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La alerta roja que ayer se decretó en Valencia fue la guinda de un pastel demasiado amargo. Los bulos comenzaron a correr, y durante toda la tarde hubo varios avisos de desalojos, algunos ciertos, otros no. Es lo que le ocurrió a Vicente y varias familias de unos diseminados ubicados en Riba-roja.
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Eran las cinco de la tarde cuando escucharon unas voces en las que avisaban, a voz en grito, que tenían que desalojar sus casas porque había riesgo de desborde del río Turia, que pasa por la población. «Cogimos algunas cosas rápido y salimos corriendo, pero nos pareció sospechoso que se hubieran ido. Luego nos avisaron de que había un grupo de jóvenes y que sus intenciones eran probablemente que abandonáramos la casa para después saquearla», explicaba ayer este vecino, todavía con el susto en el cuerpo.
De hecho, en el polígono industrial de Riba-roja ya se produjeron varias detenciones estos últimos días. Un vehículo cargado de una gran cantidad de ropa todavía con etiquetas puestas, gasoil y herramientas de bricolaje levantó las sospechas de agentes de la Guardia Civil, que estaban realizando labores de desescombro. Los ocupantes del vehículo fueron detenidos por hurto y también por atentado a agente de la autoridad. El día 1 de noviembre, una furgoneta se encontraba realizando pillajes, y se detuvo a los ocupantes, que ya habían robado varios calentadores de agua, un termo o baterías de camión.
Los saqueos se están convirtiendo en un problema añadido a los que están viviendo los damnificados por la riada, y que ha obligado a tomar medidas a los vecinos, sobre todo por la noche. «El problema es que muchas persianas de comercios y puertas de viviendas han quedado dañadas por la fuerza del agua o porque algún vehículo ha quedado empotrado», explicaba ayer un vecino de Alfafar. Un coche dificultaba la entrada a su garaje, algo que agradecía. «Mientras esté el vehículo no podrán entrar, porque la persiana está destrozada».
En Catarroja, una vecina está esperando que pasen unos días para poder ir a comprobar cómo ha quedado su joyería. «No quiero ir porque no sé en qué estado se encuentra la persiana, y tengo miedo de no poder bajarla luego». En municipios como Paiporta se han organizado algunos grupos para vigilar y evitar robos, que ya se han producido, por ejemplo, en supermercados. Se ha reforzado la persiana de la entrada del Consum de Catarroja para evitar cualquier asalto, aunque la mayoría de este tipo de locales fueron desvalijados los primeros días. En el centro comercial Bonaire, desde el mismo miércoles ha habido personas merodeando por el recinto, y de hecho el pasado viernes llegaron a saquear algunas de las tiendas aprovechando que el desbordamiento del barranco se cebó con las instalaciones.
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