colocar una cama de matrimonio.
La cocina, el baño, la habitación y la sala de estar se arremolinan en la misma estancia. Casi superpuestas. Sin espacio que las diferencie. Parece que la única opción de un joven valenciano que cobre el salario medio es irse a vivir a una caja de zapatos.
Publicidad
Sigo intentándolo y veo otra oferta que podría ajustarse a mi presupuesto. La vivienda también está en una zona del centro de Valencia. No es demasiado grande pero ya cuenta con 45 metros cuadrados. Al menos podría andar de la cocina al baño sin tropezarme. Cuesta 400 euros al mes, sin incluir gastos. Ya me ascendería a 500 euros y rozaría ese 72,3% del salario que los jóvenes valencianos dedican al alquiler.
Pero luego leo las condiciones, y vuelven a ser inasumibles para los menores de 30: ganar más de 1.200 euros al mes y haber trabajado un mínimo de tres años de manera ininterrumpida. Lo mismo ocurre con las viviendas en pueblos como Xàtiva. Los alquileres son, por norma general, más baratos. Hay unas cuantas ofertas que rondan entre los 400 y los 500 euros. Pero la situación es la misma: para poder acceder a ellas, la nómina tiene que ser mínimo de 1.000 euros. Una búsqueda que deja un sabor agridulce en los labios. Que da que pensar que independizarse para una persona joven, aun teniendo trabajo, se parece más a una utopía que a una realidad.
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.