
El catedrático incansable orgulloso de su tierra
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El profesor dejó huella entre sus alumnos por su elegancia, cercanía y facilidad comunicativa. Su hijo Pablo destaca «su capacidad de escuchar»Secciones
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manuel broseta ·
El profesor dejó huella entre sus alumnos por su elegancia, cercanía y facilidad comunicativa. Su hijo Pablo destaca «su capacidad de escuchar»Manuel Broseta (Banyeres de Mariola, 1932) nació donde nació por un destierro. El de su padre, ebanista de profesión, expulsado de España durante la ... dictadura de Primo de Rivera. Recaló en París, y cuando se suavizó la sanción, en el municipio alicantino, pues no se le dejó instalarse en la provincia de Valencia. «Cogió un mapa y vio que el primer pueblo de fuera era Banyeres, y allí se fue».
Cuenta la anécdota Ernesto Pérez Pastor, cuñado del profesor, con quien trabó amistad en la infancia y adolescencia. Más tarde se casaría con su hermana, Julia Broseta, lo que prolongó la relación hasta la madurez. De aquella época lejana Ernesto recuerda especialmente los veraneos, pues siendo pequeño el futuro catedrático de Derecho Mercantil se trasladó a la capital. «Éramos de la pandilla», de los de compartir juegos e intercambiar algún tortazo. Lo típico.
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Broseta dejó huella por donde pasó. En Banyeres (el instituto lleva su nombre) llamaba la atención cuando llegaba en coche con su mujer, Michéle Dupré. No por el vehículo, sino porque era ella la que lo llevaba. «El coche era suyo y Manolo (como le llama Ernesto), entonces no sabía conducir». Su impronta también dejó marca en Valencia con su dilatada carrera como político, abogado y docente.
Vicente Garrido, alumno, amigo y actual presidente de su fundación, le conoció en el aula. «Era uno de los mejores profesores. Se caracterizaba por la claridad expositiva. Decía que era la mejor cortesía del profesor universitario. Conseguía que el alumno se sintiera importante», señala. Años después coincidieron en UCD, colaboraron como colegas profesionales e intensificaron su relación en el Club de Encuentro, «del que él era presidente y yo secretario».
También fue su alumna Amparo Maties, presidenta de esta entidad. «Destacaría su elegancia como persona, que se transmitía en su comportamiento con los estudiantes. Era próximo, amable y generaba respeto». «Lo hacía muy ameno, convertía un tema especialmente árido en algo interesante, accesible, también porque tenía el arte de la palabra y la comunicación, era una de sus facultades», destaca.
Para abarcar tanto Broseta desarrolló una gran capacidad de trabajo. Así se le recuerda. «Él estaba estudiando en Madrid y yo lo hacía en Barcelona», explica Ernesto Pérez. «Cuando acudíamos a su casa de Valencia, después de cenar y tras media hora de tertulia se iba a su habitación a trabajar. Yo, después de un viaje agotador de ocho horas en tren, igual que el suyo para venir a la ciudad, sólo pensaba en dormir. Dice mucho de su fuerza de voluntad y disciplina. Yo me preguntaba, ¿quién es el normal, Manolo o yo?».
«Mi padre casi siempre estaba trabajando, nuestro hueco de encuentro eran los jueves, cuando iba a comer a su casa, y Jávea, donde pasábamos los fines de semana», tercia su hijo, Pablo Broseta. «Era mi confesor, siempre que había una cuestión importante, por ejemplo sentimental o de estudios, se lo comentaba. Tenía una gran capacidad de escuchar, disfrutaba. Luego analizaba y te daba su opinión desde la imparcialidad. Es algo que intento replicar con mis hijos, escuchar y dejar hablar», continúa.
También destaca su juventud de espíritu. «Disfrutaba de estar con la gente joven, sus remansos de paz eran Jávea y la universidad, por el contacto con el entorno docente y con los alumnos, se enriquecía con ello». Vicente Garrido coincide. «Era una persona moderna, le gustaba conocer nuevas tendencias desconocidas en su generación», explica, antes de destacar su valencianía, rasgo capital de su carrera política.
«Se sentía muy de aquí, y luchó por el autogobierno», señala, tras destacar su papel en la mesa de fuerzas políticas y sindicales de oposición al franquismo. Con los años Broseta le contó que desde Cataluña se presionó para que no se integrara en la junta democrática (entidad estatal con el mismo objetivo) «porque no interesaba que hubiera nadie de Valencia, querían la representación de lo que llamaban los países catalanes. Esto le indignaba sobremanera».
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