La joven Carla Maronda, con sus nuevas prótesis de manos que ha recibido esta misma semana. LP

Carla ya prueba sus nuevas manos mecánicas

La joven de Xàtiva que perdió sus cuatro extremidades por una infección da «un paso más hacia la autonomía». Sigue volcada en ayudar con charlas a jóvenes con dificultades o futuros enfermeros. «Me operaron otra vez el día de la dana y si no hubiera estado en el hospital me habría ido a colaborar con los pueblos, aunque fuera en silla de ruedas»

Sábado, 21 de diciembre 2024, 00:01

Primero llegaron las prótesis de piernas y ahora, las de brazos. La adaptación de Carla Maronda para superar la amputación de sus cuatro extremidades sigue su camino en estos días. Han pasado ya nueve meses desde la infección bacteriana que amenazó su vida y la ... abocó a una de las situaciones más complicadas en la que puede encontrarse un ser humano: quedarse sin pies ni manos.

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Con 26 años, acaba el año más difícil para una joven estudiante de Xàtiva que ha tenido que aceptarse en su nueva condición física y adaptarse a todo. Primero, a las prótesis de piernas. Hubo que vencer los dolores iniciales que ello entraña, seguir con rehabilitación y hasta someterse a una nueva intervención quirúrgica en ambas piernas. Fue a finales de octubre porque era preciso limar el hueso de la tibia en ambas piernas, hacer una mejor cobertura y que no se dañara el muñón en la costosa descarga del peso corporal sobre el encaje de las prótesis. Una lucha sobre otra lucha.

Mientras aguardaba la llegada de las prótesis de manos, Carla ha tirado de fuerza de voluntad e imaginación para valerse, en todo lo posible, con sus muñones. De manera casi heróica, ha logrado cierto grado de autonomía: «Ponerme alguna camiseta, manejar las lentillas, maquillarme, lavarme los dientes, usar el móvil o buscar fotos y repasar mensajes en la pantalla« son sólo algunos de sus logros.

Pero ahora llega un nuevo paso: conocer, manejar y utilizar las definitivas manos mecánicas. Este ingenio ha sido confeccionado y adaptado a sus necesidades por el protésico Manel Roca. Primero probó el funcionamiento en su centro de Castellón y ahora ya trata convertir estas piezas en la sustitución de sus manos. «Me atrevería a decir que, a pesar de la dificultad, es bastante fácil, pues constan de unos sensores que interpretan movimientos musculares del muñón para activar distintas funciones», explica.

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Las prótesis propias y definitivas llegarán el próximo 25 de enero, «pero la empresa me ha dejado provisionalmente unas que son bastante parecidas, muy bien articuladas, similares a las que me esperan», detalla Carla. Ahora maneja una tableta con una aplicación para entrenar los movimientos. «Dependiendo de la cantidad de movimientos musculares en la terminación del brazo, traduce esa señal en uno u otro movimiento de las manos y dedos mecánicos».

Es, otra vez, empezar de nuevo. «Las prótesis han llegado esta semana y estoy entrenando. Coger un vaso, intentar manejar los cubiertos, asearme sola para ir al baño…» El objetivo ahora es buscar un equilibrio entre lo que puedo conseguir con las prótesis y lo que me resulta más fácil sin ellas. «Al final creo que para algunas cosas seguiré con los muñones porque me da más confianza. Por ejemplo, agarrar un vaso con la presión de los antebrazos». Las prótesis, cuando las maneje bien, «serán mejor para comer, volver a conducir, vestirme o montar a caballo», razona.

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Para sus piernas Carla confía finalmente en el protésico de Xàtiva Luis Mollá, con centro en la capital de La Costera. «Ya me ha tomado medidas para poder hacer los encajes y confeccionar las piezas definitivas, que llegarán también pronto. Vestiremos la prótesis para que no vaya con el palo suelto, como las primeras que probé. También alineará los pies en función del paso», detalles técnicos cruciales para intentar mejorar la vida de la joven en lo posible. De momento, ha hecho importantes progresos, «como bailar sola, sentarme en una silla o dar unos cuantos pasos sin ayuda».

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Carla ha vivido la dana con cierta sensación de impotencia. El 29 de octubre estaba en el quirófano de La Fe para la mencionada operación de adaptación de sus muñones. «Se fueron las luces. Yo escuchaba a las enfermeras, sus comentarios, la incertidumbre... Si no hubiera tenido que pasar una semana de recuperación en el hospital me hubiera ido a ayudar sin ninguna duda, aunque fuera en silla de ruedas a repartir alimentos». Puso su granito de arena enviando comida y ropa.

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Para ella y su familia termina el año más difícil. A pesar de las ayudas y financiaciones de la Administración, han tenido un gasto descomunal. Estima en más de 150.000 euros lo que se han dejado, de su bolsillo y con las ayudas benéficas de muchos, en prótesis, auxilio de enfermería, fisioterapia, psicólogos, desplazamientos al hospital, adaptación del baño… La lista es interminable«. Pone sólo un ejemplo: las dos manos mecánicas con las que aspira a poder recuperar funciones con cierta calidad cuestan más de 170.000 euros. Sin embargo, la cobertura pública para ambas piezas es de 76.000.

En el cuarto de baño han tenido que instalar una barra de apoyo. También un sillón en la ducha. Y se suma la alteración en las vidas de muchas personas dispuestas a ayudarle en todo. «Mi padre, por ejemplo, ha tenido que cambiar de trabajo para sacar horas y poder ayudarme. Era transportista autónomo y hacía viajes por toda España que a veces duraban tres días. Ahora está empleado en una empresa de Xàtiva que sólo opera por las mañanas y así tiene la tarde libre para poder ayudarme». En general, «todos a mi alrededor, familia o amistades, se han adaptado de algún modo a mis necesidades».

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Volcada en aportar esperanza a quienes la pierden

El durísimo 2024 se va y Carla, como todos, hace balance de lo vivido. «Este año me ha privado de muchas cosas, pero me ha traído otras buenas. Vivo esto como una experiencia para demostrar lo fuerte y valiente que puedo llegar a ser». También le llena el apoyo que está prestando a otros desde su experiencia.

«Vivimos en una sociedad donde la gente se mira demasiado su ombligo y hay muy poca ayuda al prójimo. Quiero cambiar eso y es una motivación inmensa. Quiero ayudar a todo el que se ponga por delante. Estoy dando charlas en colegios a niños con dificultades, incluso algunos que han protagonizado intentos de suicidio. También a auxiliares de enfermería, sobre la importancia de ayudar bien a los pacientes».

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Al mismo tiempo, Carla desarrolla su inmenso potencial en redes sociales, con personas de similar perfil: «Personas con ideas de suicidio, pérdidas de visión, trastornos alimenticios...». La joven les lleva esperanza desde su propio camino de superación, les regala su luz, les aconseja buscar «un motivo por el que luchar, pensar en la gente que nos quiere, en el dolor que dejaría su ausencia». Nota que cambia su actitud y eso le aporta una gran satisfacción. «Sentir cualquier emoción es estar vivos. Y eso es un privilegio», sentencia.

En 2025 planea «ser más independiente, montar a caballo, viajar donde me lleven». Sueña con conocer Egipto, pero «iré donde se pueda». Tras concluir Derecho, después de Navidad, retomará su máster jurídico a través de la UCV. Será online, pero confía en hacer ya exámenes presenciales. «Promete ser un buen año en todo».

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